Los rasgos de personalidad de los niños están ligados a sus tendencias políticas posteriores.
Una nueva investigación encuentra que las tendencias políticas de los adultos se remontan al temperamento de la primera infancia, aquellos aspectos de la personalidad que se cree que tienen una base biológica, o innata, en lugar de aprendida.
Investigadores en el Reino Unido analizaron los datos de más de 16,000 participantes en dos estudios longitudinales. Su análisis reveló vínculos entre los problemas de conducta a las edades de 5 y 7 así como el descontento económico y político 25 años después.
«Los hallazgos de ambos estudios indican que los niños que mostraron mayores niveles de problemas de conducta -es decir, agresión, peleas, robo a compañeros- tenían más probabilidades de ser económicamente izquierdistas y desconfiados del sistema político como adultos», dijo el autor del estudio el Dr. Gary J. Lewis del Royal Holloway, Universidad de Londres. «En algunos casos, pero no todos, con este vínculo se explicó el logro educativo y el nivel socioeconómico en la edad adulta».
Los hallazgos arrojan luz sobre la relación entre los rasgos de personalidad y el sentimiento político, lo que sugiere un vínculo que abarca más de dos décadas.
Lewis investigó este vínculo mediante el análisis de datos del British Cohort Study y el National Child Development Study, dos estudios de tipo longitudinales que siguen a individuos en el Reino Unido.
Los padres de los participantes completaron una evaluación del comportamiento de sus hijos cuando tenían 5 o 7 años de edad, informando sobre conductas relacionadas con la ansiedad, problemas de conducta e hiperactividad.
A la edad de 30 o 33 años, los participantes completaron cuestionarios que medían su conservadurismo económico, cinismo político, racismo, autoritarismo y actitudes sobre la desigualdad de género. Estas medidas se unieron en dos amplios factores: descontento económico/político y conservadurismo social.
Los estudios también incluyeron datos sobre la clase social de los padres y la inteligencia en la infancia de los participantes, el logro educativo y la clase social en la edad adulta.
Al analizar las relaciones entre estas variables, Lewis descubrió que los problemas de conducta infantil se asociaron con el descontento económico/político en la edad adulta, incluso después de tener en cuenta la clase social de los padres y la inteligencia infantil. Es posible, observó Lewis, que los problemas de conducta en la infancia puedan reflejar dificultades con el autocontrol y la planificación a largo plazo o el rechazo temprano de la autoridad, lo que podría conducir al descontento económico/político.
Los modelos también indicaron vías indirectas en ambos grupos, mediante los cuales los problemas de conducta se asociaron con un menor logro educativo y una clase social adulta y, en última instancia, un mayor descontento económico/político.
Estas asociaciones pueden ser modestas en su fuerza, dijo Lewis, pero se mantienen estables durante un lapso de 25 años, lo que sugiere fundamentos tempranos de actitudes políticas posteriores. La investigación futura con evaluaciones más detalladas y frecuentes ayudará a iluminar la naturaleza exacta de estas asociaciones a largo plazo.
«Todos nos preguntamos de vez en cuando por qué los que están al otro lado de la valla llegaron a ser de esa manera», dijo Lewis. «Estos hallazgos nos llevan un poco más allá en el camino para responder esa pregunta».
Los hallazgos se publican en Psychological Science.
Fuente: Association for Psychological Science