Algunos entusiastas del mercado de valores afirman ser capaces de predecir las tendencias de los mercados financieros con una precisión fantástica.
A pesar de la complejidad de las finanzas internacionales, nos aseguran que podemos obtener beneficios sustanciales si seguimos sus recomendaciones e imitamos su comportamiento.
Pero ¿es realmente posible predecir con precisión el comportamiento de los mercados financieros?
Los expertos en psicología de la toma de decisiones y especializados en investigación de la complejidad, han tenido la oportunidad de profundizar la comprensión de la cognición humana y su capacidad para controlar entornos complejos del mundo real. Por ahora, sus conclusiones son aleccionadoras y no simples.
Decisiones complejas
Según muchos investigadores en ciencia de la toma de decisiones, comprender y gestionar la complejidad es el mayor desafío de la era digital. La complejidad se refiere a la naturaleza incierta de los entornos en los que tomamos decisiones todos los días.
Si bien algunas de nuestras decisiones financieras pueden parecer simples y evidentes (ahorrar una parte de nuestros ingresos, establecer un presupuesto, pagar una deuda), el entorno en el que se toman estas decisiones es impredecible.
Las estrategias que adoptamos ciertamente no son infalibles; nuestro conocimiento no garantiza nuestro éxito, y los efectos de cada una de nuestras decisiones son inciertos y únicos. Esto explica por qué los entornos en los que tomamos decisiones cotidianas son en realidad muy complejos. Incluyen muchos factores interrelacionados que cambian constantemente, con o sin nuestra intervención. Sin mencionar que los objetivos que acariciamos son a menudo contradictorios.
Por ejemplo, ¿cómo podemos maximizar el rendimiento de las inversiones y al mismo tiempo minimizar la exposición a las fluctuaciones del mercado?
Frente a la complejidad financiera
Frente a la complejidad financiera, la cognición humana tiende a favorecer un enfoque reduccionista del procesamiento de la información, a veces llamado «tunelización». Ante la sobrecarga de información generada por la complejidad, tendemos a concentrarnos en uno o unos pocos aspectos específicos de una situación en lugar de toda la información disponible porque demasiada información mata la información. En otras palabras, tomamos atajos. ¿Y adivina qué? Estas formas simplistas de pensar pueden conducir a decisiones sesgadas.
A menudo cometemos el error de atribuir el mal desempeño de nuestra cartera de acciones a un único evento que se destaca en nuestra mente. Creemos erróneamente que nuestras inversiones crecerán linealmente cuando, en realidad, son vulnerables a fluctuaciones exponenciales causadas por crisis y eventos inesperados. Reaccionamos mal ante inversiones fallidas centrándonos en las consecuencias que podrían explicar nuestras dificultades financieras, en lugar de profundizar en nuestra comprensión de por qué la empresa en la que teníamos fe ciega (o el sector en el que opera) está experimentando dificultades.
Finalmente, y esta es la naturaleza humana, tendemos a atribuir la responsabilidad de nuestros fracasos a factores externos que escapan a nuestro control. Por ejemplo, podríamos sentirnos tentados a achacar las pérdidas sufridas por ciertas empresas del sector turístico a las malas condiciones climáticas del verano. Pero al hacerlo, pasamos por alto la importancia de la calidad de los productos y servicios que ofrecen las empresas, o lo hospitalario que es su personal.
¿Ahora que?
Uno no puede llegar a ser competente en ningún área sin realizar la práctica necesaria. Por eso, es importante que te adentres personalmente en el mundo de las finanzas.
A través de la experiencia, desarrollarás tus habilidades para apreciar mejor la complejidad. Para ayudarle a hacer esto, es una buena idea buscar la ayuda de un profesional competente para que lo guíe a través de este proceso altamente sofisticado.
Pero recuerda esto: cuando se trata de complejidad, eres humano, al igual que aquellos que dicen poder leer el futuro.
Fuente: The Conversation