Un estudio realizado en España encontró que las percepciones de las personas sobre la edad adulta, específicamente, cuánto creen que han logrado lo que se necesita para ser un adulto, están asociadas con su salud mental. Estas percepciones se vincularon con casi todos los índices de salud mental, en particular los que evaluaban las emociones negativas. La investigación fue publicada en el International Journal of Environmental Research and Public Health.
Según la Asociación Americana de Psicología (APA), la edad adulta es la etapa de la vida que sigue a la adolescencia, que suele comenzar alrededor de los 18 años, cuando las personas alcanzan la madurez física, cognitiva y emocional. Durante la edad adulta, las personas asumen diversas responsabilidades, como mantener una carrera, formar relaciones a largo plazo y criar familias. Esta etapa se caracteriza por el desarrollo personal continuo, incluida la formación de la identidad propia y la búsqueda de objetivos.
Si bien todas las sociedades reconocen la existencia de la edad adulta, existe un debate considerable sobre cuáles son las características definitorias de un adulto. Las culturas difieren significativamente en sus puntos de vista con respecto a qué rasgos y comportamientos califican a un individuo como adulto. Estos puntos de vista también varían dentro de cada cultura, y el concepto de adultez tiende a evolucionar a lo largo de las generaciones. Inicialmente, hitos como completar la educación, iniciar una carrera, casarse o ser padre se utilizaban como marcadores de la edad adulta, pero en los últimos tiempos, este concepto se ha vuelto más ambiguo.
El autor del estudio, Mediss Tavakkoli, y sus colaboradores buscaron explorar las asociaciones entre las percepciones de la adultez, específicamente, qué rasgos y comportamientos definen la adultez, y varias dimensiones de la salud mental. Señalan que la definición de la Organización Mundial de la Salud de un individuo mentalmente sano se alinea estrechamente con lo que generalmente se consideran componentes de la edad adulta exitosa, incluido el bienestar psicológico y emocional, tener habilidades para la vida y estar integrado en la sociedad.
En el estudio participaron 1.772 individuos reclutados de la población general de España, de los cuales 754 eran hombres. La edad promedio de los participantes fue de 40 años, con un rango de 16 a 93 años. Los autores del estudio los dividieron en cuatro grupos según la edad, correspondientes a diferentes etapas de desarrollo de la edad adulta: adultez emergente (18-29), adultez establecida (30-45), mediana edad (46-59) y adultez mayor (60+ años).
Los participantes completaron evaluaciones de sus hitos vitales utilizando el Índice de Posición Social de Hollinghead, así como dos evaluaciones de las percepciones de la edad adulta: la escala de Marcadores de Edad Adulta y la escala de Estado Subjetivo de Adulto. También completaron un conjunto de índices de salud mental que evaluaban el bienestar, la satisfacción con la vida, el optimismo, la autoestima, la alexitimia (dificultad para identificar y expresar emociones), los rasgos oscuros de la personalidad, la salud general, el bienestar social y los síntomas de los trastornos de la personalidad.
Los resultados mostraron que los indicadores de salud mental se asociaron con marcadores de la edad adulta, con asociaciones más fuertes observadas en los participantes en la adultez establecida y la mediana edad en comparación con los de la adultez emergente o mayor. En la muestra general, las correlaciones más fuertes fueron con el optimismo, la autoestima y la ausencia o niveles más bajos de alexitimia y maquiavelismo (uno de los rasgos oscuros de la personalidad). En otras palabras, los individuos que creían que habían logrado lo que se necesita para ser considerados adultos tendían a tener una mejor salud mental.
Cuando los investigadores agruparon los marcadores de salud mental en función de su similitud, los resultados mostraron que la ausencia de emociones negativas y la alexitimia se asociaron más fuertemente con el logro de los marcadores de la edad adulta. Curiosamente, no hubo asociaciones entre los índices de salud mental y la importancia que los participantes percibían como varios indicadores de la edad adulta. Por otro lado, el estatus adulto subjetivo (cuánto se siente uno como un adulto) se asoció con un mejor bienestar subjetivo y una menor desinhibición.
«El presente estudio apoya la asociación entre las percepciones de la edad adulta y la salud mental, particularmente en relación con el riesgo de experimentar emociones negativas. Los hallazgos también sugieren que los aspectos psicológicos de la adultez son clave para esta asociación, lo que abre un marco intrigante para la prevención y el tratamiento de los problemas de salud mental», concluyeron los autores del estudio.
El estudio proporciona información valiosa sobre la relación entre la salud mental y las percepciones de la edad adulta. Sin embargo, cabe señalar que la mayoría de las asociaciones observadas en el estudio fueron modestas en fuerza.
Fuente: International Journal of Environmental Research and Public Health
Articulo original:
Título: “Perceptions of Adulthood and Mental Health”.
Autores: Mediss Tavakkoli, Erick Valarezo y Luis F. García.