La escuela gestalt es un modelo de psicoterapia que percibe los conflictos y la conducta social inadecuada como señales dolorosas creadas por polaridades o por dos elementos del proceso psicológico.
El conflicto puede ser de naturaleza interna al individuo o puede manifestarse en la relación interpersonal entre dos personas. Con independencia de su localización, el tratamiento consiste en la confrontación entre los elementos incongruentes o bipolares de la personalidad o de la relación interpersonal.
En la terapia gestalt el cliente aprende a utilizar el ‘darse cuenta’ de sí mismo, como un organismo total que es. Aprende a confiar en sí mismo; así obtiene el desarrollo óptimo de su personalidad, dándose soporte a sí mismo.
En la terapia se reorganiza paso a paso las partes desunidas de la personalidad del cliente, hasta que éste logre tomar fuerzas para que él mismo y por sí solo obtenga su propio conocimiento. El cliente se sirve del terapeuta como de un espejo, espera de él exactamente lo que no puede movilizar por sí mismo.
Una de las principales diferencias entre la terapia gestalt y otras corrientes de psicoterapia es que en la primera no se analiza; es un enfoque existencial, lo que significa que no nos ocupamos solamente de síntomas o de analizar la estructura del carácter, sino que además trabajamos la existencia total del individuo.
El simbolismo de los sueños es individual, personal. En los sueños aparecen las partes alienadas de la personalidad, las partes que rechazamos en nosotros mismos. Al revivirlos en el presente logramos integrar en nosotros mismos las partes alienadas.
Aparte de trabajar con los sueños, la terapia gestalt utiliza la técnica terapéutica de la silla vacía para entablar diálogos entre las polaridades o partes opuestas de nuestra personalidad.
Fritz Perls (Creador, junto con su esposa, Laura Posner, de la Terapia Gestalt) decía que, como método psicoterapéutico, la terapia gestalt debería aplicarse en forma grupal; para él la psicoterapia individual era una excepción y no la regla.
Figura y fondo. Los elementos perceptivos se organizan como un todo, una gestalt, formando la figura.
Un ejemplo de esto lo tenemos si observamos dos puntos luminosos, el cual es imposible mirarlos durante un rato sin ver como se forman ante nuestra percepción dos gestalten diferentes: una cruz blanca sobre fondo negro y una cruz negra sobre fondo blanco.
No hay nada en la cualidad de dos puntos luminosos proyectados en la retina que pueda hacer que esos puntos pertenezcan a dos objetos distintos o a dos partes del mismo objeto, sino la capacidad de nuestra percepción de reorganizar en objetos el input sensorial que captan los órganos de nuestros sentidos. Según esto, no percibimos estímulos, propiamente hablando, sino a causa de estos estímulos.
Otro ejemplo de figura y fondo, muy clásico, es el de las dos caras negras frente a frente y la copa blanca, que puede verse a los lados del título de este trabajo, en la ventana superior.
Otro más lo encontramos en el llamado Cubo de Necker, en el cual puede verse el cubo desde dos perspectivas diferentes. ¿Dónde está adherido el cuadrito rojo, en la cara frontal del cubo, o en la posterior?
«La mente humana es el producto de la evolución y está lógicamente adaptada al entorno que la creó. Funciona para optimizar las cualidades que aseguran su adaptación y supervivencia. Es capaz de hacer familiar lo que no lo es sobre la base de la generalización. Puede tomar una pequeña parte de información y reconstruir con ella el todo, aunque no sea muy exacto. Cortocircuita la lógica cuando es necesario y hace prosperar informaciones de muy poca calidad. Todos son trucos para la supervivencia».
Fuente: http://psicogene.blogspot.mx