A menudo, cuando alguien en nuestra familia o círculo social dice algo intolerante, nuestra inclinación es ignorarlo. Pero eso podría ser un error, según un nuevo estudio.
Kimberly Chaney y Diana Sánchez investigadoras de la Universidad de Rutgers en Nueva Brunswick, descubrieron que cuando las personas son confrontadas al hacer declaraciones fanáticas, se sienten mal y conscientemente tratan de evitar repetir esas declaraciones.
«Encontramos que los participantes confrontados se sentían mal por su comportamiento, reflexionaban más y mostraban una reducción duradera de sus prejuicios», dijo Sánchez, profesora asociada de psicología en la Facultad de Artes y Ciencias. «Y no solo observamos su respuesta inmediata, sino que les dimos seguimiento una semana después».
Los investigadores reclutaron a dos grupos de estudiantes universitarios, cada uno con un total de aproximadamente 100. Todos los estudiantes se auto identificaron como blancos.
Los investigadores les mostraron una serie de imágenes, cada una con una oración. Se pidió a los participantes que extrajeran una inferencia de la imagen y la oración.
Por ejemplo, se les podía mostrar una foto de un hombre afroamericano, junto con la frase: «Este hombre pasó mucho tiempo tras las rejas». Los investigadores esperaban obtener una respuesta fanática o estereotípica, como por ejemplo: este hombre es un criminal.
Aleatoriamente, los investigadores les dijeron a algunos participantes: «Tu respuesta es un poco estereotípada, ¿no crees? Quiero decir, este tipo podría ser un cantinero”.
Una semana después de la prueba inicial, llamaron a las mismas personas y mostraron un conjunto diferente de caras y oraciones. A los que se habían enfrentado anteriormente se les preguntó si habían pensado en sus respuestas previas y sus estereotipos. Según los investigadores, la mayoría de esas personas daban respuestas menos estereotipadas la segunda vez.
Un segundo grupo de estudiantes pasó por el mismo proceso y luego se sometieron a exámenes de seguimiento en línea, y los investigadores agregaron palabras diseñadas para provocar una respuesta estereotípica.
Este grupo también llenó un cuestionario en línea que investigaba cuánto habían pensado sobre su experiencia inicial y cómo les hacía sentir.
Una vez más, los investigadores encontraron que la segunda vez sus respuestas eran mucho menos probable que fueran estereotipadas de lo que había sido originalmente.
Los investigadores señalan que su estudio muestra que «los efectos de la confrontación intrapersonal perduran».
«Creo que esto es importante porque tenemos que entender qué reduce los prejuicios», dijo Sánchez. «Confrontar a las personas es difícil, y a menos que las personas sepan que será eficaz, no lo harán».
El estudio fue publicado en la revista Personality and Social Psychology Bulletin.
Fuente: Universidad de Rutgers