Una nueva investigación publicada en Sleep Health arroja luz sobre la relación entre la somnolencia diurna y el peso corporal a lo largo del tiempo, y revela diferencias clave entre los sexos. El estudio descubrió que los hombres con niveles más altos de somnolencia diurna tenían un índice de masa corporal (IMC) consistentemente más alto, mientras que las mujeres que experimentaron un aumento de somnolencia diurna a lo largo del tiempo mostraron un aumento de peso más rápido. Entre las mujeres, este efecto fue más pronunciado en las participantes más jóvenes.
La obesidad es un problema de salud pública importante que aumenta el riesgo de numerosas enfermedades crónicas y de mortalidad prematura. Los trastornos del sueño, incluida la somnolencia diurna, suelen estar asociados a la obesidad. Si bien muchas investigaciones se han centrado en cómo la obesidad contribuye a la somnolencia (a través de mecanismos como la apnea del sueño), menos estudios han explorado la relación inversa: si la somnolencia en sí puede provocar un aumento de peso.
Este nuevo estudio intentó llenar este vacío examinando cómo los niveles y los cambios en la somnolencia diurna influyen en las trayectorias del IMC a lo largo del tiempo. Es importante destacar que los investigadores apuntaron a descubrir posibles diferencias entre hombres y mujeres, ya que estudios anteriores sugieren que la obesidad y los factores relacionados con el sueño a menudo difieren según el sexo. Al utilizar datos longitudinales y mediciones objetivas de la somnolencia, los investigadores esperaban obtener conocimientos más profundos sobre el posible ciclo de retroalimentación entre la salud del sueño y el aumento de peso.
La investigación utilizó datos del Estudio de cohorte del sueño de Wisconsin, que comenzó en 1988 e incluyó una muestra seleccionada al azar de empleados estatales de Wisconsin de entre 30 y 60 años. Los participantes se sometieron a estudios del sueño repetidos en intervalos de aproximadamente cuatro años, lo que contribuyó a un conjunto de datos sólido que abarca más de dos décadas. Para este estudio, se analizaron los datos de 827 participantes, lo que representa un total de 2614 observaciones del estudio del sueño.
La somnolencia diurna se midió objetivamente mediante la Prueba de Latencia Múltiple del Sueño (MSLT), que registra el tiempo que tarda una persona en quedarse dormida durante pruebas de siesta controladas. Las latencias de sueño más cortas indican mayor somnolencia. El IMC se calculó en cada visita en función de las mediciones de altura y peso tomadas por técnicos capacitados. Los investigadores también tuvieron en cuenta factores como la edad, la actividad física, el uso de estimulantes y los síntomas depresivos.
El estudio reveló conexiones entre la somnolencia diurna y las trayectorias del IMC, con patrones distintos para hombres y mujeres. En el caso de los hombres, los niveles más altos de somnolencia diurna se asociaron sistemáticamente con niveles más altos de IMC durante el período del estudio. Esta relación sugiere que los hombres que tienen más sueño durante el día tienden a mantener niveles más altos de IMC en comparación con sus contrapartes menos somnolientas.
Curiosamente, esta asociación se observó a nivel interpersonal, lo que significa que los hombres con mayor somnolencia diurna generalmente tenían niveles promedio de IMC más altos que otros hombres. Sin embargo, los cambios en la somnolencia a lo largo del tiempo entre los hombres no estaban fuertemente vinculados a los cambios en el IMC dentro de la persona. En otras palabras, los hombres que tenían más sueño de forma constante no experimentaron cambios significativos de peso a lo largo del tiempo en relación con ellos mismos, a pesar de que tendían a tener niveles de IMC más altos en general en comparación con otros hombres en el estudio.
En el caso de las mujeres, los resultados fueron más dinámicos. Si bien los niveles iniciales de somnolencia no se asociaron significativamente con el IMC, los cambios en la somnolencia a lo largo del tiempo tuvieron un efecto pronunciado en las trayectorias del IMC. Las mujeres que experimentaron aumentos en la somnolencia diurna tendieron a ganar peso más rápidamente que aquellas cuyos niveles de somnolencia se mantuvieron estables o disminuyeron. Esta relación fue particularmente pronunciada en las mujeres más jóvenes, lo que indica que la edad puede desempeñar un papel en cómo la somnolencia afecta el aumento de peso.
La asociación más fuerte en las mujeres más jóvenes podría estar influenciada por cambios hormonales, factores metabólicos o diferencias en los niveles de actividad en comparación con las mujeres mayores. Estos hallazgos resaltan la importancia de monitorear la salud del sueño como un factor potencial en el control del peso en las mujeres, especialmente durante la adultez temprana.
Los investigadores propusieron varias vías a través de las cuales la somnolencia diurna podría contribuir al aumento de peso. La somnolencia puede reducir la actividad física, ya que las personas con bajos niveles de energía tienen menos probabilidades de hacer ejercicio o mantener un estilo de vida activo. La somnolencia también se ha relacionado con cambios en las preferencias alimentarias, como un mayor deseo de alimentos ricos en grasas o calorías, que pueden contribuir al aumento de peso. Además, los factores metabólicos, incluida la resistencia a la insulina o la regulación alterada de la energía, pueden verse influenciados por la privación crónica del sueño o la somnolencia diurna excesiva.
Curiosamente, el estudio no encontró pruebas de que la apnea del sueño (la explicación médica más común para la somnolencia diurna) fuera el principal mediador de estas relaciones. Aunque se sabe que la apnea del sueño contribuye tanto a la somnolencia como a la obesidad, los hallazgos sugirieron que la asociación entre la somnolencia diurna y el IMC existe independientemente de la gravedad de la apnea del sueño. Esta independencia subraya el impacto más amplio de la somnolencia en la regulación del peso, más allá de su papel como síntoma de trastornos específicos del sueño.
Si bien el estudio brinda información valiosa, no está exento de limitaciones. En primer lugar, si bien la somnolencia diurna y el IMC se midieron de manera objetiva, otros factores, como la actividad física y los hábitos alimentarios, fueron informados por los propios participantes, lo que podría introducir sesgos. Además, la muestra del estudio era predominantemente blanca y de mediana edad, lo que limita la generalización de los hallazgos a poblaciones más diversas.
Fuente: Sleep Health
Articulo original:
Título: “Objectively measured daytime sleepiness predicts weight change among adults: Findings from the Wisconsin Sleep Cohort Study”.
Autor: Yin Liu, Jodi H. Barnet, Erika W. Hagen, Paul E. Peppard, Emmanuel Mignot y Eric N. Reither.