Un nuevo estudio revela una sorprendente variabilidad en las preferencias de olores

Un nuevo estudio revela una sorprendente variabilidad en las preferencias de olores

Un estudio reciente publicado en Biological Letters encontró que, si bien existen algunas similitudes interculturales en el placer del olor, los factores culturales y ecológicos influyen significativamente en cómo se perciben los olores.

El agrado del olor afecta una amplia gama de comportamientos y preferencias humanas, que van desde elecciones dietéticas hasta interacciones sociales. Los estudios han demostrado que tanto los factores innatos como las experiencias culturales pueden moldear la forma en que percibimos los olores, pero la universalidad de estas percepciones no está clara. Al comparar las calificaciones de olores comunes entre varios grupos culturales, los investigadores Piotr Sorokowski y sus colegas examinaron si nuestras preferencias están más influenciadas por las propiedades inherentes de los olores o por los contextos culturales y ecológicos en los que los experimentamos.

En el estudio participaron 582 participantes de cinco grupos cultural y ecológicamente diversos: los hadza de Tanzania, los tsimane’ de Bolivia, los yali de Nueva Guinea y poblaciones industrializadas de Polonia y Malasia. Entre los participantes había 86 hadza, 96 malayos, 200 polacos, 144 tsimane’ y 56 yali, que representaban una gama de estilos de vida que abarcaba desde cazadores-recolectores hasta habitantes urbanos industrializados. Esta muestra diversa permitió a los investigadores examinar cómo los diferentes contextos culturales y ecológicos influyen en la percepción de los olores.

A los participantes se les presentaron 15 muestras de olores, que incluían aromas familiares como plátano, café y canela, y otros menos familiares como cuero y trementina. Estos olores fueron seleccionados para cubrir una gama de agradables según los estándares occidentales. Los participantes calificaron cada olor según su agrado y familiaridad. Los hadza y los yali proporcionaron calificaciones en una escala de 3 puntos, mientras que los malayos, los polacos y los tsimane’ utilizaron una escala de 5 puntos, cuyos extremos representaban “no me gusta nada” y “me gusta mucho”.

Para garantizar la comprensión y la coherencia, los investigadores emplearon intérpretes para los grupos no industrializados y realizaron comprobaciones pidiendo a los participantes que calificaran los mismos olores en diferentes momentos durante el estudio. Los investigadores convirtieron las diferentes escalas a una métrica común utilizando el método del porcentaje de la puntuación máxima posible (POMP), que estandariza las puntuaciones en diferentes escalas al tiempo que preserva las diferencias subyacentes en las respuestas, lo que permite realizar comparaciones significativas entre los diversos grupos de participantes.

El estudio encontró diferencias significativas en cómo los participantes de diferentes culturas calificaron el placer de varios olores. La identidad de los olores explicó una parte notable de la variación en las calificaciones: la identidad del olor representó el 14 % de la variación en la muestra completa y el 19 % si se excluye el grupo Yali. En comparación, la población explicó solo el 7% de la varianza, lo que sugiere que los olores específicos en sí mismos tuvieron un impacto más fuerte en las calificaciones de agrado que las diferencias culturales por sí solas.

La familiaridad con los olores fue el predictor más fuerte de agrado, explicando el 37% de la varianza. Esto sugiere que los participantes tendían a calificar los olores familiares como más agradables. Los hadza calificaron los olores como los menos agradables, seguidos por los malayos, los tsimane’, los yali y los polacos. La inclusión de la familiaridad en el análisis mostró diferencias aún mayores en qué tan agradables se percibían los olores, enfatizando el papel de la exposición cultural.

La familiaridad tuvo una mayor influencia en las calificaciones de los olores más agradables (como el melocotón, la fresa y el café) en comparación con los olores menos agradables (como la mantequilla, el butanol y la hierba). Este hallazgo subraya el papel de la exposición cultural en la formación de las preferencias, ya que las personas tienden a tener reacciones más positivas a los olores que encuentran con frecuencia en su vida diaria.

Los investigadores señalan que los estudios futuros deberían considerar la inclusión de olores más representativos de los contextos ecológicos y culturales de todos los grupos participantes para reducir posibles sesgos y mejorar la comparabilidad de los resultados.

Fuente: Biological Letters

Articulo original: Titulo: “Is the perception of odor pleasantness shared across cultures and ecological conditions? Evidence from Amazonia, East Africa, New Guinea, Malaysia and Poland”.  Autores: Piotr Sorokowski, Michał Misiak, S. Craig Roberts, Marta Kowal, Marina Butovskaya, Mohd Sofian Omar-Fauzee, Tomás Huanca y Agnieszka Sorokowska.

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