Redacción
Martes, 30 de Octubre de 2018
Psicología
Las variables psicológicas resultan determinantes en el desarrollo de la sexualidad. Un estudio realizado por un equipo de investigación formado por personal de la Universidad de Córdoba, el Instituto Maimónides de Investigación Biomédica (IMIBIC) y el Hospital Universitario Reina Sofía (España) desvela que la disfunción sexual que sufren las mujeres que han sobrevivido a un cáncer de mama se relaciona con la ansiedad fóbica, que sin embargo, no afecta a la función sexual de mujeres sin historia previa de cáncer.
Para las mujeres supervivientes al cáncer de mama, este tipo de ansiedad puede provocar que los relaciones sexuales se viven como una experiencia desagradable. Estas mujeres presentan dificultades con la excitación, lubricación, con el orgasmo y la satisfacción de una experiencia placentera como es la práctica del sexo.
Aunque hay otros factores que afectan a la disfunción sexual en las mujeres que han sido intervenidas por cáncer, este estudio publicado recientemente en la revista Psycho‐Oncology señala que el impacto psicológico puede ser suficiente para provocar un problema en el comportamiento sexual de la mujer y que pueda perder el deseo de mantener relaciones e intente evitarlas.
La investigadora de la UCO, Ana Abril Requena, explica que “la ansiedad fóbica se relaciona de forma consistente con las alteraciones sexuales en este grupo de pacientes, lo que demuestra el gran peso de los factores psicosociales sobre la sexualidad, haciendo que en estos casos las relaciones sexuales se vivan como experiencias desagradables”. Aunque es cierto que hay ciertos tipos de cáncer que afectan más a la sexualidad que otros, como aquellos relacionados conlos órganos reproductivos, la investigación revela que, en el caso del de mama, la ansiedad fóbica es el motivo principal que provoca la falta de apetencia sexual. En este grupo de pacientes, se observa una menor actividad sexual e interés por el sexo y una peor percepción del propio atractivo o feminidad.
Abril señala que los hallazgos de la investigación “pueden utilizarse para mejorar la prevención de este tipo de problemas y para desarrollar intervenciones más específicas destinadas a reducir los síntomas que afectan negativamente a la calidad de vida de las pacientes y sus parejas usando, por ejemplo, terapia conductal o métodos de relajación”.
Del estudio se deprende otro dato relacionado con la experiencia de las mujeres que han padecido esta enfermedad y que escapa de los síntomas o sus efectos secundarios. Y es que la mayoría de féminas que han sobrevivido a esta patología “no se encuentran satisfechas con la cantidad y calidad de la información suministrada por parte del personal sanitario con respecto a los efectos secundarios que la enfermedad provoca en la sexualidad después de recibir el diagnóstico y, sobre todo, el tratamiento. Los resultados de la investigación cifran en un 79,3 por ciento el porcentaje de mujeres que se manifiesta en estos términos.
Para llevar a cabo el estudio los investigadores se han basado en cuestionarios realizados a dos grupos de mujeres, uno formado por aquellas es que habían recibido un diagnóstico de cáncer y que habían finalizado el tratamiento y, otro, por aquellas sin ninguna historia de cáncer previa. Cada uno de los grupos de la muestra estaba compuesto de 30 personas, con una media de edad de 55 años, la mayoría de ellas casadas y con un nivel de estudios similar en los dos grupos. Del equipo de pacientes, la mayoría habían recibido quimioterapia (76,7%), radioterapia (73,3%), seguido por hormonoterapia (60%; 23,3%) y cirugía conservadora (50%).
Este método permite medir las diferentes dimensiones de la ansiedad con cuestionarios estandarizadostipo ISRA-B (Inventario de Situaciones y Respuestas de Ansiedad-Abreviado) y el tipo IFSF para la función sexual (Índice de Función Sexual Femenina). El primero de ellos permite obtener información sobre los tres sistemas de ansiedad (cognitivo, fisiológico y motor) y sobre cuatro rasgos específicos de ansiedad (ante situaciones de evaluación, interpersonales, fóbicas y de la vida cotidiana). Por su parte, el segundo, el IFSF, evalúa seis dominios diferentes: deseo, excitación, lubricación, orgasmo, satisfacción y dolor. (Foto: UCO)