En psicología del desarrollo, es bien conocido que la música cumple un papel importante para el desarrollo cognitivo y comunicativo de los niños. Sin embargo, los estudios se centran especialmente en describir y analizar la organización musical de las interacciones diádicas (adulto-bebé), sin tener en cuenta las interacciones que se producen usando objetos.
Gracias a los padres, los objetos se vuelven parte de la vida de los niños desde el inicio: en el día a día, la comunicación entre los padres y sus hijos tiene lugar con, sobre y a través de los objetos. Estos intercambios adulto-bebé-objeto (interacciones triádicas tempranas) permiten que el entorno del bebé se transforme, volviéndose significativo para él.
Los estudios muestran que, desde los dos meses de edad, los bebés comprenden y reaccionan a las propuestas de interacción del adulto cuando estas incluyen componentes musicales, como un ritmo marcado, pausas regulares o vocalizaciones melódicas, a lo que niños y niñas prestan atención y responden activamente.
En un reciente estudio, investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) (España) analizaron las características musicales de los intercambios comunicativos entre una madre y su bebé de dos meses, en su hogar en Madrid.
“Resulta especialmente relevante analizar este tipo de comportamientos mediante observaciones naturales para preservar el contexto cotidiano y familiar en el que los intercambios suelen tener lugar. Dimos a los padres una maraca ligera y de pequeñas dimensiones para promover la interacción. No obstante, no les dimos ninguna instrucción en relación con cómo usar el objeto”, explican los investigadores.
El trabajo se vale de un novedoso análisis mixto y microgenético de vídeo para identificar los posibles componentes musicales de los intercambios comunicativos. En concreto, los análisis microgenéticos permitieron un alto nivel de detalle en el análisis, al examinar los cambios que se producen en segmentos cortos de tiempo (cada 0,5 segundos).
Desde el nacimiento, los adultos utilizan objetos para comunicarse con sus bebés, lo que favorece su desarrollo cognitivo y comunicativo. (Foto: UAM)
“Codificamos las acciones observadas en el niño y su madre mediante el software de acceso libre ELAN, lo que permitió analizar cómo se organizan y varían poco a poco esos componentes musicales en el contexto de la interacción. Así, identificamos cinco secuencias interactivas, que se transcribieron a notación musical y se procesaron para examinar en profundidad diferentes parámetros musicales a partir del audio del vídeo”, aseguran los autores.
En concreto, los investigadores analizaron dinámicas interactivo-musicales de acuerdo a tres dimensiones: (1) la estructura rítmica y métrica (por ejemplo, las relaciones jerárquicas entre diferentes niveles métricos y en diferentes líneas musicales, así como la existencia de acentos musicales, de organizaciones métricas estables o de patrones rítmicos recurrentes); (2) la organización musical (tanto en relación a un tempo estable, como a sus variaciones, entre otros); y (3) otros parámetros musicales (como la organización y variación tonal, la incipiente sincronización de las pausas musicales o la alternancia entre células fonéticas).
Los resultados mostraron que, desde muy pronto, los bebés ya participan en interacciones que van más allá de la relación diádica exclusiva con el adulto. “En nuestras observaciones —aducen los autores— la madre se comunicaba con el bebé sobre y a través de la maraca mediante una gran cantidad de recursos musicales. Entre ellos, destaca cómo la madre construyó una clara estructura rítmica y métrica, lo que permitió una organización musical cada vez más compleja a lo largo de las diferentes secuencias. El adulto agregó poco a poco nuevos componentes musicales, reestructurando las propuestas iniciales de distinta manera y alternando los recursos interactivos. Por ejemplo, mientras que los patrones rítmicos recurrentes eran mínimos en la primera secuencia (S1), todavía bajos en la S2 y medios en la S3, estos aumentaron considerablemente en las S4 y S5, momento en el que alcanzaron su punto máximo”.
Ello permitió que el bebé siguiera con la mirada la maraca y que, gracias a las breves pausas introducidas por su madre, se introdujera de forma progresivamente más activa en la interacción. Esto, según los autores, podría ser considerado la base de los turnos de interacción, tan característicos en diferentes etapas del desarrollo, y a su vez tan importantes para el desarrollo de la comunicación.
La alternancia de turnos comunicativos entre la madre y el bebé se organiza frecuentemente en torno a los objetos (mucho antes de que esto suceda en torno a las palabras), poniendo de manifiesto que los objetos forman parte de una red de conocimiento compartido que, desde el inicio de la vida, se va construyendo entre el bebé, sus padres y la materialidad.
Estos resultados indican que podrían existir vínculos significativos entre el uso de objetos, la complejidad de la organización musical y la estructuración de las interacciones entre el adulto y el bebé desde el inicio de la vida. Esto podría contribuir a mejorar las prácticas parentales, especialmente las relacionadas con la comunicación entre padres e hijos. Actualmente, el equipo continúa desarrollando esta línea de investigación ampliando el contexto de estudio al ámbito de la educación infantil 0-3, lo que podría contribuir a mejorar la calidad de los procesos pedagógicos en esta crucial etapa. (Fuente: UAM)