Durante la crisis de COVID-19, muchos/as profesionales de la salud han trabajado largas horas, en unas circunstancias inusuales, de elevada presión, caracterizadas por dilemas morales y situaciones traumáticas.
Con esta introducción se presenta un artículo publicado en la revista online The Lancet Psychiatry, a través del cual se aborda la necesidad de cuidar la salud mental de los y las profesionales de la salud, tras la crisis ocasionada por la pandemia del coronavirus.
Tal y como manifiestan sus autores, el personal sanitario ha lidiado con diferentes desafíos desde el inicio de la pandemia; a ello se ha sumado el riesgo de infección por la exposición al virus y el consecuente miedo a contagiar a sus familiares. En tales circunstancias, si bien algunos han desarrollado su capacidad de resiliencia, el impacto emocional del trabajo realizado a lo largo de estos meses es innegable.
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De hecho, según recoge un estudio llevado a cabo recientemente por el Laboratorio de Psicología del Trabajo y Estudios de Seguridad de la Universidad Complutense de Madrid, un 53% de los trabajadores sanitarios presentan valores compatibles con estrés postraumático tras la primera oleada de atención hospitalaria por coronavirus.
De acuerdo con el presente artículo, es fundamental la detección de problemas y el apoyo a estos/as profesionales. A este respecto, el apoyo social post-trauma y los factores estresantes experimentados durante la recuperación son los factores de riesgo más predictivos del estado de salud mental a más largo plazo. Tales factores estresantes, especifica, pueden ser directamente atribuibles a la crisis (p.ej., la muerte de un colega de profesión) o secundarios (como la relación o el empleo dificultades).
La evidencia muestra que el apoyo por parte de los gerentes de los servicios sanitarios fomenta una mejor salud mental. El texto recoge cuatro elementos clave basados en la evidencia que debería contener un plan de recuperación para el personal del Servicio Nacional de Salud: en primer lugar, dar las gracias, tanto por escrito como verbalmente, reconociendo el trabajo desafiante que han realizado, puede fomentar la capacidad de recuperación individual. Esta comunicación debe incluir información precisa y actualizada sobre posibles problemas psicológicos y apoyos disponibles.
Segundo, los supervisores deberían realizar entrevistas de regreso al trabajo con el personal, facilitando que se sientan seguros para hablar sobre su salud mental. Estas entrevistas permiten una mejor comprensión de las experiencias de un miembro del personal laboral, a la vez que ayudan a identificar factores estresantes secundarios, algo esencial de cara a diseñar en colaboración con la persona planes de recuperación individualizados. Esta técnica ayuda a reducir las bajas por enfermedad debido a la exposición a otras situaciones traumáticas.
En tercer lugar, el monitoreo activo de cualquier persona expuesta a eventos potencialmente traumáticos, particularmente aquellas consideradas en mayor riesgo de desarrollar problemas de salud mental. El artículo propone utilizar una encuesta anónima online, para alentar respuestas honestas y significativas, junto con comentarios personalizados y automatizados.
Un cuarto elemento fundamental son las reuniones de equipo, para ayudar al personal a desarrollar una narrativa significativa que reduzca los riesgos de daño. Un modelo basado en la evidencia son las rondas de Schwartz (Schwartz Center Rounds), un foro estructurado que ofrece un espacio seguro para que el personal clínico y no clínico, comparta sus experiencias y se discutan los aspectos emocionales y sociales del trabajo. Los datos relativos al uso de este modelo ponen de relieve una mejora significativa en el bienestar del personal laboral que asiste a estas rondas, registrándose un menor porcentaje de trabajadores/as con angustia psicológica.
Los autores concluyen señalando que una planificación exitosa debería minimizar la aparición de problemas de salud mental, a la vez que facilita la oportunidad de desarrollo psicológico, e instan a los gerentes a ser proactivos y seguir la evidencia, que es un requisito legal y lo que el personal laboral merece.
En esta misma línea, el Consejo General de la Psicología emitió un comunicado a finales del pasado mes de abril, mediante el cual ponía de relieve la importancia de evitar la cronificación y anticiparnos a secuelas psicológicas en los diferentes colectivos vulnerables, principalmente, en el caso de los y las profesionales sanitarios/as, un hecho incuestionable y una acción responsable que, en palabras de la Organización Colegial, puede evitar, a la larga, sufrimiento y costes personales, económicos y sociales.
Para ello, tal y como ha venido solicitando en los últimos años, y, especialmente durante estos meses, el COP subrayaba en su Comunicado la necesidad de reforzar nuestro sistema sanitario con más profesionales de la Psicología, a través de un aumento significativo de psicólogos y psicólogas en la red de salud mental y la generalización de programas de Psicología en Atención Primaria, una medida que, a todas luces, se prevé necesaria de cara a poder cubrir la demanda de necesidades psicológicas en la población, especialmente, entre el personal sanitario.
Greenberg, N., Brooks, S. K., Wessely, S., & Tracy, D. K. (2020). How might the NHS protect the mental health of health-care workers after the COVID-19 crisis?. The Lancet Psychiatry. DOI: https://doi.org/10.1016/S2215-0366(20)30224-8