Para las personas que padecen deterioro cognitivo o demencia el aislamiento social y las medidas implementadas para prevenir la propagación del Covid-19 ocasionan un cambio en las rutinas que les ofrecían estabilidad y seguridad. Las limitaciones para mantener el contacto con los seres queridos, realizar las actividades sociales y recreativas fuera del hogar o asistir a las instituciones donde reciben tratamiento, con la consecuente pérdida de los turnos, retraso en la obtención de la medicación o estancamiento de los programas de rehabilitación y estimulación cognitiva, además de las dificultades para comprender las medidas sanitarias provocan sentimientos de tristeza, soledad y desconcierto, dejando en evidencia la situación de vulnerabilidad a la que están expuestos los adultos mayores.
Si bien la presencia de una enfermedad neurodegenerativa crónica, como el alzheimer u otros tipos de demencia, no vuelve necesariamente a la persona que la padece más vulnerable ante el Covid-19, el factor de riesgo lo constituye la edad avanzada y la presencia de otras alteraciones comórbidas. De igual manera, la presentación clínica de esta nueva enfermedad en pacientes con deterioro cognitivo puede ser atípica, ya que experimentan escasos síntomas febriles, lo que dificulta el reconocimiento y la atención temprana. No obstante, los cambios cognitivos o conductuales bruscos, como ansiedad, depresión, irritabilidad, agresividad, confusión, alteraciones del sueño, así como cualquier modificación significativa en su estado clínico, pueden ser una señal de alerta de un posible contagio, por lo que se debe contactar con los servicios de emergencias especializados.
En este contexto, se observa que la situación de aislamiento social, preventivo y obligatorio ha impedido a muchos pacientes continuar con los tratamientos de rehabilitación cognitiva, produciéndose un agravamiento de los síntomas, así como la aparición de alteraciones emocionales o conductuales, como ansiedad, depresión e insomnio. Por este motivo, es necesario mantener el contacto con los profesionales de la salud tratantes para disponer de consultas telefónicas o recetas que provean durante varios meses de la medicación requerida, a fin de evitar las salidas a la farmacia.
Un importante factor de riesgo en los adultos mayores con deterioro cognitivo lo constituyen las dificultades para comprender y recordar las medidas de higiene y seguridad, debido a alteraciones en la memoria, situación que los expone aún más ante un posible contagio. Por ejemplo, tienen limitaciones para recordar que deben lavarse las manos, colocarse alcohol en gel, usar el barbijo, toser en el pliegue del codo o que no deben salir de sus casas. En este sentido, es necesario implementar recordatorios, tanto escritos como verbales, de manera frecuente.
Además, los problemas para acceder o seleccionar información verídica y confiable hacen que aumente la sensación de inseguridad e indefensión. Por este motivo, es necesario animar a los adultos mayores a mantenerse mentalmente activos durante el confinamiento en el hogar, mediante la realización de distintas actividades de estimulación cognitiva, como crucigramas o sopas de letras. Y, a su vez, realizar diariamente ejercicios físicos, técnicas de relajación o meditación que contribuyan a preservar el bienestar integral.
Ante esta situación de pandemia, se vuelve indispensable proporcionar a los familiares y cuidadores de personas mayores información acerca de teléfonos, páginas web u otros canales de comunicación con las obras sociales, servicios médicos y de salud mental que puedan brindar apoyo y contención para la tarea diaria de cuidado durante el aislamiento, así como realizar un adecuado seguimiento o continuar con el tratamiento mediante la modalidad virtual.
Por otra parte, en la actualidad y a partir de las recientes investigaciones desarrolladas, fue posible identificar secuelas neurocognitivas del Covid-19, es decir, efectos de la infección en el cerebro que se manifestaban a corto y a largo plazo.
Además de las secuelas típicamente conocidas, como los problemas respiratorios y cardíacos, muchos pacientes presentaban alteraciones neurológicas como cefaleas, mareos, torpeza, dolor muscular, hormigueo en las extremidades, agotamiento, pérdida del gusto y olfato, déficit en las funciones ejecutivas, principalmente en la atención y la memoria, llegando en casos extremos a manifestar delirium, accidentes cerebrovasculares o convulsiones, que predicen la aparición de signos de demencia o deterioro cognitivo a largo plazo.
El síntoma neurocognitivo más conocido que se produce como secuela del virus es la llamada “niebla cerebral”, la cual hace referencia a las dificultades para concentrarse y enfocar los pensamientos, pudiendo interferir en la capacidad de memorizar y recuperar la información, así como generar limitaciones para realizar las actividades cotidianas con la misma facilidad de antes, por ejemplo, tomar decisiones, administrar las finanzas, trabajar o cumplir con las responsabilidades y quehaceres del hogar.
Además de las características típicas de la enfermedad, existen otras causas indirectas que serían las responsables de los síntomas neurocognitivos, entre las que es posible mencionar los efectos secundarios de la ventilación mecánica que deben recibir algunos pacientes que presentan síntomas graves y los períodos prolongados de internación. No obstante, aquellos pacientes que presentaron una sintomatología más leve también manifestaron este tipo de secuelas meses después de contraer el virus.
En este sentido, resulta de fundamental importancia considerar los antecedentes de contagio de Covid-19 al momento de realizar una evaluación neurocognitiva, debido a que un gran número de pacientes presentan secuelas neurológicas que pueden abarcar síntomas cognitivos o psiquiátricos. Así mismo, se debe realizar un seguimiento periódico de las personas que han superado la enfermedad para revisar las funciones cognitivas y proporcionar programas de rehabilitación y estimulación a aquellas que sufran secuelas a largo plazo.
Fuente: Terapia NeurocognitivaAutores:Milagros Ferreyra y Martín Gabriel Jozami Nassif Miembros de Terapia Neurocognitiva