Comisión del Ejercicio Privado, del Intrusismo y Defensa de la Profesión del Consejo General de la Psicología de España
Los profesionales de la Psicología que ejercemos en el ámbito privado, estamos expuestos nosotros mismos a una situación de incertidumbre no sólo por el posible contagio del COVID-19, también por la incertidumbre laboral que se nos ha presentado al no poder mantener los niveles de trabajo que estábamos realizando habitualmente.
Como expertos en la resolución de problemas que somos, la primera medida que nos conviene adoptar es generar alternativas a las situaciones que nos preocupan.
Una de las alternativas es realizar trabajo a través de intervenciones telemáticas, online, telefónicamente, comunicación escrita, etc.
La realidad de estas opciones es que no todos los pacientes/clientes van a aceptar este sistema de intervención. En algunos casos requiere de cierta habilidad del terapeuta para animar a probar estos sistemas y darles la opción de continuar o no en base a su experiencia. Plantear esto preferiblemente por teléfono.
La intervención telefónica debe ser acordada en tiempo, al igual que la intervención online o presencial. También conviene informar de la tarifa económica.
No usar sistemas de telecomunicación públicos, asegurarse de que estén encriptados.
Si el sistema informático del profesional no está en condiciones, informar al paciente con tiempo y posponer la sesión.
Esto requiere que si bien las plataformas deben guardar los requisitos de seguridad y estar sujetos a la Ley Orgánica de Protección de Datos y garantía de Derechos Digitales (LOPDGDD) es importante que sea fácil el uso para el paciente, o que personas cercanas de su familia puedan prepararles los dispositivos electrónicos para estar en condiciones de iniciar la sesión.
Como ya se indica en la Guía de la Telepsicología, es necesario tener el teléfono a la vez que se desarrolla la sesión, con el fin de no perder el contacto en aquellos momentos que pudiera fallar la conexión. Esta medida conviene planteársela al paciente/cliente previamente a iniciar la sesión.
Recordar a las personas que van a recibir nuestra atención, la importancia de estar solas en el espacio donde se va a realizar la intervención online.
Las personas que tienen hijos pequeños orientarles a elegir momentos que no estén sujetos a interrupciones.
Conviene a través de un acuerdo escrito firmar un compromiso de confidencialidad.
Conviene tener localizados números de urgencias u otros servicios sanitarios que el paciente nos debe proporcionar si no estuviera en la localidad donde el terapeuta realiza la intervención.
Si se diera en la misma localidad los podemos localizar nosotros mismos, con el fin de no alarmar. Esta medida se debe adoptar sobre todo con población más vulnerable.
Con pacientes nuevos, conviene dar a conocer nuestro número de colegiado y a qué Colegio profesional pertenecemos.
Las mismas medidas que nosotros recomendamos a la población general, conviene que nos las apliquemos para la realización de nuestro trabajo.
Preparar la agenda con aquellos pacientes que aceptan la terapia online, con los que no, realizar un seguimiento telefónico de su estado, muchos pacientes están preocupados por la situación de confinamiento, no dejar de lado intervenir también en este aspecto, no sólo en la demanda que nos hicieron en su día.
El resto de los pacientes que no aceptan ninguna intervención durante la cuarentena, dejarles bien claro que pueden entrar en contacto en cualquier momento, y con los que dicen posponer, acordar ya una posible cita en un periodo próximo.
Es importante dedicar el tiempo libre para poder revisar documentos y posibles intervenciones sobre las personas después de esta emergencia sanitaria.
Los estudios sobre el impacto psicológico de las pandemias (The Lancet, vol.395, pp.912-920, marzo 2020) informan de que hay unas consecuencias psicológicas que aparecerán en la población que van a requerir intervención psicológica, problemas de ansiedad, depresión, un aumento de las conductas de estigmatización y de evitación que pueden generalizarse y mantenerse en el tiempo, entre otros.
Muchas personas van a sufrir pérdidas traumáticas y duelos al no haber podido acompañar a los familiares enfermos o realizar un entierro.
El personal sanitario va a experimentar un estrés agudo derivado de la situación laboral a la que han estado expuestos.
Puede haber un incremento de las conductas adictivas y de la violencia intrafamiliar y de género.
A pesar de que en ciertos juzgados se están llevando acuerdos sobre cómo actuar en las situaciones de custodias con los hijos, sabemos como en parejas con conflictos intensos, van a incrementarse debido a las restricciones adoptadas.
Algunas personas mayores han estado expuestas a situaciones de aislamiento y soledad extrema.
Estos ejemplos de posibles intervenciones en futuro, también nos deben abrir una esperanza para manejar el nivel de preocupación derivado de la pérdida de la actividad laboral.