La especie humana lleva tan solo varios miles de años usando sistemas de lectura y escritura. Nuestra capacidad de lectura nos diferencia de otras especies animales, pero unos pocos miles de años es un plazo demasiado corto para que nuestros cerebros hayan desarrollado nuevas áreas específicamente dedicadas a la lectura.
En cambio, sí resulta factible, como algunos científicos han supuesto, que partes del cerebro que originalmente evolucionaron para otros propósitos hayan sido «recicladas» para ocuparse también de la lectura. Una investigación reciente ha explorado esta posibilidad.
El estudio lo ha llevado a cabo el equipo internacional de James DiCarlo, jefe del Departamento de Ciencias del Cerebro y Cognitivas del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Cambridge, Estados Unidos. En la investigación también han trabajado Rishi Rajalingham, Kohitij Kar y Sachi Sanghavi, los tres del MIT, así como Stanislas Dehaene, del Colegio de Francia (Collège de France).
DiCarlo y sus colegas han encontrado indicios de que una parte del sistema visual dedicada al reconocimiento de objetos ha adoptado una función adicional, utilizándose para un componente fundamental de la lectura: la habilidad de reconocer letras y palabras escritas.
El nuevo estudio ofrece pruebas de que en el cerebro humano la corteza inferotemporal, especializada en realizar el reconocimiento de objetos, ha asumido una función adicional, sirviendo a un componente clave de la lectura: la habilidad de reconocer letras y palabras escritas. (Imagen: Jose-Luis Olivares, MIT)
Los resultados del nuevo estudio sugieren además que incluso en los primates no humanos, que no saben leer, una parte del cerebro llamada «corteza inferotemporal» es capaz de realizar tareas como distinguir palabras de entre palabras sin sentido, o escoger letras específicas de una palabra.
DiCarlo y Dehaene se interesaron en el estudio de los mecanismos neurales subyacentes en el reconocimiento de palabras después de que unos psicólogos cognitivos de Francia comprobasen que los monos babuinos de un experimento podían aprender a discriminar entre palabras y conjuntos sin sentido de letras. Los resultados de aquel estudio se presentaron públicamente en 2012. (Fuente: NCYT de Amazings)