El Día de Muertos es una de las festividades más mexicanas y quizá la más reconocida de nuestro país a nivel mundial: cada año en las diferentes regiones de México las comunidades celebran el regreso temporal de sus familiares y seres queridos difuntos.
Como antecedente es preciso mencionar que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia, y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) reconoce esta celebración recordando que las festividades indígenas por el Día de Muertos –como se le conoce popularmente–, forman parte de la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial, enfatizando en la importancia de su significado, pues se trata de una expresión tradicional –contemporánea y viviente al mismo tiempo–, integradora, representativa, y comunitaria.
La conmemoración del Día de Muertos se celebra en México cada año los días 1 y 2 de noviembre. Esta importante tradición busca honrar a nuestros muertos como forma de mantenerlos presentes entre nosotros. También implica una forma de ver la muerte de una manera más amable, y buscar la trascendencia con el menor dolor emocional posible.
El mexicano vive la muerte de forma dual. Por una parte, es un duelo con sus expresiones emocionales y psicológicas, pero también es rito y celebración. A través de los rituales tan coloridos y llenos de significado, sublimamos la muerte. La sublimación es uno de los mejores mecanismos de defensa psicológicos que nos permite transformar algo negativo en positivo y poder enfrentarlo de mejor forma. Culturalmente los mexicanos nos burlamos de la muerte, la embellecemos, y la celebramos para hacerla más cotidiana y quitarnos el miedo a morir, aunque en el fondo la muerte nos asusta.
Para rendir honor a sus difuntos las familias realizan altares en los que suelen colocar ofrendas con fotos, objetos preciados, comida y bebida, con la intención de que el espíritu de las personas ya fallecidas visite su hogar, y disfruten de algunos placeres que tal vez añoran desde donde estén. En algunos lugares la familia se reúne a compartir los alimentos que se utilizaron en la ofrenda.
Sin duda los rituales en esta época están llenos de misticismo, pero ¿estos rituales en realidad nos ayudan a procesar mejor la muerte? La respuesta es afirmativa. Los rituales representan un apoyo para procesar el duelo de la pérdida del ser querido. Recordar las experiencias positivas que se tuvieron con esa persona ayuda a disminuir la angustia y simbólicamente cerrar ciclos; por ejemplo, a veces cuando un ser querido se va y sentimos que quedaron pendientes cosas que decir como ‘te quiero’, ‘te extraño’, ‘quiero que sepas cuánto aportaste en mi vida”, etcétera, el poner un altar de muertos es una forma de expresar esos sentimientos y psicológicamente ayuda a cerrar ese ciclo”.
Los años 2020 al 2023 han sido años complicados a nivel mundial, el coronavirus nos cambió la vida a todos de un día para otro, y hemos estado viviendo con pequeñas grandes pérdidas todos los días. Existe una serie de pérdidas que en mayor o menor grado todos a nivel mundial hemos experimentado en estos meses, las cuales no hablan específicamente de la muerte de un ser querido sino de cuestiones como pérdida de la rutina, conexiones sociales, estructura familiar, seguridad, e inclusive tu vida como la conocías.
A continuación se comparten cinco puntos importantes para vivir los duelos:
- Reconócelos como tal, simplemente por validar la pérdida el estrés disminuye.
- Toma decisiones teniendo en cuenta que no volverás a ser la misma persona después de esto ni volver a la normalidad.
- Todos los sentimientos son válidos, pero no todas las manifestaciones de ellos.
- Tú eres responsable de tus estados de ánimo, hazte cargo de ellos y no se los cargues encima a otros.
- Habla de tus miedos y de lo que sientes; no te hagas ‘el fuerte’.
Si usamos el tiempo a nuestro favor saldremos fortalecidos, más empáticos y resilientes de esta crisis por la que todos atravesamos.
Fuente: Universidad Xochicalco Ensenada