Un estudio reciente de neuroimagen en el que participaron adultos jóvenes descubrió que aquellos con una reacción de sobresalto más fuerte ante amenazas impredecibles, como descargas eléctricas, eran más propensos a beber en exceso un año después. Estos individuos también mostraron una mayor reactividad en la ínsula anterior bilateral y en las regiones de la corteza cingulada anterior dorsal del cerebro cuando se los sometió a tales amenazas. El estudio fue publicado en Neuropsychopharmacology.
El trastorno por consumo de alcohol es una condición médica persistente marcada por la incapacidad de regular el consumo de alcohol a pesar de las consecuencias adversas en las esferas personal, social u ocupacional. Las personas con este trastorno anhelan intensamente el alcohol, desarrollan una mayor tolerancia al alcohol y experimentan síntomas de abstinencia cuando no beben. A menudo dan prioridad al alcohol sobre otros compromisos de la vida.
En muchos países, los adolescentes comienzan a consumir alcohol a una edad temprana. En Estados Unidos, la edad promedio del primer consumo de alcohol es 16 años. A los 18 años, más del 60% de los jóvenes han probado el alcohol. Además, el 21% de los jóvenes de 18 años admiten haber bebido en exceso durante el mes anterior. Un episodio de consumo excesivo de alcohol se define como el consumo de cuatro o más tragos de whisky estándar (o una bebida alcohólica comparable) en una sola ocasión. Por lo general, las personas diagnosticadas con un trastorno por consumo de alcohol han tenido múltiples episodios de consumo excesivo de alcohol.
La investigadora principal, Stephanie M. Gorka, y su equipo querían saber si es posible predecir el riesgo de que un individuo se emborrache temprano, basándose en el comportamiento del cerebro de la persona y su reacción ante determinadas situaciones. Estaban interesados en explorar esto en jóvenes de 17 a 19 años, porque esa es la edad en la que el consumo de alcohol comienza a aumentar.
Aunque estudios anteriores han asociado una mayor respuesta de sobresalto cerebral a amenazas impredecibles con el consumo excesivo de alcohol, el diseño de estos estudios no dejó claro si esta mayor reactividad cerebral fue una causa o un resultado del consumo excesivo de alcohol. En su investigación, Gorka y sus colegas midieron las reacciones cerebrales de los participantes ante amenazas experimentales y monitorearon sus hábitos de consumo de alcohol durante el año siguiente.
El estudio estuvo formado por 95 participantes de entre 17 y 19 años, que habían consumido entre una y 100 bebidas alcohólicas a lo largo de su vida. Se eligieron aquellos que se asociaban con compañeros propensos al riesgo y que tenían fácil acceso al alcohol debido a su riesgo potencial de desarrollar un trastorno por consumo de alcohol. La investigación se llevó a cabo en la Universidad Estatal de Ohio. Los participantes se sometieron a sesiones de laboratorio y luego informaron sobre su consumo de alcohol después de un año.
Al inicio del estudio, se evaluó a los participantes en busca de psicopatología de por vida mediante la Entrevista Clínica Estructurada para los trastornos del DSM-5 y la tarea de amenaza. Para esta tarea, se colocaron electrodos capaces de administrar descargas eléctricas en la muñeca izquierda de los participantes. Se realizaron pruebas para determinar la intensidad del shock que el participante consideraba “muy molesto pero no doloroso”.
La tarea de amenaza tenía tres condiciones: una condición sin descarga, una condición de descarga predecible con una cuenta regresiva y una condición de descarga impredecible donde los participantes no podían anticipar cuándo recibirían una descarga. Al mismo tiempo, el sistema emitía sonidos fuertes para medir el reflejo de sobresalto. Los electrodos colocados sobre un músculo debajo del ojo izquierdo registraron la respuesta de sobresalto del parpadeo y su intensidad. Después de esto, los participantes se sometieron a imágenes de resonancia magnética funcional durante las mismas tareas de amenaza, pero esta vez con electrodos en el pie izquierdo.
Los resultados indicaron que aquellos con mayor reactividad al sobresalto ante amenazas impredecibles tenían más probabilidades de beber en exceso un año después. Básicamente, por cada unidad de aumento en la reacción de sobresalto, la probabilidad de beber en exceso casi se duplicó en el año siguiente.
Las imágenes de resonancia magnética funcional revelaron que el aumento de la reactividad en las regiones de la ínsula anterior bilateral y de la corteza cingulada anterior dorsal, cuando se enfrentaban a amenazas inciertas, también se correlacionaba con una mayor probabilidad de beber en exceso un año después.
“De acuerdo con nuestras hipótesis, los resultados revelaron que la reactividad conductual y cerebral a la amenaza U [amenaza incierta, descargas eléctricas impredecibles en este caso] predice la probabilidad de beber en exceso un año después. Los hallazgos demuestran que la reactividad exagerada a la amenaza U [amenaza incierta] no es sólo un marcador del trastorno por consumo de alcohol; refleja un factor de diferencia individual basado en el cerebro que connota riesgo de problemas con el consumo de alcohol”, concluyeron los autores del estudio.
El estudio arroja luz sobre las bases neuronales del desarrollo del consumo de alcohol. Sin embargo, también tiene limitaciones que es necesario tener en cuenta. En particular, los participantes del estudio eran principalmente mujeres y el período de seguimiento se limitó a 12 meses. Una muestra más equilibrada en cuanto a género y un período de seguimiento más largo podrían haber producido resultados diferentes.
Fuente: Neuropsychopharmacology
Articulo original: Titulo: “Behavioral and brain reactivity to uncertain stress prospectively predicts binge drinking in youth”. Autores: Stephanie M. Gorka, Milena Radoman, Jagan Jimmy, Kayla A. Kreutzer, Charles Manzler y Stacey Culp.