Un estudio internacional ha demostrado que las personas blancas tienen dificultades para distinguir las emociones en las caras de las negras, un problema que no se da a la inversa.
En concreto, los científicos han comprobado que a las personas blancas les resulta difícil distinguir entre sonrisas genuinas y falsas en las caras negras (es decir, distinguir la auténtica alegría de la impostada), y esto ocurre porque no les miran a los ojos, al considerarlas personas de un grupo distintos al suyo (exogrupo).
La identificación precisa de la emoción es importante para la interacción social en general, pero es especialmente importante en entornos interraciales que son propensos a malinterpretaciones y malentendidos. Y es que, cuando la identificación emocional en otras personas se ve afectada, la comunicación se inhibe y, en última instancia, puede dar lugar a resultados negativos, incluso trágicos.
El 4 de abril de 2015, Walter Scott, un hombre negro desarmado, fue detenido en Carolina del Sur (Estados Unidos) por una luz fuerte, y mientras intentaba escapar de la misma, un oficial americano blanco, Walter Thomas Slager, le disparó hasta ocho veces por la espalda. Este crimen, que causó una fuerte conmoción en EEUU, es solo un ejemplo de una serie de homicidios recientes, pero desgraciadamente recurrentes a lo largo de la historia de la humanidad, sobre los que se ha llamado la atención en los medios de comunicación.
Estos actos de violencia tienen un común denominador: los ataques violentos a personas de color por parte de blancos, y ponen de manifiesto la importancia de las impresiones que se forman entre sí personas que pertenecen a grupos diferentes sobre la desconfianza, miedo o la ira que subyacen en ocasiones a esas interacciones intergrupales.
Investigaciones anteriores ya habían demostrado que percibimos de manera más pormenorizada y precisa a los miembros de los grupos a los que pertenecemos (endogrupos) en comparación con los miembros de los grupos a los que no nos consideramos pertenecientes (exogrupos). De hecho, varios trabajos han sugerido que los blancos en los Estados Unidos tienden a percibir las caras negras como más enfadadas que las caras blancas. El equipo autor del nuevo estudio se propuso averiguar si se producen sesgos similares en la identificación de emociones para emociones positivas, como la felicidad o la alegría.
El equipo de investigación llevó a cabo una serie de seis experimentos con más de 425 participantes. En algunos de estos experimentos, las personas participantes eran todas blancas; en otros, todas eran negras; y en algunos, participaron una mezcla de ellas que también incluyó a minorías no negras. En todos ellos a los participantes se les mostraba rostros de personas blancas o negras sonrientes y se les pedía que calificaran el nivel de felicidad que percibían en ellas. Algunas caras mostraban una sonrisa genuina, mientras que otras eran sonrisas forzadas o falsas.
“Mediante un equipo de ‘eye tracking’, demostramos que prestar atención a los ojos de las personas también nos facilita la detección de características importantes en la percepción y en la formación de impresiones sobre las mismas, como por ejemplo la distinción entre emociones genuinas o ‘falsas’ e impostadas”, explica Rosa Rodríguez Bailón, catedrática del departamento de Psicología Social de la Universidad de Granada (UGR) en España y una de las autoras de este estudio.
Así, los participantes blancos fueron capaces de distinguir mejor si las sonrisas de una serie de personas, de las que se les mostraba una fotografía, eran genuinas o falsas cuando estas fotografías pertenecían a personas también blancas como ellos que cuando eran personas negras.
Imagen de los rostros que se utilizaron en la investigación. La fila de arriba de cada par de rostros muestra sonrisas verdaderas, y las de abajo, sonrisas falsas. (Imagen: Universidad de Granada)
Esta diferencia no aparecía en el caso de las personas de color, que eran capaces de discriminar la felicidad verdadera de la postiza de la misma manera tanto en personas blancas o negras.
Además, se constató que el tiempo que las personas blancas dedicaban a mirar a los ojos de las fotografías de personas blancas explicaba esta diferencia. De nuevo, cuando a las personas blancas se les instaba a mirar a los ojos de las personas blancas y negras igualmente, desaparecía esta diferencia.
Los resultados de estos estudios, y de algunos otros en desarrollo actualmente, ponen de manifiesto la importancia de la atención a la mirada para explicar cómo nos formamos impresiones sobre los demás, así como algunos efectos robustos mostrados en la literatura científica sobre la percepción y las impresiones de personas de otros grupos.
Sabemos por investigaciones previas que, del total del tiempo que dedicamos como media a percibir las caras de los demás, y formarnos una impresión sobre ellos/as, más del 40% del tiempo lo dedicamos a fijarnos en sus ojos.
“Fijándonos en la mirada es más probable que podamos prevenir algunos de los efectos nocivos de la falta de predicción y desconfianza que nos provocan las personas de otros grupos distintos al nuestro”, concluye la investigadora de la UGR. (Fuente: Universidad de Granada / Fundación Descubre)