Un nuevo estudio publicado en Personal Relationships explora cómo las percepciones de los hábitos de consumo de alcohol de una pareja romántica se relacionan con la satisfacción en la relación y la salud mental entre los adultos jóvenes. El estudio descubre que cuando los hombres jóvenes perciben que su pareja tiene un comportamiento problemático con la bebida, es más probable que informen de un aumento de los síntomas de depresión. Los hallazgos también sugieren que la salud mental y la satisfacción en la relación de los hombres se ven más afectadas por la cantidad y la naturaleza del consumo de alcohol dentro de la relación que en el caso de las mujeres.
El consumo de alcohol es frecuente entre los adultos jóvenes, especialmente en los entornos universitarios. Más de la mitad de las personas de entre 18 y 25 años declaran haber bebido alcohol en el último mes, y alrededor del 30 por ciento beben en exceso. El entorno universitario, con sus normas sociales y oportunidades para beber, exacerba el consumo de alcohol, que alcanza su punto máximo durante este período de la vida. Las relaciones románticas de los adultos jóvenes son otro contexto crítico que puede influir en sus hábitos de consumo de alcohol y en su bienestar general.
Los investigadores se propusieron examinar la intersección entre las relaciones románticas, el consumo de alcohol y la salud mental. En concreto, les interesaba comprender cómo las percepciones de las personas sobre el consumo de alcohol de su pareja influían en su propia salud mental y en la satisfacción con la relación. Esta área ha sido poco explorada, en particular en las poblaciones de adultos jóvenes solteros, ya que la mayoría de las investigaciones se han centrado en parejas casadas de mayor edad.
En el estudio participaron 239 estudiantes universitarios de una importante universidad del suroeste de Estados Unidos, todos ellos de entre 18 y 25 años, solteros y con una relación romántica de al menos tres meses de duración. Los participantes eran principalmente mujeres (76 por ciento) y predominantemente blancos (87 por ciento). Se les pidió que informaran sobre sus propios hábitos de consumo de alcohol y sus percepciones sobre el consumo de alcohol de su pareja durante las últimas dos semanas y tres meses. Los investigadores también midieron sus niveles de ansiedad, depresión y satisfacción con la relación.
Para evaluar los hábitos de consumo de alcohol, los participantes completaron cuestionarios en los que se les preguntaba cuánto alcohol consumían ellos y sus parejas, incluida la frecuencia con la que bebían, la cantidad de bebidas que consumían habitualmente y si bebían en exceso. El estudio también utilizó escalas establecidas para medir los síntomas de ansiedad y depresión, así como la satisfacción con la relación.
Los investigadores agruparon a los participantes en categorías basadas en sus conductas de consumo de alcohol y sus problemas con la bebida, que se definen como consecuencias negativas relacionadas con el consumo de alcohol. Se identificaron dos asociaciones de cantidad de consumo: “concordante bajo” y “concordante alto”, donde ambos miembros de la pareja bebían poco o mucho, respectivamente. Para los problemas con la bebida, surgieron tres asociaciones: “concordante bajo” (ambos miembros de la pareja informaron tener pocos problemas con la bebida), “discordante alto femenino” (la pareja femenina tenía muchos problemas con la bebida, mientras que el hombre no), y “discordante alto masculino” (el hombre tenía muchos problemas con la bebida, mientras que la mujer no).
El resultado más significativo fue que los hombres que percibían que su pareja tenía problemas con la bebida tendían a manifestar niveles más elevados de depresión. Este patrón no se observó en las mujeres, lo que puede indicar que los hombres podrían experimentar una asociación más fuerte entre el consumo problemático de alcohol de su pareja y los síntomas depresivos.
Por el contrario, la percepción de que la pareja bebía no estaba relacionada significativamente con los síntomas de ansiedad ni en los hombres ni en las mujeres. Este hallazgo fue algo inesperado, considerando la asociación conocida entre los problemas con la bebida y otros problemas de salud mental. Sin embargo, los hombres informaron niveles significativamente más altos de ansiedad cuando tanto ellos como su pareja eran bebedores empedernidos, mientras que este efecto no se observó en las mujeres.
Los investigadores también identificaron diferencias en la relación entre los patrones de consumo de alcohol y la satisfacción en la relación. La satisfacción en la relación de los hombres tendía a disminuir cuando percibían que su propia conducta de consumo de alcohol era problemática, en particular en relaciones en las que ambos miembros de la pareja bebían mucho. En estos casos, los hombres manifestaron una menor satisfacción en la relación. En el caso de las mujeres, la satisfacción en la relación parecía estar menos influida por estos factores, lo que sugiere que los hombres pueden ser más sensibles a la relación entre su propia conducta de consumo de alcohol y la de su pareja y sus sentimientos de satisfacción en la relación.
Si bien el estudio brinda información valiosa, tiene algunas limitaciones que deben tenerse en cuenta. En primer lugar, el estudio se basó en datos autoinformados, que pueden verse influenciados por sesgos en la forma en que los participantes perciben su comportamiento y el de su pareja. Las personas pueden sobrestimar o subestimar el consumo de alcohol de su pareja, lo que podría afectar los resultados.
Además, el estudio utilizó un diseño transversal, lo que significa que los datos se recopilaron en un momento determinado. Como resultado, es difícil establecer relaciones de causa y efecto. Por ejemplo, no está claro si los problemas percibidos de consumo de alcohol en la pareja causan depresión o si las personas con depresión tienen más probabilidades de percibir el consumo de alcohol de su pareja como problemático.
Para desarrollar estos hallazgos, las futuras investigaciones podrían examinar cómo el consumo de alcohol en la pareja influye en la salud mental a lo largo del tiempo. Los estudios longitudinales, que siguen a los participantes durante meses o años, ayudarían a aclarar la dirección de la relación entre el consumo de alcohol en la pareja y la salud mental. Por ejemplo, ¿el comportamiento de consumo de alcohol de la pareja empeora la salud mental de un individuo con el tiempo, o los problemas de salud mental preexistentes conducen a cambios en las percepciones sobre el consumo de alcohol de la pareja?
Por último, se podrían desarrollar intervenciones basadas en estos hallazgos. Si los hombres son particularmente vulnerables a la ansiedad y la insatisfacción en las relaciones en las que hay consumo excesivo de alcohol, entonces la terapia de pareja y de salud mental dirigida a las parejas puede ayudar a mitigar estos efectos. Estas intervenciones podrían centrarse en las habilidades de comunicación y en las estrategias para gestionar las conductas de consumo de alcohol dentro de la relación.
Fuente: Personal Relationships
Articulo original:
Título: “Anxiety and depression in young adults: The role of perceived romantic partner drinking”.
Autores: Katie P. Himes, Sarah E. Victor, Adam T. Schmidt y Andrew K. Littlefield.