Cómo las características de los ojos moldean nuestras percepciones y acciones hacia los demás, sin que siquiera lo sepamos

Cómo las características de los ojos moldean nuestras percepciones y acciones hacia los demás, sin que siquiera lo sepamos

Una nueva investigación publicada en Cognition and Emotion aporta pruebas de que los cambios sutiles en la apariencia de los ojos pueden influir en la forma en que las personas perciben a los demás e influir en su generosidad. En dos estudios experimentales, los investigadores descubrieron que los retratos de primates no humanos con pupilas más grandes provocaban impresiones más positivas y mayores donaciones caritativas. Además, estos efectos se amplificaban cuando los primates tenían iris más brillantes, lo que mejoraba la visibilidad del tamaño de las pupilas.

Desde hace mucho tiempo se ha reconocido que los ojos son un aspecto fundamental de la interacción social, ya que influyen en la forma en que percibimos y nos relacionamos con los demás. Estudios anteriores han demostrado que el tamaño de las pupilas puede indicar emociones, interés y confiabilidad. Las pupilas más grandes suelen asociarse con rasgos positivos como la amabilidad y el atractivo, mientras que las pupilas más pequeñas pueden indicar desinterés o tristeza. Sin embargo, el papel del brillo del iris en la mejora de estos efectos ha permanecido en gran medida sin explorar.

“Muchos de nosotros entendemos que los ojos son extremadamente importantes para la comunicación, al menos intuitivamente, y yo no soy diferente”, explicó el autor del estudio, Juan Olvido Perea-García, quien realizó la investigación mientras estaba afiliado al laboratorio CoPAN en la Universidad de Leiden y al Centro de Estudios de Evolución del Lenguaje en la Universidad Michael Copernicus.

“Hace más de diez años que empecé a estudiar funciones comunicativas más obvias. Al principio, mi investigación se centraba en el seguimiento de la mirada y en cómo el contraste entre el iris y la parte blanca del ojo nos permite discernir fácilmente la dirección en la que mira alguien. Poco a poco, amplié esta investigación para observar cómo otras partes del ojo pueden transmitir información a los espectadores. Me fascinan los ojos, la comunicación y la evolución, así que supongo que es un tema natural en el que investigar”.

El estudio se llevó a cabo en dos partes, con participantes reclutados en la Universidad de Leiden. En el primer estudio, 64 estudiantes vieron fotografías alteradas digitalmente de 32 especies de primates no humanos. Estos primates fueron cuidadosamente seleccionados para representar la diversidad completa del árbol evolutivo de los primates, asegurando que los hallazgos se aplicarían ampliamente en todo el linaje de los primates. Este enfoque también evitó una dependencia excesiva de especies particularmente «lindas», lo que permitió a los investigadores evaluar los efectos de sus manipulaciones tanto en primates familiares como menos conocidos.

Cada retrato fue manipulado para mostrar pupilas contraídas o dilatadas, manteniendo constante el brillo del iris. Se pidió a los participantes que calificaran a los primates en términos de ternura, amabilidad y atractivo, y que decidieran cuánto dinero donarían a los esfuerzos de conservación por cada primate, con cantidades que iban desde cero hasta veinte euros.

En el segundo estudio, 121 participantes vieron fotografías similares, pero esta vez se manipuló tanto el brillo del iris como el tamaño de la pupila. Los iris se ajustaron digitalmente para que parecieran más brillantes o más oscuros, y se les plantearon las mismas preguntas sobre las calificaciones y las donaciones. Este diseño permitió a los investigadores explorar cómo la combinación del brillo del iris y el tamaño de la pupila influía en las respuestas de los participantes.

Para garantizar el rigor metodológico, los participantes fueron evaluados individualmente a través de una plataforma en línea, con instrucciones claras para evitar distracciones. Los investigadores también emplearon controles de manipulación para excluir a los participantes que detectaron alteraciones en las imágenes.

Los resultados confirmaron que las pupilas más grandes se asociaban sistemáticamente con valoraciones más positivas de ternura, amabilidad y atractivo. En el primer estudio, los participantes también donaron más dinero a primates con pupilas dilatadas, aunque el tamaño del efecto fue modesto. Cabe destacar que el impacto del tamaño de la pupila varió entre especies, y se observaron mayores efectos en primates cuyo iris hace que sus pupilas sean más llamativas de forma natural.

“Los resultados me sorprendieron”, dijo Perea-García. “Soy muy escéptico con respecto a estudios anteriores que también encontraron efectos sustanciales del tamaño de la pupila en la atribución de rasgos y la formación de impresiones, pero estos resultados frenaron mi escepticismo y me obligan a ser más abierto sobre este tema. Tampoco fue nada sorprendente ver que casi todos nuestros participantes eligieron invariablemente al uakari calvo como la especie menos ‘atractiva’ de las que mostramos”.

El segundo estudio aportó más información. Los participantes calificaron a los primates con iris más brillante como más lindos, más amigables y más atractivos, pero solo cuando las pupilas estaban dilatadas. Cuando las pupilas estaban contraídas, los iris más brillantes dieron lugar a calificaciones menos favorables. Las donaciones fueron más altas para los primates con iris brillante y pupilas dilatadas, lo que sugiere que la combinación de estos rasgos mejora la percepción de accesibilidad y los estados emocionales positivos.

Los hallazgos ponen de relieve “lo mucho que nos afectan características aparentemente insignificantes que no percibimos conscientemente”, afirmó Perea-García. “Aquí, exploramos esto en un contexto de donación a primates en peligro de extinción, pero somos propensos a actuar en función de las apariencias más de lo que somos conscientes. Deberíamos mantenernos escépticos con respecto a las primeras impresiones y tratar de mantener nuestros juicios tanto como podamos porque, por difícil que sea aceptarlo, somos agentes irracionales y actuamos en función de las apariencias más de lo que estamos dispuestos a inspeccionar y admitir”.

Pero, como ocurre con toda investigación, hay que tener en cuenta algunas advertencias. La manipulación artificial de imágenes, aunque se ejecute con cuidado, puede no reproducir por completo las variaciones naturales en la apariencia de los ojos. Las investigaciones futuras podrían explorar estos efectos utilizando interacciones en vivo o estímulos más dinámicos, como los videos.

“Lo más importante es que manipulamos la apariencia de las pupilas y el iris en los retratos de primates más allá de lo que ocurre de forma natural (lo que se conoce como ‘hiperestímulo’)”, señaló Perea-García. “Esto es algo habitual en muchos estudios y no socava de forma crítica sus resultados, pero es importante tenerlo en cuenta”.

Además, el estudio se centró exclusivamente en primates no humanos, lo que, si bien es ventajoso para reducir los sesgos preexistentes, puede no reflejar por completo cómo responden las personas a los ojos humanos. Investigar cómo se traducen estos hallazgos en las interacciones sociales humanas podría proporcionar una comprensión más profunda de los mecanismos en juego.

“Si bien mis estudios académicos sobre el color de los ojos comenzaron con el tema de la comunicación, poco a poco me di cuenta de que muchas de las variaciones que observamos responden, más bien, a la iluminación ambiental en la que vive cada especie de primate”, dijo Perea-García. “Los primates viven desde el norte (como los macacos japoneses) hasta cerca del ecuador (como los macacos de cresta negra), y la luz en cada uno de estos entornos es muy diferente. Algunas partes del ojo de los primates se ven más oscuras donde hay más sol, de manera muy similar a la piel de los humanos”.

“En última instancia, me gustaría reconciliar las múltiples funciones de los ojos: comunicativas y visuales. Cómo la presión para tener órganos optimizados para la visión está en tensión con la presión para informar a los miembros de la misma especie, y cómo estas dos presiones se influyen mutuamente a lo largo del tiempo evolutivo”, concluyo Perea-García.

Fuente: Cognition and Emotion

Articulo original:

Título: Pupil size and iris brightness interact to affect prosocial behaviour and affective responses. Autores: Juan Olvido Perea-García, Daisy Berris, Jingzhi Tan y Mariska E. Kret.

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