El Colegio Oficial de Psicología de Santa Cruz de Tenerife abordó en el Ateneo Clínico del pasado mes de marzo, la Psicología Ambiental, y la relación que existe entre tres grandes grupos de variables: las creencias personales, los comportamientos proambientales y el bienestar. La presentación se basó en una investigación de Trabajo de Fin de Carrera de dos psicólogas de la Universidad de La Laguna (ULL), María Martín y Laura Mendieta, cuyo objetivo era aclarar si, en la realidad, somos o no somos más felices llevando a cabo conductas proambientales y el por qué.
Inicialmente, expusieron los profundos cambios que está sufriendo nuestro planeta: el aumento de la temperatura, el progresivo deshielo de las masas glaciares,las sequías, etcétera. Y aludieron a investigaciones que indican que comportamientos frugales y el bienestar psicológico tienen relación directa. Los comportamientos frugales se realizan por la restricción voluntaria del consumo y el uso ingenioso de los recursos disponibles. Este tipo de comportamientos hacen que la persona tenga mayores sentimientos de bienestar psicológico.
Y añadieron un factor más: el nivel económico de la persona. ¿Se realizan menos comportamientos frugales si tenemos mayor nivel económico? La respuesta sorprendentemente, dijeron, es no. Probablemente, la causa surja de las motivaciones personales internas.
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Por otra parte, explicaron que las personas con escasas conductas proambientales no han tenido informaciones suficientes el buen uso de los recursos ambientales. O, lo que es lo mismo, las personas que no están tan informadas, no pueden saber qué actuaciones desempeñar para proteger el planeta o cuáles son contraproducentes. De ahí que no puedan tener forjadas actitudes proambientales adecuadas ni positivas.
Y precisaron que tanto las conductas proambientales como las contrarias (conductas antiecológicas ilegales) se desempeñan en coherencia a patrones internos, valores y creencias personales.
Por otra parte, pusieron de manifiesto que las personas con valores centrados en la interdependencia persona-ambiente tienen más conductas proambientales que aquellas que solo tienen valores centrados en el ecocentrismo. Aún así, los estudios citan que la motivación interna modula en mayor medida la realización de conductas ecocéntricas, y la motivación externa modula su contrario, las conductas antropocéntricas. Por último, los datos señalan que existe relación entre valores personales, creencias ambientales ecocéntricas y comportamientos ecológicos.
Desde estas perspectivas, la investigación planteó dos hipótesis: una, a mayores creencias ambientales se realizarán más comportamientos proambientales; y la segunda, a mayor frecuencia de comportamientos proambientales, mayor bienestar.
La muestra
La muestra fue de 111 estudiantes de la ULL, entre 18 y 25 años, y residentes fuera del hogar familiar. El 72%, residentes en el Colegio Mayor Santa María y el resto en pisos de alquiler. La mayor parte eran mujeres, 68%, y el 32% hombres. Los cuestionarios que evaluaban las creencias, conductas y bienestar percibidos en sus vidas diarias se enviaron vía correo electrónico.
En el grupo de creencias, se evaluaban las de interdependencia persona-ambiente y las ecocéntricas. Dentro del grupo de conductas se analizaban las de tres tipos: frugales, altruistas y las ecológicas responsables. Y en el tercer grupo de bienestar se medía la satisfacción vital y la significación vital; la primera referida a la satisfacción de las personas con sus metas cumplidas y por cumplir; y la segunda al sentido que cada persona le otorgaa su vida.
A la hora de analizar los resultados no se encontraron diferencias importantes en función del sexo ni tipo de vivienda. Pero se encontraron hallazgos muy relevantes que demuestran que existe relación directa entre creencias y comportamientos proambientales, y entre comportamientos y bienestar.
Conclusiones
La primera conclusión de la investigación es que cuantas más creencias ecocéntricas y en la interdependencia, más comportamientos proambientales se desarrollarán; y dentro de las dos creencias, las de interdependencia predicen mejor los comportamientos proambientales.
Y una segunda: cuantos más comportamientos proambientales realice una persona, mayor bienestar sentirá en su vida; pero el bienestar, en este caso, sería el que está relacionado con la significación vital de las personas, el sentido general que tiene en sus vidas llevar a cabo conductas y comportamientos de tipo proambiental.
Es necesario subrayar que las personas realizarán más conductas proambientales si las consideran como proyecto de vida. Y que se realicen no garantizará una satisfacción inmediata como para que otras personas imiten esas conductas. Es decir, quienes realicen comportamientos proambientales loharán porque su vida tenga un sentido mayor, no por mayor satisfacción.
Finalmente, señalaron que las limitaciones en cuanto a número y procedencia de los participantes en este trabajo requiere aumentar en una futura investigación estos dos factores para tener rangos amplios de evaluación. Y no solo realizarla a través de autoinformes, sino utilizando métodos de evaluación diferentes. Así, los próximos estudios incrementarán la fiabilidad y la validez de los datos y las conclusiones.