El viaje significativo o transformador se entiende mejor no como un rito, sino como una práctica de seis fases, basada en experiencias humanas básicas. Estas fases pueden repetirse y superponerse dentro del mismo viaje, al igual que las aventuras giran y giran. Revisemos a continuación cada una de seis fases:
- Anticipación
Viajar comienza mucho antes de la salida, mientras investigamos y planificamos. Pero la anticipación es más que logística. Los holandeses lo llaman acertadamente «voorpret»: literalmente, el placer antes.Cómo y qué anticipan las personas en cualquier situación dada tiene el poder de dar forma a su experiencia, para bien o para mal, incluso cuando se trata de prejuicios. Los experimentos de psicología, por ejemplo, han demostrado que cuando los niños anticipan una mayor cooperación entre grupos, pueden reducir su sesgo a favor de su propio grupo.Pero la fenomenología, una rama de la filosofía que estudia la experiencia y la conciencia humanas, enfatiza que la anticipación también está «vacía»: nuestras intenciones y expectativas conscientes de lo que está por venir podrían cumplirse o desvanecerse en un momento futuro.Con eso en mente, los viajeros deben tratar de permanecer abiertos a la incertidumbre e incluso a la decepción.
- Salir
Irse de viaje puede despertar emociones profundas que están ligadas a nuestras primeras experiencias de separación. Los estilos de apego que los psicólogos estudian en los bebés, que dan forma a la seguridad con la que las personas se sienten en sus relaciones, continúan moldeándonos como adultos. Estas experiencias también pueden afectar la comodidad de las personas al explorar nuevas experiencias y salir de casa, lo que puede afectar la forma en que viajan.Algunos viajeros se van con emoción, mientras que otros experimentan vacilación o culpa ante el alivio y la emoción de la partida. La atención plena sobre las etapas del viaje puede ayudar a las personas a controlar la ansiedad.
- Rendirse
Los viajeros no pueden controlar su viaje: se cancela un vuelo o se descompone un vehículo; el informe meteorológico predice la luz del sol, pero llueve durante días y días. Hasta cierto punto, tienen que rendirse a lo desconocido.Las culturas occidentales modernas tienden a ver la «rendición» como algo negativo, como izar una bandera blanca. Pero como concepto terapéutico, la entrega ayuda a las personas a dejar de inhibir los hábitos, descubrir un sentido de plenitud y experimentar la unión con los demás. El perfeccionista aprende que un itinerario cambiado no significa una experiencia de viaje disminuida y deja ir su miedo al fracaso. La persona con un fuerte sentido de independencia crece en vulnerabilidad a medida que recibe atención de extraños.De hecho, algunas teorías psicológicas sostienen que el yo anhela la rendición, en el sentido de liberación: derribar sus barreras defensivas y encontrar la libertad de los intentos de controlar el entorno. Adoptar ese punto de vista puede ayudar a los viajeros a hacer frente a la realidad de que las cosas pueden no salir según lo planeado.
- Reunión
El encuentro o reunión, la cuarta fase del viaje, es la invitación a descubrirse a sí mismo y a los demás de nuevo.Todas las culturas tienen «reglas de reconocimiento» inconscientes, sus propias costumbres y formas de pensar arraigadas, lo que hace que sea más difícil forjar conexiones interculturales. Llevando estereotipos conscientes e inconscientes, los viajeros pueden ver a algunas personas y lugares como incultos, peligrosos, pobres o sexuales, mientras que los anfitriones pueden ver a los viajeros como ricos, ignorantes y explotables.Ir más allá de tales estereotipos requiere que los viajeros sean conscientes de los comportamientos que pueden agregar tensión a sus interacciones, conociendo temas de conversación que deben evitar, por ejemplo, o siguiendo los códigos de vestimenta locales.En muchas partes del mundo, esos desafíos se intensifican por el legado de la colonización, lo que dificulta que las personas se enfrenten de manera auténtica. Los puntos de vista coloniales todavía influyen en las percepciones occidentales de los grupos no blancos como exóticos, peligrosos e inferiores.Comenzar a superar estas barreras exige una actitud conocida como humildad cultural, que es más profunda que la «competencia cultural», simplemente conocer una cultura diferente. La humildad cultural ayuda a los viajeros a hacer preguntas como: «No lo sé», «Por favor, ayúdame a entender» o «¿Cómo debería …»
- Cuidado
Cuidar implica superar la «irresponsabilidad privilegiada”: cuando un viajero no reconoce su propio privilegio y se hace responsable de él, o no reconoce la falta de privilegio de otras personas.Los viajes se vuelven irresponsables cuando los turistas ignoran las injusticias e inequidades que presencian o la forma en que sus viajes contribuyen al desarrollo de la crisis climática. Éticamente, la «empatía» no es suficiente; los viajeros deben buscar la solidaridad, como un acto de «cuidar con». Eso podría significar contratar guías locales, comer en restaurantes familiares y ser conscientes de los recursos como la comida y el agua que utilizan.
- Regreso
Los viajes terminan regresando a casa y esto puede ser una experiencia desorientadora.Regresar puede causar un choque cultural inverso si los viajeros luchan por reajustarse. Pero ese shock puede disminuir a medida que los viajeros comparten sus experiencias con otros, se mantienen conectados con los lugares que visitaron, profundizan su conocimiento sobre el lugar y la cultura, anticipan un posible viaje de regreso o se involucran en causas que descubrieron en su viaje.Es importante reflexionar sobre estas seis fases ya que esto puede invitar al tipo de atención plena necesaria para un viaje transformador y ético. Y en medio de una pandemia, la necesidad de viajes reflexivos que prioricen el bienestar de las comunidades anfitrionas es clara.Fuente: The Conversation