¿Puede la Psicología ofrecer soluciones basadas en la evidencia para luchar contra el cambio climático?

Como ya saben nuestros lectores, en noviembre de 2019, se celebró en Lisboa (Portugal) la primera Cumbre Internacional sobre Psicología y Salud Global, un evento organizado de forma conjunta por la Asociación Americana de Psicología (APA-American Psychological Association) y la Ordem dos Psicologos Portugueses, bajo el lema “Un líder en salud global: la influencia de la Psicología en los objetivos de desarrollo sostenible» (A Leader in Global Health: Psychology’s Influence on Sustainable Development Goals). La Cumbre reunió a líderes en Psicología de todo el mundo -entre ellos, el Consejo General de la Psicología de España-, para poner de relieve el rol que desempeña la Psicología en la creación de cambios positivos a nivel mundial y promover su participación en los objetivos de desarrollo sostenible marcados por las Naciones Unidas y, más específicamente, el Objetivo 13, relacionado con la adopción de medidas urgentes para combatir el cambio climático y su impacto.

En el marco de este importante encuentro, tanto el COP como las más de 40 asociaciones de Psicología presentes, suscribieron una Declaración conjunta, dirigida a emprender actuaciones específicas en favor de la lucha contra el cambio climático

Foto: Markus Spiske Fuente: pexels Fecha descarga: 24/02/2020

A lo largo de esta Cumbre, se puso de manifiesto el papel fundamental que están jugando la conducta y las decisiones humanas en la aceleración del cambio climático, así como las perjudiciales consecuencias que tiene el mismo, tanto en el entorno natural y la salud física, como sobre la salud mental y el bienestar.

Pero, ¿de qué modo puede la Psicología ofrecer soluciones útiles y eficaces contra el cambio climático?

De acuerdo con un estudio publicado en 2018, la ciencia psicológica puede ofrecer una amplia variedad de soluciones basadas en la evidencia en la lucha contra el cambio climático. Partiendo de la premisa de que dicha problemática está, al menos en parte, enraizada en el comportamiento humano, la cuestión se aborda describiendo el cambio climático como un dilema social generalizado, que involucra conflictos sociales entre intereses personales e intereses colectivos, y conflictos temporales entre intereses a corto y largo plazo.

Tal y como señalan los autores de este estudio, si bien las personas pueden manifestar una gran preocupación por el medio ambiente, la complejidad de este dilema social particular -su abstracción, extensión de tiempo y naturaleza intergrupal- tiende a desalentar las acciones orientadas a reducir el cambio climático. La abstracción y la incertidumbre a menudo dan lugar a creencias de que otras personas están principalmente interesadas en sí mismas. Asimismo, indican, “la extensión del tiempo es compleja, porque las personas tienden a favorecer los intereses que operan en el ‘aquí y ahora’ sobre los intereses futuros”.

Dado lo anterior, el estudio se plantea de qué modo se puede “configurar la mente humana” para promover acciones que ayuden a garantizar un clima y medio ambiente colectivo y sostenible en el futuro. En esta línea, algunas investigaciones han abordado estas cuestiones examinando los roles de la personalidad y las variables de actitud, las normas sociales y las creencias, mientras que otras más recientes se han centrado en promover el compromiso público o diseñar intervenciones para abordar el cambio climático. Partiendo de la base de estas investigaciones, los autores de este estudio analizan tres aspectos clave relacionados con el cambio climático (a saber, el fomento de creencias sobre el cambio climático global, la promoción de una perspectiva más a largo plazo, y el impulso de una visión intergrupal amplia) y ofrecen una serie de recomendaciones para cada uno de ellos:

  • Las creencias existentes en la sociedad sobre el cambio climático son frágiles y cambiantes. De hecho, se ha observado un creciente escepticismo sobre la veracidad el cambio climático. Para los autores de este estudio, bajo el prisma de una perspectiva del dilema social, este escepticismo es “lamentable”, porque es menos probable que las personas emprendan acciones sostenibles si creen que con ello no se va a conseguir nada (ineficacia percibida) y que otras personas no están cooperando en la lucha contra el cambio climático (desconfianza).

    Con cuestiones abstractas como el cambio climático, las personas pueden ser propensas a utilizar sus propias teorías y heurísticas, por ejemplo, pueden sobreestimar las conductas egoístas de las personas y subestimar el comportamiento justo de otras, principalmente, cuando se tiene menos información sobre el comportamiento real de otra persona o si aumenta la incertidumbre. Ante esto, los autores recomiendan a los responsables políticos que proporcionen información objetiva, de manera concreta, dado que ello puede ayudar a las personas a desarrollar teorías que respalden un comportamiento sostenible y a actuar conforme a ellas.

  • De acuerdo con los estudios, la combinación de «joven» y «vulnerable» puede desencadenar la empatía y la necesidad de cuidado y protección. Esto se refuerza si existe una relación de parentesco. Teniendo en cuenta esto, los autores recomiendan incluir a los niños y las niñas en campañas de educación pública, para aumentar la conciencia sobre el cambio climático. Al hacerlo, también se podría transmitir el mensaje de injusticia intergeneracional, advirtiendo del daño irreversible que estamos imponiendo a las generaciones futuras (que no nos han perjudicado de ninguna manera).

    Otra táctica para promover la perspectiva a largo plazo, es incluir a asesores expertos y personas menos involucradas en el “aquí y ahora” de la comunidad, en los debates y encuentros sobre el cambio climático, especialmente en las discusiones relativas a la planificación urbana e infraestructura. Su punto de vista, enfocado a largo plazo y combinado con una comunidad centrada en los costes financieros y asuntos prácticos inmediatos, puede proporcionar soluciones integrales que serían difíciles de obtener sin expertos externos que miran hacia el futuro (por ejemplo, la implementación colectiva de sistemas de energía solar).

  • El hecho de que el cambio climático sea un problema global hace que sea necesaria una negociación internacional. De acuerdo con los autores del estudio, es en este punto donde la Psicología del conflicto intergrupal se vuelve relevante.

    Los debates y negociaciones entre representantes de diferentes grupos, como los y las líderes nacionales, pueden verse fuertemente cuestionados por la desconfianza, la rivalidad y la falta de claridad sobre la equidad. Ante esto, el estudio subraya la importancia del altruismo competitivo: la tendencia a competir por la reputación prosocial o altruista. En este sentido, y partiendo de la relevancia de una buena reputación, recomienda utilizar la mentalidad competitiva, esto es, superar a otras y otros representantes en términos de orientación futura hacia políticas del cambio climático (por ejemplo, mostrar y expresar compasión por las próximas generaciones ante este grave problema global).

Fuente: Lange, Paul & Joireman, Jeff & Milinski, Manfred. (2018). Climate Change: What Psychology Can Offer in Terms of Insights and Solutions. Current Directions in Psychological Science. 27. 096372141775394. 10.1177/0963721417753945. https://journals.sagepub.com/doi/full/10.1177/0963721417753945

Se puede acceder directamente al estudio a través del siguiente enlace:

Climate Change: What Psychology can offer in terms of insights and solutions

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