Redacción
Miércoles, 13 de Mayo de 2020
Psicología
Aunque los robots no sienten emociones, a medida que la gente se relaciona cada vez más con ellos, comenzamos a humanizar a esas máquinas. Por eso, algunos científicos estudian lo que va bien a medida que integramos los robots en la sociedad y lo que va mal, y en ambos casos eso tiene que ver con cómo nos sentimos los humanos ante los robots.
Dos estudios recientes, publicados respectivamente en marzo y abril, fueron originalmente pensados para comprobar el sesgo de género hacia los robots, es decir, cuánta gente pensaba que un robot que era visto como femenino podía ser menos competente en algunos trabajos que un robot que era visto como masculino, y viceversa. Pero los autores de ambos estudios, del Instituto Tecnológico de Georgia (Georgia Tech), ubicado en la ciudad estadounidense de Atlanta, no descubrieron ningún sexismo significativo contra las máquinas.
«Esto nos sorprendió. Solo hubo una muy ligera diferencia en un par de trabajos, pero no significativa. Había, por ejemplo, una pequeña preferencia por un robot masculino sobre un robot femenino como repartidor de paquetes», explica la robotista Ayanna Howard, la investigadora principal de ambos estudios.
En una de las pruebas, los robots humanoides se presentaron por vídeo a los encuestados online. Estos habían sido reclutados al azar, su edad oscilaba entre los 20 y los 70 años y en su mayoría tenían una formación universitaria. Los humanos clasificaron las competencias profesionales de los robots en comparación con las capacidades humanas de un modo notablemente contrario a los robots, confiando únicamente en estos para realizar de forma competente unos pocos y sencillos trabajos.
Ayanna Howard acompañada por un pequeño robot humanoide. (Foto: Georgia Tech / Rob Felt)
«Los resultados nos desconcertaron porque las cosas que la gente pensaba que los robots eran menos capaces de hacer son cosas que en realidad hacen bien”, confiesa Howard. Una de esas tareas es la cirugía. Los robots son omnipresentes en muchos quirófanos, pero los encuestados no pensaban que los robots fueran lo suficientemente competentes como para merecer estar ahí.
En total, los 200 participantes de los dos estudios pensaron que los robots también fallarían como niñeras, terapeutas, enfermeras, bomberos, y comediantes. Solo confiaban en que los robots harían un buen trabajo actuando como sirvientes, repartidores de paquetes y guías turísticos.
Los investigadores no pudieron determinar dónde se originan estos sesgos de competencia. Howard solo puede suponer que parte de la mala reputación proviene de las noticias relatadas por los medios de comunicación sobre robots que por su torpeza hacen cosas como caerse a una piscina o herir a una persona. (Fuente: NCYT Amazings)