¿Por qué la música que evoca sentimientos de tristeza y melancolía sigue atrayendo a oyentes de todo el mundo? Este enigma forma la base de un reciente estudio científico publicado en la revista PLOS ONE, que sugiere que la tristeza en sí, contrariamente a las creencias anteriores, podría ser una fuente de disfrute para los oyentes. La investigación desafía la opinión arraigada de que el placer derivado de la música triste se debe sólo a efectos indirectos.
El encanto de la música triste ha sido durante mucho tiempo un enigma tanto en la investigación psicológica como en la musicológica. «El tema es interesante porque el disfrute de las emociones negativas parece psicológicamente contradictorio: ¿Por qué te gustaría algo que sabes que te entristecerá?» dijo el autor del estudio Emery Schubert, profesor de la UNSW Sydney y cofundador del Laboratorio de Musicología Empírica.
El consenso tradicional había sido que el placer derivado de esa música era indirecto, un subproducto de otros procesos emocionales o cognitivos más complejos. Este punto de vista se alinea con teorías filosóficas y psicológicas que se remontan al concepto de catarsis de Aristóteles, que postula que la exposición a emociones inducidas por el arte ayuda a purgar los sentimientos negativos y restaurar el equilibrio emocional.
Sin embargo, la mecánica precisa de cómo la tristeza evocada por la música puede conducir al placer sigue sin explicarse de forma adecuada. Las teorías contemporáneas sugerían que, si bien la tristeza en sí misma no era directamente placentera, desencadenaba otras emociones intermedias, como sentirse conmovido o nostálgico, que a su vez eran placenteras. Estas teorías proponían que tales estados intermedios mediaban el disfrute de la música triste, resolviendo así la aparente paradoja de obtener placer de una emoción negativa.
«Investigaciones anteriores han sugerido que la paradoja de disfrutar de una emoción negativa que uno ama (por ejemplo, escuchar música triste y amada) es que existe un paso intermedio, el llamado ‘mediador’, que vincula la emoción negativa con el placer» explicó Schubert.
“Por ejemplo, una teoría destacada es que la música triste se disfruta no porque sea triste, sino porque la tristeza es el resultado de sentirse ‘conmovido’. Muchos consideran que estar «conmovido» contiene una mezcla de emociones positivas y negativas. Y entonces la paradoja se puede explicar de esta manera. Uno no disfruta la tristeza, disfruta la sensación de ser conmovido”.
Sin embargo, una parte importante de los oyentes afirman constantemente disfrutar directamente de la tristeza en la música, algo que estas teorías existentes luchan por explicar. Esta observación llevó a Schubert a considerar una perspectiva alternativa: tal vez la tristeza en la música podría ser disfrutada por derecho propio, sin necesidad de invocar a ningún mediador. Esto se conoce como la Hipótesis del Efecto Directo, que postula que la tristeza evocada por la música es en sí misma una fuente de placer.
El estudio incluyó una muestra de 103 participantes (en su mayoría estudiantes universitarios de música) que fueron asignados aleatoriamente a una condición de tristeza o a una condición de movimiento (la condición de control).
En la condición de tristeza, se pidió a los participantes que seleccionaran y escucharan música que personalmente les pareciera agradable y triste. Luego se les pidió que describieran y calificaran sus experiencias emocionales, centrándose específicamente en la tristeza que evocaba la música y cómo contribuía a su disfrute.
La manipulación experimental clave implicó que los participantes imaginaran la música sin sus elementos tristes y predijeran cómo esto afectaría su disfrute. Este proceso tuvo como objetivo aislar y medir el impacto directo de la tristeza en el disfrute.
La condición de movimiento reflejaba la condición de tristeza en estructura y método, pero con una diferencia crítica en el enfoque emocional. En lugar de tristeza, los participantes en esta condición se centraron en la emoción de estar conmovidos.
Aproximadamente el 83% de los participantes pudieron abordar este escenario hipotético de manera efectiva.
«Los enfoques convencionales para la recopilación de datos en tales estudios implican una respuesta real a la música seleccionada por el experimentador», dijo Schubert. “El aspecto sorprendente del nuevo estudio es que al cambiar el método de recopilación de datos (imaginar la música favorita sin la tristeza de la música favorita), se podría lograr algo que parece realmente difícil de hacer (‘eliminar la tristeza, y solo la tristeza’). Es decir, los participantes pudieron realizar la simulación mental con éxito según sus propios informes”.
Cuando los participantes imaginaron las piezas musicales seleccionadas sin sus componentes tristes, una mayoría significativa informó que su disfrute disminuiría. Este resultado sugiere que la tristeza no es simplemente un subproducto tolerable de escuchar música, sino que puede ser una fuente intrínseca del placer experimentado.
«En general, los participantes que participaron en el estudio indicaron que la eliminación de la tristeza reduce el disfrute», explicó Schubert. “Esto se tomó como evidencia de que lo que la gente disfruta es la tristeza misma en la música. No se necesita ningún mediador. De hecho, cuando se pidió a un grupo de control que realizara la misma tarea con una pieza musical en movimiento, indicaron que la tristeza, y no solo el hecho de estar conmovido, estaba implicada en el placer que generaba la música”.
Para explorar mediadores potenciales que podrían influir en el disfrute de la música triste, los investigadores también pidieron a los participantes que calificaran varios descriptores emocionales que podrían mediar en la relación entre tristeza y disfrute. Estos datos se utilizaron para probar la hipótesis del efecto indirecto tradicional junto con la hipótesis del efecto directo.
Muchos participantes informaron altos niveles de conmoción y nostalgia, que también se correlacionaban con el disfrute. Sin embargo, estas emociones no eclipsaron el placer directo derivado de la tristeza, lo que indica que si bien existen efectos indirectos, no explican completamente el fenómeno.
Si bien el estudio proporciona información convincente, tiene limitaciones. Es posible que el grupo participante, compuesto en su mayoría por estudiantes de música, no represente a la población general. Además, la configuración experimental, que depende de la capacidad de los participantes para realizar una introspección precisa sobre sus sentimientos, puede afectar la confiabilidad de los hallazgos. Las investigaciones futuras podrían explorar poblaciones más diversas y emplear diferentes metodologías, como mediciones fisiológicas, para confirmar y ampliar estos hallazgos.
En cuanto a los objetivos a largo plazo de esta investigación, Schubert dijo que espera «comprender mejor las experiencias fascinantes, variadas y positivas que podemos tener al escuchar una señal inocua llamada música».
Fuente: PLOS ONE
Articulo original: Titulo: “Liking music with and without sadness: Testing the direct effect hypothesis of pleasurable negative emotion”.