Cuando somos niños, establecemos un sentido de posesión con nuestros juguetes u otros objetos. Cuando nos los quitan, ya sea nuestros padres o alguien mas, nos enojamos, y probablemente todo termina en un berrinche.
Aprendemos a valorar mucho las cosas cuando son nuestras, esto es conocido como el “efecto de dote”.
En un experimento reciente, unos neurocientíficos realizaron tomografías cerebrales a los participantes mientras les asignaban varios objetos ya sea en un canasta etiquetada como “Mía” u otra etiquetada como ‘Propiedad de Juan’. Cuando los participantes veían sus cosas nuevas, su cerebro mostraba más actividad en una región que usualmente se ‘despierta’ cuando pensamos en nosotros mismos.
También nos apegamos tanto a nuestras pertenencias desde pequeños porque pensamos que tienen una esencia única. Los psicólogos han demostrado esto al utilizar una ilusión para convencer a niños de tres años que construyeron una máquina copiadora que podría replicar cualquier objeto. Cuando les ofrecieron su juguete favorito y lo que aparentemente era su copia exacta, la mayoría de los niños prefirió el original. Les horrorizaba la idea de llevarse una copia a casa.
Nuestro apego a las cosas materiales no es algo que dejemos atrás cuando crecemos. Más bien, permanece hasta nuestra adultez mientras se convierte en algo más elaborado. Por ejemplo, considera el gran valor que se le da a los objetos que han pertenecido a alguien más o que están asociados con algún evento importante para ti.
Aunque el sentimiento de pertenencia surge a una edad temprana, la cultura también juega un rol influyente. Algunas investigadores han descubierto que ciertas tribus, que han estado aislado de la cultura moderna, no exhiben el efecto de posesión. Viven en una sociedad igualitaria en donde casi todo es compartido.
Ahora, la tecnología nos ha facilitado adquirir copias electrónicas de libros, música y películas, quitando el aspecto físico de posesión. Aún falta investigar los efectos psicológicos de poseer un libro o música digital.
Muchos pueden admitir que hay algo satisfactorio acerca de sostener un objeto en nuestras manos, ya sea un disco, un libro o algo que llames tuyo.
Fuente: Muy Interesante