La evolución podría tener la respuesta a la tripofobia o miedo a los agujeros

La evolución podría tener la respuesta a la tripofobia o miedo a los agujeros

La tripofobia, caracterizada por el miedo o la aversión a los grupos de pequeños agujeros, es objeto de intriga popular e investigación científica. Aunque pueda parecer trivial o peculiar, la tripofobia afecta significativamente a una parte importante de la población. Un artículo reciente publicado en Evolutionary Psychological Science examinó los fundamentos evolutivos de la tripofobia y ofreció dos hipótesis principales para explicar sus orígenes: la hipótesis del animal peligroso y la hipótesis de la evitación de enfermedades de la piel.

Gaëtan Thiebaut y sus colegas sitúan la tripofobia en el contexto más amplio de la psicología evolutiva, una disciplina que postula que el comportamiento y los procesos mentales humanos están determinados por las presiones evolutivas. Los psicólogos evolucionistas sostienen que nuestros cerebros están equipados con algoritmos mentales ajustados por la selección natural para responder a señales ambientales cruciales para la supervivencia y la reproducción.

Este marco ayuda a explicar por qué ciertas fobias, como el miedo a las arañas o a las alturas, son comunes: proporcionaron beneficios de supervivencia a nuestros antepasados. La tripofobia también puede tener raíces en adaptaciones evolutivas.

Los estudios han demostrado de forma consistente que una parte importante de la población presenta síntomas de tripofobia. Estos hallazgos sugieren una reacción inherente, posiblemente adaptativa, a estímulos visuales específicos.

Una hipótesis explorada en el artículo es la hipótesis del animal peligroso, que sugiere que las reacciones tripofóbicas son un subproducto de una adaptación evolutiva para evitar animales peligrosos. Muchas criaturas venenosas, como ciertas serpientes y arañas, presentan patrones que se asemejan a grupos de agujeros.

Los patrones tripofóbicos y las imágenes de animales venenosos provocan respuestas neuronales similares, lo que implica un mecanismo de evitación innato. Es posible que nuestros antepasados, que reconocían y evitaban rápidamente a estos animales peligrosos, tuvieran una ventaja para sobrevivir, y este rasgo se ha transmitido de generación en generación.

La hipótesis del animal peligroso está respaldada por investigaciones que demuestran que las imágenes de patrones tripofóbicos, como los que se encuentran en animales venenosos, provocan un aumento de la negatividad posterior temprana, una respuesta neuronal asociada con el procesamiento automático de la información visual amenazante. Esta respuesta automática sugiere que la aversión puede estar profundamente arraigada en nuestros circuitos neuronales, y que evolucionó para mejorar la supervivencia en entornos donde las criaturas venenosas planteaban amenazas significativas.

Otra perspectiva es la hipótesis de la evitación de enfermedades cutáneas, que sostiene que la tripofobia es una respuesta evolucionada para evitar enfermedades infecciosas. Muchas enfermedades cutáneas y ectoparásitos crean patrones en la piel que se asemejan a grupos de agujeros. Esta hipótesis está respaldada por estudios que muestran que las reacciones tripofóbicas están estrechamente relacionadas con el asco, una emoción primaria implicada en la evitación de enfermedades. Las investigaciones muestran que las personas con mayor sensibilidad al asco relacionado con los patógenos tienen más probabilidades de experimentar tripofobia, lo que sugiere que el miedo a los agujeros está vinculado a mecanismos evolucionados para protegerse contra las enfermedades.

Esta hipótesis se ve respaldada por estudios fisiológicos que miden la frecuencia cardíaca, la dilatación de las pupilas y la conductancia de la piel en respuesta a imágenes tripofóbicas, que muestran de manera consistente que las imágenes tripofóbicas provocan respuestas fisiológicas más fuertes en comparación con las imágenes neutrales, lo que refuerza la idea de que la tripofobia está vinculada a nuestra constitución biológica. Al provocar repugnancia, la tripofobia puede haber ayudado a nuestros antepasados ​​a mantenerse alejados de las fuentes de infección y enfermedad.

A pesar de su prevalencia, la tripofobia no está reconocida oficialmente en los principales manuales de diagnóstico, como el DSM-5. Los autores sostienen que la angustia significativa y las conductas de evitación observadas en las personas tripofóbicas justifican su reconocimiento como una fobia legítima. Si bien algunos investigadores cuestionan la clasificación de la tripofobia como una “fobia verdadera”, la evidencia presentada en el artículo sugiere que cumple muchos de los criterios de diagnóstico delineados para las fobias específicas.

El debate se centra en si la tripofobia causa malestar clínicamente significativo o deterioro en las áreas sociales, laborales u otras áreas importantes del funcionamiento. Thiebaut y sus colegas señalan que muchas personas con tripofobia manifiestan un malestar intenso y conductas de evitación que interfieren en su vida diaria, lo que indica que la afección tiene un impacto sustancial.

Los autores abogan por que se realicen más investigaciones para comprender mejor las características clínicas de la tripofobia y determinar su lugar dentro del espectro de fobias específicas. El artículo señala que la terapia cognitivo-conductual, la terapia de exposición y la medicación son prometedoras para tratar la tripofobia, y que los estudios de casos demuestran una mejora significativa de los síntomas, aunque se necesitan más investigaciones para perfeccionar estas intervenciones terapéuticas.

En general, esta revisión subraya la importancia de investigar la tripofobia y trastornos similares para comprender mejor sus orígenes, implicaciones y posibles tratamientos dentro del marco de la psicología evolutiva.

Fuente: Evolutionary Psychological Science

Articulo original: Titulo. “Why are we Afraid of Holes? A Brief Review of Trypophobia Through an Adaptationist Lens”. Autores: Gaëtan Thiebaut, Alain Méot, Pavol Prokop y Patrick Bonin

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