Las acciones colectivas y los dilemas sociales

Las acciones colectivas y los dilemas sociales

La acción colectiva es a menudo la clave para crear cambios sociales o ambientales drásticos, ya sea reduciendo la contaminación y los desechos, disminuyendo la sobrepesca mediante la obtención de alternativas o logrando que más científicos compartan abiertamente sus datos con otros.

La acción colectiva, sin embargo, puede implicar dilemas sociales. Eso se debe a que la elección de actuar de manera altruista puede tener algún costo personal. Para hacer frente a tales problemas, la cooperación y la comunicación son claves. Ahora, nuestra nueva investigación, publicada en Rationality and Society, arroja algo de luz sobre la mejor manera de lograr que las personas cooperen en tales situaciones.

En el mundo de la economía, las decisiones sobre cooperación se estudian a menudo en juegos de laboratorio como el dilema del prisionero o el juego de los bienes públicos. El juego de bienes públicos es uno de los mejores ejemplos de una configuración cooperativa: los participantes deben elegir en secreto cuántos de sus tokens privados colocarán en un bote público, del que todos pueden beneficiarse.

Lo interesante de la situación cooperativa en este juego, y en muchos otros, es que expone a cada miembro de un grupo a la incertidumbre, que es la fuente fundamental del dilema social. Incluso si un miembro individual puede cooperar compartiendo sus recursos, no puede estar seguro de si alguien más lo hará. Por lo tanto, si coopera, se está arriesgando, lo que significa que el primer paso para cooperar puede verse como altruista.

Puede ser decepcionante darse cuenta de que otros podrían no cooperar. Esto puede incitar a algunos a optar por la carga gratuita, que consiste en cooperar menos o no cooperar en absoluto, pero aun así beneficiarse de las posibles acciones cooperativas de otros. El primer paso para hacerlo es visto como egoísta por los científicos.

Entonces, ¿qué suele hacer la gente en tales situaciones? Depende de qué otros factores tengan en cuenta las personas, por ejemplo, el estatus social que tienen en el grupo, así como el tipo de recursos a los que están renunciando.

En realidad, las decisiones de este tipo a menudo se toman en situaciones que involucran discusiones con otros. El aspecto de la comunicación aquí puede ser crucial. La comunicación ayuda a los miembros del grupo a evaluar las intenciones de los demás y les da la oportunidad de persuadir a sus compañeros para que actúen de manera cooperativa.

Sin embargo, esto presenta otra forma de incertidumbre. Sabemos que la gente no siempre hace lo que dice. Por ejemplo, pueden ser señales de virtud: hablar de manera que se promocionen a sí mismos como virtuosos y de buena reputación, sin tener la intención de cooperar.

Los estilos de comunicación que utilizamos también pueden marcar la diferencia. Hablar de una manera que demuestre solidaridad y autoridad fortalecerá la identidad colectiva del grupo y establecerá una norma para cooperar. El humor y la calidez también ayudan. Por otro lado, se ha encontrado que los grupos que usan estilos de comunicación más formales e interesados, como los asociados con el mundo de los negocios y la política, son menos cooperativos.

En resumen, mostrar un fuerte liderazgo a través de declaraciones asertivas, expresar aliento a través de frases motivadoras y hacer que las personas se sientan parte de su grupo son buenos primeros pasos para lograr que los demás cooperen.

Fuente: The Conversation

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