Aunque el manual diagnóstico de trastornos DSM-5 eliminó la diferenciación entre los distintos tipos de esquizofrenia, un gran número de profesionales siguen considerando que esta subdivisión resulta muy informativa en el sentido de que destaca los síntomas principales de cada caso.
Uno de los tipos más habituales es la esquizofrenia desorganizada, cuyo nombre clásico es “hebefrenia”. Este trastorno de inicio temprano se diferencia de otras formas de esquizofrenia por la predominancia de los síntomas de desorganización y de los déficits psicológicos por encima de las alucinaciones y los delirios.
La hebefrenia, también conocida como “esquizofrenia desorganizada”, es uno de los tipos de esquizofrenia que se describen en los manuales DSM-IV y CIE-10. Se trata de una manifestación extrema del llamado “síndrome de desorganización”, presente en mayor o menor medida en muchos casos de esquizofrenia.
El psiquiatra alemán Ewald Hecker realizó en 1871 la primera descripción en detalle del síndrome que sería denominado primero hebefrenia y más adelante esquizofrenia desorganizada. Emil Kraepelin incluyó la hebefrenia entre los subtipos de “demencia precoz”, el concepto que usaba para referirse a la esquizofrenia.
Según el DSM-IV la hebefrenia se caracteriza por la predominancia de los síntomas negativos por encima de los positivos. Mientras que los síntomas positivos de la esquizofrenia son principalmente las alucinaciones y los delirios, entre los síntomas negativos encontramos déficits cognitivos, conductuales y emocionales de distintos tipos.
En el caso de la CIE-10, las características básicas del subtipo desorganizado de la esquizofrenia incluyen el inicio temprano de los síntomas, la impredecibilidad conductual, la presencia de expresiones emocionales inapropiadas, el desinterés por las relaciones sociales y los déficits motivacionales.
Síntomas y signos característicos
Como hemos dicho, la hebefrenia se caracteriza principalmente por la presencia de síntomas negativos y desorganización del lenguaje y de la conducta. Por otro lado se encuentran también diferencias con respecto a otros tipos de esquizofrenia en la edad de inicio del trastorno.
- Presentación temprana
La esquizofrenia desorganizada se detecta frecuentemente entre los 15 y los 25 años a través del desarrollo progresivo de síntomas negativos. Esta característica fue considerada el aspecto clave en la hebefrenia durante mucho tiempo; de hecho, la palabra “hebeos” significa “chico joven” en griego.
- Conducta desorganizada
Cuando hablamos de esquizofrenia, el concepto “conducta desorganizada” puede hacer referencia a alteraciones en la motivación para iniciar o completar tareas o a comportamientos excéntricos y socialmente inadecuados, como llevar ropa extraña o masturbarse en público.
- Lenguaje desorganizado
En la esquizofrenia la desorganización del lenguaje aparece como una manifestación de trastornos más profundos que afectan al pensamiento y a los procesos cognitivos. Entre los signos lingüísticos típicos de la hebefrenia podemos encontrar los bloqueos súbitos al hablar o los cambios de tema espontáneos, que se conocen como “fuga de ideas”.
- Alteraciones emocionales
Las personas con hebefrenia muestran el aplanamiento afectivo típico en la esquizofrenia en general, que se asocia también a dificultades para sentir placer (anhedonia), entre otros síntomas emocionales negativos.
Es destacable también la manifestación de expresiones emocionales y faciales inadecuadas al contexto. Por ejemplo, una paciente hebefrénica puede reírse y hacer muecas similares a sonrisas durante una conversación sobre el fallecimiento de un ser querido.
- Predominio de los síntomas negativos
A diferencia de la esquizofrenia paranoide, en el caso de la hebefrenia los síntomas negativos son claramente más marcados que los positivos; esto significa que, en caso de que existan alucinaciones y delirios, resultan menos significativos que los síntomas de desorganización, la falta de interés por la interacción social o el aplanamiento emocional.
Es importante tener en cuenta que los síntomas negativos responden a la medicación en menor medida que los positivos; de hecho muchos antipsicóticos, en especial los de primera generación, provocan un aumento de los déficits conductuales y emocionales. Además las personas en que predominan los síntomas negativos tienen en general una peor calidad de vida.
La Hebefrenia no se cura. El tratamiento incluye un conjunto de medidas farmacológicas y psicológicas y de recursos sociales que tienen la finalidad de actuar potenciándose unos a otros para lograr la remisión de los síntomas y la adaptación aceptable del enfermo en todos los ámbitos de la vida cotidiana.
Fuente: Psicología y Mente