Un estudio reciente publicado en Emotion pone en tela de juicio la idea de que las personas pueden encontrar cierta satisfacción en que sus expectativas pesimistas se confirmen, incluso si el resultado es negativo. Contrariamente a la noción del “placer del agorero”, los resultados indican que las personas no experimentan emociones positivas cuando tienen razón en cosas malas.
El concepto de “placer del agorero” surge de la idea de que las personas pueden obtener cierto consuelo emocional o validación cuando sus predicciones pesimistas se hacen realidad, incluso si el resultado es negativo. Esta noción sugiere que la satisfacción emocional de estar en lo cierto puede, en algunos casos, superar el impacto negativo del resultado en sí. Por ejemplo, una persona que predice constantemente desastres puede sentir una sensación de superioridad o validación cuando sus advertencias se confirman, incluso si ahora se enfrenta a una situación desagradable.
La idea detrás de la investigación se basa en un marco teórico conocido como procesamiento predictivo, que propone que el cerebro intenta constantemente predecir eventos futuros basándose en experiencias pasadas. Según este marco, cuando las predicciones del cerebro se confirman, puede desencadenar una respuesta de recompensa, incluso en situaciones en las que la predicción implica resultados negativos. Los investigadores intentaron poner a prueba esta idea examinando cómo reaccionan las personas emocionalmente a eventos negativos y positivos esperados e inesperados.
“Me interesé en este tema por varias razones. En primer lugar, este estudio formaba parte de un proyecto de investigación más amplio cuyo objetivo era comprender mejor la dinámica compleja de las experiencias emocionales”, afirmó el autor del estudio, Inon Raz, investigador postdoctoral en el laboratorio de Michael Gilead en la Universidad de Tel Aviv.
“Buscamos explorar los mecanismos subyacentes que dan forma a las respuestas emocionales, un componente crucial en una investigación más amplia que incluye estudios de imágenes funcionales del cerebro y análisis longitudinales de los cambios emocionales a lo largo del tiempo. Al integrar conocimientos de la neurociencia, la psicología y el análisis de los acontecimientos vitales, nos propusimos formar una visión más completa de los procesos que rigen las reacciones emocionales”.
“Además, el estudio tiene importancia teórica en relación con los marcos cognitivos emergentes, como las teorías de procesamiento predictivo”, explicó Raz. “Estas teorías sugieren que en el núcleo de la cognición humana se encuentra el impulso fundamental de predecir resultados futuros en nuestro entorno. Este concepto ofrece una perspectiva nueva sobre los procesos cognitivos, pero es difícil de poner en práctica en un entorno experimental sencillo”.
“Nuestra atracción por este enfoque teórico nos llevó a diseñar un estudio que, en esencia, juega con la idea de si las experiencias emocionales podrían reflejar las predicciones que proponen estos marcos. Al hacerlo, nos propusimos descubrir si las emociones se alinean con el impulso del cerebro hacia la coherencia cognitiva o si las preocupaciones pragmáticas prevalecen sobre esta necesidad en momentos de gran carga emocional”.
Los investigadores realizaron dos experimentos con un total de 500 participantes para evaluar cómo reaccionan emocionalmente las personas cuando sus expectativas, ya sean optimistas o pesimistas, se ven confirmadas o contradichas por la realidad.
En ambos experimentos, se mostró a los participantes una serie de imágenes con contenido emocional positivo o negativo. Antes de que apareciera cada imagen, se les dieron símbolos que sugerían si la imagen que se avecinaba sería positiva o negativa. Los símbolos fueron precisos en el 77% de los casos, lo que significa que las expectativas de los participantes se confirmaron en la mayoría de los ensayos. Sin embargo, en el 23% de los ensayos, los símbolos fueron engañosos, creando un escenario en el que se violaron las expectativas de los participantes.
“A diferencia de muchos otros trabajos de investigación, la importancia de nuestros hallazgos no radica tanto en su relevancia directa para la persona promedio como en sus implicaciones teóricas”, afirmó Raz. “La reapertura de las teorías de la consistencia, que sugieren que las personas se esfuerzan por lograr una alineación entre sus predicciones y la realidad, es ciertamente nueva. Sin embargo, no somos los primeros en reexaminar estas ideas: Kruglanski y sus colegas (2018) fueron una inspiración clave para nuestro trabajo, ya que reconsideraron la consistencia cognitiva en la psicología social”.
“En nuestro estudio, vamos un paso más allá al examinar si, y en qué situaciones, podemos observar expresiones que puedan relacionarse con la necesidad básica de predecir la realidad (un tema central en las teorías de procesamiento predictivo) dentro de la experiencia emocional humana. Si bien nuestra investigación no pretende ofrecer respuestas definitivas, desafía el pensamiento existente y abre nuevas preguntas sobre cómo estos procesos cognitivos podrían influir en las respuestas emocionales”.
Los investigadores también examinaron cómo las características individuales, como la necesidad de certeza o niveles más elevados de ansiedad, podrían influir en las respuestas emocionales a la confirmación de las expectativas. Sin embargo, no encontraron evidencia de que estos rasgos influyeran en cómo se sentían los participantes cuando sus predicciones se confirmaban o se desmentían. Esto sugiere que el impacto emocional de que se validen las expectativas negativas es un fenómeno general, que no se ve influido significativamente por las diferencias individuales en la personalidad o los rasgos psicológicos.
“Nos sorprendió la falta de diferencias individuales en la necesidad de cierre y otras dimensiones psicológicas relevantes en cómo las personas evaluaron la información previa o respondieron a la confirmación de las expectativas en nuestro paradigma, lo que sugiere que estos procesos pueden ser más universales de lo que pensábamos inicialmente”, dijo Raz.
Una limitación es que los investigadores se centraron en períodos de tiempo muy cortos para captar las respuestas emocionales crudas de los participantes, pero es posible que en períodos más largos, las personas reflexionen sobre sus predicciones de manera diferente. “Nuestro estudio se centró en las reacciones emocionales iniciales así como momentáneas y no exploró por completo el papel de la excitación o los procesos emocionales a largo plazo”, señaló Raz. “Además, nuestros hallazgos se basan en un único paradigma experimental, lo que puede limitar la generalización de los resultados. Estudios futuros que utilicen múltiples paradigmas y examinen tanto las dimensiones emocionales como las semánticas proporcionarían una comprensión más completa”.
El estudio plantea preguntas interesantes sobre cómo las experiencias emocionales están condicionadas tanto por las expectativas como por los resultados. Los investigadores sugieren que los estudios futuros deberían explorar el equilibrio entre el deseo de las personas de coherencia cognitiva (querer que sus predicciones sean correctas) y su deseo de obtener resultados positivos.
“Nuestro objetivo a largo plazo es crear condiciones experimentales en el laboratorio que nos permitan desentrañar la influencia del conocimiento de las preocupaciones pragmáticas”, “Queremos desarrollar un marco estable que pueda manipular la importancia relativa del conocimiento en situaciones específicas, en particular en relación con las recompensas. Si bien ya existen paradigmas que demuestran dinámicas similares, estos aún no se han explorado por completo en estudios humanos, y esta línea de investigación requerirá un trabajo extenso en muchos experimentos” concluyo Raz.
Fuente: Emotion
Articulo original:
Título: “Is It Better to Be Happy or Right? Examining the Relative Role of the Pragmatic and Epistemic Imperatives in Momentary Affective Evaluations,”
Autores: Inon Raz, Niv Reggev y Michael Gilead.