Artículo del blog Cierta Ciencia, de la genetista Josefina Cano, que recomendamos por su interés.
Desde los inicios en la investigación de la inteligencia siempre se buscó establecer una correlación entre las diferencias inter individuales, medidas con diversas pruebas, con algunas características biológicas. Los intentos más tempranos relacionaron de forma directa el tamaño del cerebro con la inteligencia, y ya desde el siglo XIX científicos como Broca y Galton postularon la existencia de una estrecha correspondencia entre medidas, más bien burdas, del tamaño de la cabeza y las habilidades cognitivas.
La adopción de técnicas más modernas de imágenes no ha variado mucho el rumbo de asociar cerebros mayores con la mejor capacidad de realizar de forma más eficiente las tareas relacionadas con la inteligencia.
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