Un estudio reciente publicado en Nature Communications ha descubierto que las personas con anosmia congénita (una afección en la que la persona nace sin la capacidad de oler) presentan patrones alterados de respiración nasal en comparación con aquellas con un sentido del olfato normal. Estas diferencias persisten tanto durante las horas de vigilia como durante el sueño, y los hallazgos sugieren que la alteración del flujo de aire puede desempeñar un papel en algunos de los problemas de salud asociados con la anosmia.
Aunque el sentido del olfato humano suele estar infravalorado, su pérdida puede reducir significativamente la calidad de vida. Las personas con anosmia suelen manifestar dificultades emocionales, cambios en la dieta e incluso un mayor riesgo de mortalidad. A pesar de estas graves consecuencias, las razones subyacentes siguen sin estar claras. Los investigadores saben desde hace tiempo que la nariz humana cumple dos funciones: oler y respirar. Los olores influyen en la forma en que respiramos; por ejemplo, los olores desagradables suelen hacer que inhalemos menos profundamente. Dada esta conexión, los investigadores plantearon la hipótesis de que las personas con anosmia podrían experimentar patrones alterados del flujo de aire nasal. Estos cambios, especularon, podrían contribuir a las consecuencias negativas para la salud asociadas con la anosmia.
Para comprobar su hipótesis, los investigadores utilizaron un dispositivo portátil capaz de medir el flujo de aire nasal con gran precisión. Este dispositivo registró datos de forma continua durante 24 horas y registró variaciones sutiles en los patrones de respiración.
El estudio involucró a dos grupos: 21 participantes con anosmia congénita aislada (falta de sentido del olfato desde el nacimiento) y 31 participantes con un sentido del olfato normal. Los investigadores se aseguraron de que los participantes con anosmia no tuvieran otros problemas médicos que causaran su condición, como un traumatismo o una enfermedad de los senos nasales. El sentido del olfato de cada participante se confirmó mediante una prueba estandarizada, y aquellos con anosmia también mostraron una falta de bulbos olfatorios, estructuras en el cerebro responsables de procesar el olfato.
Los participantes utilizaron el dispositivo durante sus actividades diarias habituales y mantuvieron un diario para registrar sus horas de sueño y de vigilia. Con estos datos, los investigadores analizaron los patrones del flujo de aire nasal, centrándose en las diferencias entre las personas con y sin anosmia.
Los resultados mostraron diferencias significativas en el flujo de aire nasal entre los dos grupos. Si bien la frecuencia respiratoria general (medida en respiraciones por minuto) fue similar, los patrones dentro de cada respiración se alteraron notablemente en las personas con anosmia.
Un hallazgo clave fue que las personas con un sentido del olfato normal mostraron un mayor número de “picos de inhalación” durante el día. Los picos de inhalación se refieren a ráfagas sutiles de entrada de aire en una sola respiración, que probablemente reflejan el olfateo, un comportamiento natural utilizado para explorar y responder a los olores. En promedio, las personas sin anosmia tuvieron alrededor de 240 picos de inhalación más por hora mientras estaban despiertas en comparación con las personas con anosmia. Curiosamente, cuando las personas con un sentido del olfato normal se colocaron en un entorno libre de olores, sus patrones de respiración se asemejaron a los de las personas con anosmia. Esto sugiere que el aumento de los picos de inhalación en las personas con olfato normal se debe a su interacción con los olores ambientales.
El estudio también encontró diferencias en otras características respiratorias. Las personas con anosmia mostraron:
- Pausas más frecuentes durante la inhalación mientras está despierto.
- Tasas de flujo de exhalación más bajas durante la vigilia.
- Mayor variación en el volumen de aire inhalado durante el sueño.
Estos hallazgos indican que la anosmia está asociada con patrones alterados del flujo de aire nasal que persisten incluso durante el sueño, cuando el olfato juega un papel mínimo.
Los investigadores probaron además si estas diferencias en la respiración podían utilizarse para clasificar la anosmia. Mediante el aprendizaje automático, introdujeron los parámetros respiratorios más significativos en un modelo y lograron una impresionante precisión del 83 % a la hora de distinguir a los participantes con anosmia de aquellos con un sentido del olfato normal.
Los hallazgos ofrecen una nueva perspectiva sobre cómo la anosmia puede afectar la salud. Dado que el flujo de aire nasal influye en la actividad cerebral, la emoción y la cognición, los patrones de respiración alterados observados en la anosmia podrían tener consecuencias de largo alcance. Por ejemplo, se cree que las conductas de olfateo, que parecen estar reducidas en la anosmia, ayudan a regular la actividad cerebral, en particular en las regiones relacionadas con la atención y la memoria. Además, el flujo de aire irregular durante el sueño podría afectar la salud respiratoria general.
Sin embargo, el estudio tiene algunas limitaciones. Por un lado, el dispositivo solo midió el flujo de aire nasal, no la respiración bucal, lo que podría haber proporcionado una imagen más completa de los patrones respiratorios. El estudio también se basó en las actividades informadas por los propios participantes, lo que puede introducir pequeñas imprecisiones. Además, si bien la investigación destaca las diferencias en el flujo de aire, no puede determinar si estos cambios causan directamente los problemas de salud asociados con la anosmia. Estudios futuros podrían comparar a individuos con anosmia congénita con aquellos que desarrollan anosmia más adelante en la vida para explorar cómo evolucionan los patrones respiratorios con el tiempo.
A pesar de estas limitaciones, el estudio aporta pruebas de que la ausencia del olfato afecta a la forma en que respiramos. Los patrones respiratorios alterados observados en la anosmia pueden ayudar a explicar por qué esta afección está relacionada con problemas de salud más amplios. Al revelar una nueva conexión entre el olfato y la respiración, el estudio desafía la idea de que el olfato es un sentido “sin importancia” y abre la puerta a una mayor investigación sobre los efectos de largo alcance del flujo de aire nasal en la salud y el comportamiento.
Fuente: Nature Communications
Articulo original:
Título: “Humans without a sense of smell breathe differently”.
Autores: Lior Gorodisky, Danielle Honigstein, Aharon Weissbrod, Reut Weissgross, Timna Soroka, Sagit Shushan y Noam Sobel.