En un estudio reciente realizado por científicos del Instituto Max Planck de Psiquiatría, los investigadores descubrieron que la forma en que nuestras pupilas reaccionan ante la anticipación de recompensas puede variar entre aquellos que sufren de depresión y personas sanas. El estudio, publicado en la revista Scientific Reports, sugiere que la dilatación pupilar reducida observada en pacientes deprimidos durante las tareas de anticipación de recompensa podría allanar el camino para nuevas herramientas de diagnóstico y enfoques de tratamiento más personalizados.
La pupilometría, la medición del tamaño de la pupila y la reactividad, sirve como piedra angular de esta investigación. Utilizada tradicionalmente para evaluar la visión y la función cerebral, la pupilometría está ganando terreno en la investigación psicológica y psiquiátrica debido a su capacidad para ofrecer una ventana al sistema noradrenérgico del cerebro, una parte del cerebro involucrada en las respuestas de excitación y estrés.
Los investigadores se embarcaron en este estudio para explorar cómo esta medida simple y no invasiva podría iluminar las complejidades del trastorno depresivo mayor (TDM), una condición que afecta a millones de personas en todo el mundo y se caracteriza por tristeza persistente, pérdida de interés en actividades placenteras y una serie de problemas físicos.
“Uno de los principales objetivos de mi grupo es mejorar el diagnóstico en psiquiatría, hacerlo más objetivo y causal con pruebas fisiológicas. Estamos probando varios métodos no invasivos, pero la pupilometría tiene la ventaja de que es muy precisa y rastrea algunos procesos que son relevantes para la depresión. Uno de ellos es la regulación positiva de la excitación para obtener una recompensa, que es de lo que se trataba este estudio”, explicó el autor del estudio Victor Spoormaker, líder del Laboratorio de Psicofisiología del Instituto Max Planck de Psiquiatría.
Inicialmente, el estudio involucró a 201 nuevos participantes, todos los cuales fueron reclutados de un proyecto de investigación más amplio destinado a clasificar biológicamente los trastornos mentales. Después de un proceso de selección que excluyó a personas que tomaban medicamentos antidepresivos o con datos incompletos, el estudio se centró en 40 participantes deprimidos no medicados y 30 controles sanos.
Los participantes se sometieron a una serie de evaluaciones, incluidas entrevistas de diagnóstico y el Inventario de Depresión de Beck, un cuestionario utilizado para medir la gravedad de la depresión. El corazón del estudio fue una tarea especialmente diseñada que midió las reacciones de los alumnos de los participantes mientras anticipaban recompensas, reflejando situaciones de la vida diaria que provocan excitación o placer.
Los resultados revelaron que los participantes que padecían TDM (Trastorno de Depresión Mayor) mostraron una dilatación de la pupila significativamente menor en comparación con el grupo de control sano. Esta dilatación reducida fue aún más pronunciada entre aquellos que informaron niveles más altos de síntomas depresivos, como incapacidad para experimentar placer (anhedonia) y una pérdida general de energía, lo que sugiere una correlación directa entre la gravedad de los síntomas depresivos y el grado de disminución de la respuesta de la pupila.
«La reacción pupilar reducida fue particularmente notable en pacientes que ya no podían sentir placer y reportaron una pérdida de energía», dijo Andy Brendler, primer autor del estudio.
Análisis adicionales ampliaron estas observaciones al incluir participantes tanto deprimidos como sanos, confirmando la solidez de la correlación entre la dilatación pupilar reducida y la sintomatología depresiva. Esta coherencia entre los diferentes grupos de participantes respalda firmemente el potencial de la pupilometría como herramienta de diagnóstico y seguimiento de la depresión.
Los hallazgos del estudio no se limitaron sólo a observaciones conductuales. Los datos de las imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) proporcionaron una inmersión más profunda en los mecanismos neuronales en juego, correlacionando los cambios en el tamaño de la pupila con la actividad en regiones cerebrales específicas que se sabe que están involucradas en la regulación emocional y la excitación, como la ínsula derecha y la corteza prefrontal medial.
Sin embargo, como toda investigación, este estudio tiene sus limitaciones. El tamaño de la muestra, si bien es adecuado para los hallazgos iniciales, requiere cohortes más grandes y diversas para generalizar los resultados en diferentes poblaciones y etapas de depresión. Además, el diseño del estudio, centrado en participantes no medicados, plantea dudas sobre cómo estos hallazgos se traducirían en personas que actualmente reciben tratamiento para la depresión.
También se necesitan investigaciones futuras para explorar los mecanismos específicos que vinculan la respuesta de la pupila con el sistema noradrenérgico y cómo estos hallazgos podrían integrarse en la práctica clínica para diagnosticar y tratar la depresión.
A pesar de estos desafíos, el estudio marca un avance significativo en nuestra comprensión de la depresión, allanando el camino para enfoques de tratamiento más personalizados y biológicamente informados.
«La depresión es un trastorno mental muy heterogéneo con síntomas muy diferentes», dijo Spoormaker. “Es importante separar este término general y ser más específicos sobre qué procesos fisiológicos se ven afectados en un determinado individuo con un estado de ánimo deprimido, para que podamos mejorar en la selección del tratamiento más adecuado. Esta prueba podría tal vez identificar un subconjunto de pacientes, por lo que idealmente sería una de las múltiples pruebas en un futuro procedimiento de diagnóstico”.
Fuente: Scientific Reports
Articulo original: Titulo: “Assessing hypo-arousal during reward anticipation with pupillometry in patients with major depressive disorder: replication and correlations with anhedonia“. Autores: Brendler, Max Schneider, Immanuel G. Elbau, Rui Sun, Taechawidd Nantawisarakul, Dorothee Pöhlchen, Tanja Brückl, the BeCOME Working Group, Michael Czisch, Philipp G. Sämann, Michael D. Lee y Victor I. Spoormaker.