Todos tenemos problemas, es una parte inevitable de estar vivos. Pero a veces, cuando intentamos concentrar nuestras energías en resolver estos problemas, es posible que en realidad estemos haciendo algo mucho menos productivo: preocuparnos.
En la literatura sobre ansiedad, preocuparse se define como un patrón repetitivo de pensamiento negativo sobre problemas sin resolver y amenazantes que podrían terminar mal. No se trata solo de tener un pensamiento negativo. En cambio, la preocupación es un período sostenido de pensamiento negativo sobre el problema y, a menudo, se centra en los resultados del peor de los casos.
No es raro que las personas confundan la preocupación con la resolución de problemas. Pero desafortunadamente, a pesar de nuestras mejores intenciones, la preocupación en realidad descarrila el proceso de resolución de problemas.
Como investigadoras preocupadas, Michelle Newman y Sandra Llera, estudiaron cuidadosamente la literatura sobre este tema y también realizaron su propia investigación.
De sus resultados obtuvieron algunas ideas sobre cómo saber cuándo está uno preocupado o resolviendo problemas, y cómo cambiar estos patrones.
1) Cuando estés pensando en el tema o problema, tómate un momento para evaluar cómo te sientes. ¿Estás tenso, angustiado y molesto? Si es así, puedes que te preocupes.
En su lugar, trata de respirar lentamente con el diafragma y relájese. Si eso no ayuda, tal vez decidas volver al problema cuando hayas tenido la oportunidad de calmarte (por ejemplo, sal a correr, toma una ducha, etc.). Solo asegúrate de que realmente regreses a él.
2) ¿Pasas mucho tiempo enfocándote en cómo las cosas podrían salir terriblemente mal? Si es así, estás preocupado.
Recuerda, concéntrate en lo que NO quieres que suceda te quita tiempo a un pensamiento más productivo. En su lugar, concentra tu atención en tus objetivos; esto podría facilitar la búsqueda de un camino para alcanzarlos.
3) Mientras haces una lluvia de ideas, ¿te das cuenta de que descartas inmediatamente todas las soluciones por considerarlas ineficaces? Si es así, puedes estar preocupado.
Recuerda, preocuparse nos hace sentir pesimistas sobre nuestro proceso de lluvia de ideas. Encontrar muchas soluciones (incluso si algunas no son tan buenas) es una parte importante de la resolución de problemas. Simplemente acéptalos como vienen, puedes evaluarlos y ajustarlos más tarde.
Como conclusión podemos decir que cuando vayas a sentarte y concentrarte en un problema, trata de hacerlo con una mente abierta, tranquila y sin prejuicios. Define claramente el problema, identifica tus objetivos finales y piensa en positivo. Pero si te encuentras cayendo en pensamientos negativos (por ejemplo, pensando en todo lo que podría salir mal), no te frustres ni se des por vencido. Intenta dejar ir esos pensamientos y reenfoca tu mente en el problema mismo.
Y recuerda, a pesar de lo que puedas escuchar, no existe tal cosa como una «buena preocupación», especialmente cuando se trata de tus problemas. ¡Hay muchas formas más productivas de pasar tu tiempo!
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