Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal (TEAF). Orientación para su abordaje

Es fundamental el diagnóstico del TEAF para poder conectar a los afectados con los servicios y recursos adecuados y para garantizar que estos y sus familias reciban un buen apoyo para manejar las dificultades asociadas con esas discapacidades. Es esencial hacer una evaluación multidisciplinar (psicología, medicina, logopedia, terapia,…) y tan completa como sea posible. El reconocimiento precoz puede capitalizar la plasticidad neuronal, asimismo una intervención temprana y una atención continuada pueden maximizar el potencial de desarrollo desde niños (Kelly D. Coons-Harding, et al. (2019). Assessing for fetal alcohol spectrum disorder: a survey of assessment measures used in Alberta, Canada. J Popul Ther Clin Pharmacol, 26(1):39-55).

Bajo el paraguas del TEAF se encuentra el Trastorno Neuroconductual asociado con la Exposición Prenatal al Alcohol (ND-PAE), que se introdujo en el manual DSM-5 como “Otro trastorno del desarrollo neurológico especificado” y como «Condición para estudio adicional» (315.8, F88). El diagnóstico de ND-PAE abarca los aspectos de comportamiento y salud mental del TEAF con y sin dismorfología física. Requiere la exposición prenatal al alcohol y el deterioro en tres dominios funcionales: neurocognitivo, autorregulación y adaptativo. Los déficits asociados a estos dominios son heterogéneos y complejos y no existe un patrón único que se aplique a todos los afectados (Doyle, L.R. & Mattson, S.N. (2015). Neurobehavioral Disorder Associated with Prenatal Alcohol Exposure (ND-PAE): Review of Evidence and Guidelines for Assessment. Curr. Dev. Disord. Rep., 2(3): 175-186).

El deterioro neurocognitivo debe mostrar déficits en al menos una de las siguientes áreas: rendimiento intelectual global, funcionamiento ejecutivo, aprendizaje, memoria y  razonamiento visoespacial. El deterioro en la autorregulación requiere déficits en una o más de las siguientes áreas: estado de ánimo o regulación del comportamiento, atención y control de los impulsos. El deterioro en el funcionamiento adaptativo requiere déficits en dos o más de las siguientes áreas, precisando una en las dos primeras: comunicación, interacción social, habilidades de la vida diaria y habilidades motoras.

Los traumas tempranos (eventos físicos y/o psicológicos y abuso o negligencia) pueden desencadenar problemas de conducta graves que se superponen al TEAF, como son diagnósticos de trastorno de conducta, trastorno de oposición desafiante, ansiedad o depresión.

Los niños de acogida y adopción, sobre todo de adopción internacional (con una prevalencia de TEAF que puede llegar al 50%), a menudo pueden sufrir traumas tempranos, de separación y falta de atención y estimulación temprana. Por ello tienen notoria probabilidad de un diagnóstico comórbido con TEAF de trastorno de apego reactivo o trastorno de estrés postraumático después del abandono.

En el TEAF aparecen problemas de atención e impulsividad con origen en la exposición prenatal al alcohol, pero existe la posibilidad de que el TEAF se diagnostique solamente como TDAH, siendo indispensable actuar con responsabilidad y diligencia para el diagnóstico diferencial. Entre TEAF y TDAH existen diferencias en sus manifestaciones. En TEAF hay tasas más altas de problemas de comportamiento social que resultan de dificultades en la cognición social, el procesamiento emocional, etc. y también puede haber más problemas concernientes con la sobreestimulación que en TDAH. En este último hay más dificultad en concentración y atención sostenida que en TEAF. En afectados de TEAF la medicación para los síntomas del TDAH puede producir resultados inesperados y a menudo no son efectivos.

Todos esos trastornos comórbidos, descritos con el TEAF, junto a otros de diferente índole (discapacidad intelectual, anormalidades del sueño, trastorno del lenguaje, problemas de aprendizaje, trastorno bipolar, algunas características del autismo, fobias específicas,…) se presentan en combinaciones muy diferentes. Esta diversidad de alteraciones junto al gran desconocimiento del TEAF en los profesionales de salud mental, favorecen que el TEAF se diagnostique exclusiva y/o erróneamente como condiciones comórbidas, contribuyendo a la amplificación de los daños existentes en los afectados y provocando nuevos perjuicios. Por tanto, es imperativo dominar el diagnóstico diferencial, además de la detección precoz (Brown J., et al. (2018). Fetal alcohol spectrum disorder (FASD): A beginner’s guide for mental health professionals. J. Neurol. Clin. Neurosci., 2(1):13-19).

Con la edad, las deficiencias expuestas para los tres dominios funcionales se muestran de manera diferente y se superponen con los otros trastornos comórbidos, de tal manera que pueden promover una serie de afecciones y discapacidades secundarias, como problemas de salud mental, fracaso escolar, problemas con la justicia, comportamiento sexual inapropiado, adicción al alcohol o drogas, vida dependiente, problemas con el empleo, o llevar al suicidio. Por tanto, el diagnóstico y el tratamiento tempranos pueden reducir el riesgo de esas discapacidades adicionales y de sus lesivos resultados adversos (Hagan JF, Balachova T, Bertrand J, et al. (2016). Neurobehavioral Disorder Associated With Prenatal Alcohol Exposure. Pediatrics, 138(4)).

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