Redacción
Lunes, 27 de Enero de 2020
Psicología
Nuestra percepción del tiempo es muy relativa. Y más aún cuando se refiere a la historia. Ello puede dar lugar a aparentes paradojas. A continuación comentamos varias:
La famosa reina egipcia Cleopatra está más cerca de ser contemporánea de los primeros aviones supersónicos que de la construcción de la Gran Pirámide de Egipto y la de la Gran Esfinge, hoy símbolos inconfundibles del Antiguo Egipto. Pero no viajó al futuro en la máquina del tiempo. Simplemente, vivió en el siglo I antes de Cristo, y debido a ello el tiempo que la separa de la construcción de esos portentosos monumentos es varios siglos mayor que el que la separa de los primeros vuelos de esa clase.
El Antiguo Egipto corresponde a un periodo de la historia mucho más largo de lo que podría parecer, mientras que el primer vuelo supersónico de la historia lo efectuó Chuck Yeager el 14 de octubre de 1947, a los mandos de un avión experimental Bell X-1, soltado en el aire desde otro avión portador. Una vez libre, el avión desarrolló toda su potencia y Yeager se convirtió en el primer ser humano en romper la barrera del sonido, el extraño y fascinante momento en el que un objeto comienza a desplazarse a mayor velocidad que la del sonido.
Clyde Tombaugh, el descubridor de Plutón, nació cuando solo habían transcurrido poco más de 2 años desde el primer vuelo de un avión, el de los hermanos Wright en diciembre de 1903. Tombaugh nació en una época en la que todavía había dudas sobre si los aviones llegarían a ser algo más que una mera curiosidad técnica. Sin embargo, en el transcurso de la vida de un solo individuo, en este caso Tombaugh (1906-1997), la aviación progresó de manera espectacular, a ella se le sumó la astronáutica, y esta última fue capaz de desarrollar la tecnología necesaria para efectuar vuelos interestelares, de tal modo que pocos años después de la muerte de Tombaugh fue posible embarcar parte de sus cenizas a bordo de la sonda espacial New Horizons y estas han sobrevolado el astro que ese astrónomo descubrió, Plutón, y van rumbo al espacio interestelar.
Pirámide egipcia. (Foto: Wikimedia Commons/Nina Aldin Thune)
El tiempo desbocado
La famosa novela «Moby Dick» de Herman Melville, acerca de una peligrosa ballena y de un capitán de barco que anhela matarla, se publicó en 1851. La longevidad de algunas especies de ballenas es tan grande (hasta 200 años) que algunas de las ballenas que vivían cuando se publicó esa novela pueden todavía hoy seguir surcando los mares, como si el tiempo no hubiera transcurrido.
La vida vegetal parece que siempre debe ser más antigua que la animal, pero a veces las apariencias engañan. Si aceptamos como tiburones a sus ancestros evolutivos inmediatos que, en muchos rasgos eran como los tiburones actuales, entonces resulta que los tiburones aparecieron en el tiempo antes que los árboles, por más enraizada que tengamos en nuestra mente la idea de los árboles como sinónimo de perdurabilidad y antigüedad.
Los antiguos imperios, como por ejemplo el azteca, parecen cosa del pasado lejano, en tanto que una institución que funcione actualmente y sea muy famosa, como por ejemplo la Universidad de Oxford, parece más moderna. Sin embargo, la Universidad de Oxford es más antigua que el imperio azteca. Se desconoce la fecha exacta de su fundación, pero ya se impartían en ella algunas enseñanzas en el año 1096, y su actividad docente aumentó con rapidez a partir de 1167, a raíz de medidas políticas impulsadas por el rey Enrique II de Inglaterra. Aún habrá que esperar un par de siglos de tiempo antes de que se pueda hablar de un imperio azteca propiamente dicho. Otras universidades en funcionamiento que son más antiguas que el imperio azteca son, por ejemplo, la de Salamanca en España, la de Bolonia en Italia y la de Cambridge en el Reino Unido. (Fuente: NCYT Amazings)