En este contexto, advierte del elevado riesgo en la infancia de ser víctimas de estos tipos de violencia, que, en su opinión, alcanza cifras realmente preocupantes.
Según recoge el informe, las principales formas de violencia a las que niños, niñas y adolescentes pueden exponerse utilizando Internet en su vida diaria, y que más afectan a su desarrollo, son las siguientes:
– Sexting sin consentimiento: el sexting en sí mismo no es una forma de violencia, pero sí entraña un gran riesgo. Es una nueva práctica extendida entre adolescentes, especialmente en la pareja; una manera de relacionarse sexualmente en la que ambas partes consienten en intercambiar imágenes o mensajes de contenido sexual. Las cifras en España, apuntan a casi un 20% de personas de entre 18 y 20 años que ha participado alguna vez en el sexting y la media de edad en la que se hace por primera vez está entre los 15 y 16 años.
Un fenómeno relativamente reciente, que puede calificarse como sexting sin consentimiento, es la pornografía de venganza, que se caracteriza por la difusión de imágenes íntimas, habitualmente de la expareja, con el objetivo de dañarla y humillarla públicamente. Un ejemplo claro de cómo las formas de violencia ocurren a la vez: violencia en la pareja o expareja, sexting sin consentimiento (si incluye elementos sexuales) y ciberacoso.
– La sextorsión: es el chantaje o amenaza de publicar contenido audiovisual o información personal sexual. En este sentido, se entra en la dimensión online del chantaje que puede durar horas, meses o años, y que puede realizarlo una persona tanto conocida como desconocida por la víctima. Además, es muy poco probable que la y el menor que lo sufre pida ayuda, ya sea porque siente vergüenza, culpa o tenga miedo de que se difunda su material íntimo. En la mayoría de las ocasiones, el niño o la niña temen que su círculo familiar y de amistades descubra que ha compartido material sexual.
– Violencia online en la pareja o expareja: definida como el conjunto de comportamientos repetidos que pretenden controlar, menoscabar o causar un daño a la pareja o expareja, por lo que es muy probable que quien sufra o provoque violencia en el mundo físico, lo haga también en el virtual.
Para Save The Children, el peligro añadido que caracteriza a este tipo de violencia entre adolescentes, se produce cuando se justifica, se resta importancia o se menosprecian las consecuencias de estas conductas, habiendo ocasiones en las que se confunden como una expresión de amor o afecto. Por ejemplo, que los celos son una expresión de amor o que estar con una persona otorga el derecho de controlarla.
Por este motivo, pone de relieve la necesidad de que niñas, niños y adolescentes aprendan desde edades tempranas conductas sanas, libres de las desigualdades y los roles de género e identificar los comportamientos que son violentos, evitando normalizarlos. Esto constituye una forma de prevención clave contra la violencia en la pareja, especialmente contra la violencia de género.
– Ciberacoso y ciberbullying. La conexión entre el acoso y ciberacoso es directa. Sufrir o ejercer ciberacoso está relacionado con la implicación en el acoso tradicional, así como las altas probabilidades de quien ejerce o sufre acoso, lo reproduzca también en el mundo virtual.
Mientras que el bullying se produce principalmente en los centros escolares, el cyberbullying escapa de este espacio y puede darse entre menores de distintas escuelas, fuera del horario lectivo y extenderse indefinidamente en el tiempo.
– El happy slapping (bofetada feliz en español), es la violencia que consiste en la grabación de una agresión, física, verbal o sexual hacia una persona, y que se difunde posteriormente mediante las tecnologías de la comunicación. El happy slapping suele conllevar una red extensa de personas que participan en la victimización, al compartir o reenviar el vídeo a sus múltiples contactos. Como bien indica el informe, esta conducta es un uso insano e irresponsable de las redes, donde agresores o agresoras no se sienten responsables de causar ningún daño y juegan en la ambigüedad entre ser cómplice o testigo.
– El online grooming (acoso y abuso sexual online) es un delito por el cual una persona adulta contacta electrónicamente con un niño, niña o adolescente, ganándose poco a poco su confianza con el propósito de involucrarle en una actividad sexual, que puede ir desde hablar de sexo y obtener material del mismo tipo, hasta mantener un encuentro sexual.
– Exposición involuntaria a material sexual y/o violento. A razón del texto, en la actualidad, niñas, niños y adolescentes tienen acceso ilimitado a internet, por lo que el material de componente sexual y/o violento está a disposición de cualquiera que navegue por la red. Sin pretenderlo, pueden exponerse a un contenido que no es apropiado para su edad, y que puede afectar a su desarrollo y a su comprensión de las relaciones personales.
– Incitación a conductas dañinas: en los últimos años ha habido una creciente proliferación de plataformas que explican o incitan a la autolesión o webs de promoción de trastornos alimenticios como la anorexia o la bulimia, etc.; la exposición de los menores a ellas, puede afectar a su salud e integridad física.
– El Sharenting o sobreexposición de menores en Internet: la sobreexposición de la infancia en la red puede suponer la vulneración de sus derechos, ya que siendo ellas y ellos titulares de los mismos, no han podido prestar su consentimiento porque no tenían la madurez suficiente para ello.
La hipersexualización de niñas y niños (aunque afecta más a las primeras) que se realiza en ocasiones, también les expone a ciertas formas de violencia. Especialmente, supone un peligro colgar estas imágenes en plataformas de vídeos online, ya que están disponibles para todo tipo de personas. Esta hipersexualización también puede afectar a su desarrollo personal y autopercepción, obligándoles a encasillarse e intentar imitar continuamente este modelo de género.
De acuerdo con el informe, las diferentes formas de violencia se relacionan entre ellas, formando un ciclo del que es muy difícil salir (polivictimización). Así, la «sextorsión» puede derivar al «sexting» sin consentimiento y, a su vez, este acabar en ciberacoso o acoso sexual.
Sin embargo, el informe lamenta la dificultad extrema de conocer la dimensión real de esta problemática, dado que, pese a que la violencia en Internet se refleja en diferentes comportamientos, en muchas ocasiones, niños, niñas y adolescentes no cuentan qué les sucede.
Por este motivo, ante la insuficiencia de datos oficiales en la materia y con el fin de conocer mejor la realidad de la violencia contra la infancia en las redes, han emprendido un estudio propio sobre las diferentes formas de violencia, consistente en una encuesta online con cerca de 400 jóvenes, de entre 18 y 20 años de toda España, para conocer si durante su infancia y adolescencia les ha afectado alguno de los tipos de violencia online, y en qué medida.
Los datos obtenidos son los siguientes:
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Uso de internet
La edad del primer acceso a Internet ha variado bastante, siendo la edad más habitual los 12 años, con una edad media de acceso de 11 años.
Un 43,1% se ha conectado a Internet entre una o dos horas al día, mientras que un 34,7% lo ha hecho entre 3 y 4 horas y el 13,2% durante más de 4 horas al día.
Con relación al control o limitaciones de padres y madres en el uso, el 51,9 % de participantes revela que no tenían normas y, quienes sí tenían, la regla más común era/es el límite de horas de conexión a Internet y la explicación sobre los riesgos que se podrían encontrar navegando por la red. Las redes más utilizadas entre los menores de edad, son WhatsApp, Instagram, YouTube y Facebook.
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Experiencia de violencia
El 75,1% de las personas encuestadas ha sufrido alguna vez algún tipo de violencia online durante su infancia y al menos un 47% ha sufrido más de un tipo de violencia. Los tipos de violencia que más han sufrido los encuestados fueron la exposición a contenidos sin consentimiento, el ciberacoso y el online grooming o ciberembaucamiento.
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Sexting sin consentimiento
El 3,74% confirmó haber sufrido alguna vez este tipo de violencia, el 2,49% entre una o dos veces y el 0,75% de tres a cinco veces, sin diferencias significativas por género. La edad media en la que les sucedió por vez primera es similar a la de la práctica del sexting: en torno a los 14 años. La persona con la que más frecuencia lo provocó fue la chica o chico con la que salían.
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Sextorsión
El 3,24% de la muestra reportó haber sufrido sextorsión en algún momento, siendo la edad media de la primera vez entre los 14 y 15 años. De nuevo, el informe muestra que la sextorsión es una forma de violencia en la pareja, ya que la persona más frecuente que la provocaba era la persona con la que salía la víctima. En un nivel de frecuencia similar, personas desconocidas, amistades o compañeros y compañeras de escuela se mencionan como delincuentes de este delito.
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Violencia en la pareja o expareja
Destacan aquí por su frecuencia la sextorsión y el sexting sin consentimiento, donde la pareja fue la persona que se mencionó más veces como agresora.
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Ciberacoso
El 39,65% de las personas encuestadas ha sufrido ciberacoso en su infancia y el 27,43% entre una o dos veces. Las cifras indican que la frecuencia de este tipo de violencia afecta más a chicas que a chicos (el 46,7% de las jóvenes encuestadas frente al 33,1 % de ellos).
Con respecto a la media de edad en la que se vieron afectados y afectadas por primera vez, esta fue entre los 8 y los 9 años de edad, si bien la mayoría lo sufrió por primera vez a los 15 años.
En cuanto a la persona ciberacosadora, un 45,83% era una amistad o compañero o compañera del centro y un 15,83 % una persona desconocida.
El 4,24 % de las personas encuestadas han sufrido ciberacoso sexual en su infancia o adolescencia, siendo la media de edad los 15 años, aunque la gran diferencia con el ciberacoso es que la persona que con más frecuencia lo provocó era desconocida (frente a la segunda más frecuente, que era la expareja).
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Happy slapping
El 5,74% de los encuestados reportó haber sido víctima de esta violencia en alguna ocasión. La edad media en la que lo sufrieron por primera vez fue a los 14 años y, de igual modo que en el caso del ciberacoso, la persona que más frecuentemente ha causado la violencia era una amiga o amigo o un compañero o compañera de la escuela. Empero, también destacan otras personas responsables.
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Online grooming
El 21,45% de las personas encuestadas han sufrido online grooming, y el 15% una o dos veces, con una edad media en torno a los 15 años. En línea con los distintos estudios al respecto, quien más frecuentemente abusa es una persona desconocida (49,18%).
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Exposición involuntaria a material sexual y/o violento
La mitad (51,12%) de las personas encuestadas han sido expuestas involuntariamente alguna vez. El 28,18% lo sufrió una o dos veces, el 8,23% de tres a cinco veces y el 14,71% lo hizo en más de seis ocasiones. La media de edad en la que se produjo la exposición oscila en torno a los 15 años.
En lo que se refiere a la figura del exhibicionismo, un 23,19% lo ha sufrido alguna vez durante su infancia o adolescencia y un 16,21% una o dos veces. En la mayoría de ocasiones, las personas que les mostraron el material eran desconocidas, aunque en casi una quinta parte de las respuestas confirmaron que fue una amistad o una compañera o compañero de escuela.
Atendiendo a todo lo anterior, Save The Children advierte de las negativas consecuencias que pueden tener estas formas de violencia en el desarrollo infanto-juvenil, y subraya la trascendencia de prevenirlas.
A este respecto, la respuesta que dé el entorno determinará en gran medida los efectos de la violencia: un entorno protector, preparado y formado, limitará daño y ayudará en la recuperación. Sin embargo, cuando no hay formación, el entorno no lo trata como es debido, el proceso posterior a la agresión puede revictimizar al niño, niña o adolescente.
Los autores del informe recuerdan que antes de etiquetar y señalar a quien acosa, es necesario recordar que no dejan de ser niños, niñas y adolescentes. La respuesta ante el ciberacoso debe garantizar también sus derechos y estar encaminada a la recuperación de la víctima, reeducación y toma de conciencia. Así, podremos evitar que esta conducta se perpetúe en su futuro, ayudando a prevenir la violencia en su vida adulta.
Ante un fenómeno tan complejo como el estudiado en este informe, se incide en que la respuesta debe ser integral, abarcando todas las vertientes del problema, por lo que afirma que la forma más eficaz de actuar contra la violencia se basa en la prevención y, especialmente, en la educación en positivo a niños y niñas y a personas adultas. Así, la educación afectivo-sexual y la formación en un uso responsable y seguro de internet son instrumentos muy poderosos contra la violencia hacia niños, niñas y adolescentes.
El documento finaliza exponiendo diversas medidas generales para acabar con este tipo de violencia, y una serie de recomendaciones específicas dirigidas a niñas, niños y adolescentes, familias, profesionales de distintos ámbitos (educación, salud mental, fuerzas de seguridad y del ámbito legal, académicos, etc.), y para la sociedad, de modo que todos y todas podamos unirnos en la lucha contra la violencia contra la infancia.
Se puede acceder al informe desde la página Web de Save The Children, o bien directamente a través del siguiente enlace:
Análisis de la violencia contra la infancia y la adolescencia en el entorno digital