Un consumo moderado de cafeína puede retrasar el deterioro cognitivo de personas con Alzheimer

Un consumo moderado de cafeína puede retrasar el deterioro cognitivo de personas con Alzheimer

Una nueva revisión científica publicada en Cureus sugiere que el consumo moderado de cafeína podría ayudar a proteger contra la progresión de la enfermedad de Alzheimer, especialmente en personas con deterioro cognitivo leve. Aunque la evidencia no es del todo consistente, los hallazgos apuntan a una posible relación dosis-dependiente, ya que los niveles más altos de cafeína se asocian con un deterioro cognitivo más lento.

La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia y afecta a millones de personas en todo el mundo. A medida que aumenta la esperanza de vida, se prevé que el número de personas con Alzheimer aumente significativamente, triplicándose para 2050. Esto ha impulsado un esfuerzo global para identificar factores que podrían ralentizar o prevenir la progresión de la enfermedad. Dado que los tratamientos actuales ofrecen un alivio limitado, los investigadores exploran cada vez más factores relacionados con el estilo de vida, como la dieta, el ejercicio y el sueño, por sus posibles efectos protectores. La cafeína, presente en el café, el té y otras bebidas, es uno de estos factores que se está investigando.

La cafeína es una de las sustancias más consumidas en el mundo. Estimula el cerebro, aumenta el estado de alerta y mejora el estado de ánimo. Pero los científicos también han estado explorando si sus efectos son más profundos, quizás incluso ayudando a proteger el cerebro contra enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Estudios en animales han demostrado que la cafeína puede reducir la acumulación de proteínas dañinas en el cerebro. La investigación en humanos ha arrojado resultados dispares, pero algunos estudios han informado que quienes beben café con regularidad tienden a presentar tasas más bajas de deterioro cognitivo.

Para comprender mejor la posible relación entre el consumo de cafeína y la progresión del Alzheimer, un equipo de investigadores de instituciones de Pakistán, el Reino Unido y Estados Unidos realizó una revisión sistemática. Examinaron estudios de importantes bases de datos científicas para identificar aquellos que analizaban cómo el consumo de cafeína afectaba el riesgo de desarrollar Alzheimer o la progresión del deterioro cognitivo leve a la demencia grave.

La revisión incluyó cuatro estudios que cumplieron estrictos criterios de inclusión. Una de las evidencias más contundentes provino de un estudio que midió los niveles de cafeína en sangre de personas con deterioro cognitivo leve. Quienes presentaron niveles plasmáticos de cafeína más altos (superiores a 1200 nanogramos por mililitro) no desarrollaron demencia durante el período de estudio. En cambio, quienes presentaron niveles más bajos presentaron un riesgo significativamente mayor de desarrollar alzhéimer.

Otro estudio de la cohorte BALTAZAR , una amplia muestra europea, reveló que las personas que consumían menos de 216 miligramos de cafeína al día (aproximadamente dos tazas de café) presentaban más problemas de memoria y peores marcadores biológicos asociados con el Alzheimer. Esto respalda la idea de que podría ser necesaria una cantidad umbral de cafeína para observar efectos protectores.

Un estudio genético con datos del Biobanco del Reino Unido aportó más matices al panorama. Los investigadores emplearon un método llamado aleatorización mendeliana, que analiza las variantes genéticas asociadas con niveles naturalmente más altos de cafeína en la sangre. Encontraron un efecto protector moderado, pero el resultado no alcanzó significación estadística. Aun así, sugirió que la conexión entre la cafeína y la salud cerebral podría estar parcialmente influenciada por cómo el cuerpo de cada persona procesa la cafeína.

Otro estudio a largo plazo realizado en Portugal comparó a personas con Alzheimer con individuos sanos. Durante los 20 años previos al diagnóstico, quienes desarrollaron Alzheimer consumieron menos cafeína que quienes mantuvieron una buena salud cognitiva. Tras considerar otras afecciones, este patrón se mantuvo.

En general, la revisión sugiere que el consumo moderado de cafeína —generalmente superior a 200 miligramos al día— puede ofrecer cierta protección contra la enfermedad de Alzheimer. Este efecto protector parece ser más intenso en personas con deterioro cognitivo leve, una afección que a menudo precede al Alzheimer, pero que aún no causa alteraciones importantes en la vida diaria. La cafeína puede ayudar a retrasar o prevenir la transición de esta etapa temprana a la demencia completa.

Los investigadores también examinaron posibles explicaciones biológicas de este efecto. La cafeína bloquea los receptores de adenosina en el cerebro, lo que puede reducir la inflamación y favorecer una mejor comunicación entre las neuronas. También podría ayudar a limitar la acumulación de beta-amiloide, una proteína que forma placas en el cerebro de las personas con Alzheimer. Otros estudios han demostrado que la cafeína aumenta los niveles del factor neurotrófico derivado del cerebro, una molécula que favorece el aprendizaje y la memoria al fortalecer las conexiones entre neuronas.

La revisión destaca varios factores que pueden influir en la relación entre la cafeína y el Alzheimer. La genética influye, especialmente en la forma en que el cuerpo descompone la cafeína. Por ejemplo, las personas con ciertas versiones del gen CYP1A2 metabolizan la cafeína más lentamente, lo que podría afectar su duración. El momento de consumo también es importante. Las personas que han consumido cafeína regularmente durante muchos años, especialmente en la mediana edad, parecen beneficiarse más que quienes comienzan a consumirla más tarde.

Si bien estos hallazgos son alentadores, los investigadores advierten que la evidencia aún es incompleta. Los cuatro estudios incluidos en la revisión variaron considerablemente en cuanto a diseño, población participante y métodos de medición del consumo de cafeína. Algunos se basaron en encuestas dietéticas autoadministradas, mientras que otros emplearon análisis de sangre. Estas diferencias dificultan la elaboración de conclusiones firmes o la recomendación de niveles de consumo específicos para todos.

Otra limitación es que la mayoría de los estudios fueron observacionales. Pueden mostrar asociaciones, pero no pueden demostrar que la cafeína reduzca directamente el riesgo de Alzheimer. Es posible que las personas que beben más café también adopten otros hábitos saludables que contribuyen a una mejor salud cerebral, como la actividad física regular o una dieta saludable.

Los investigadores solicitan más ensayos clínicos bien diseñados que puedan evaluar cómo diferentes cantidades de cafeína afectan la salud cerebral a lo largo del tiempo. También sugieren estudiar diferentes fuentes de cafeína, como el café, el té o el chocolate, para determinar si los beneficios provienen de la cafeína en sí o de otros compuestos presentes en estos alimentos y bebidas.

Fuente: Cureus

Articulo original:

Título: Association Between Caffeine Intake and Alzheimer’s Disease Progression: A Systematic Review.

Autores: was authored by Zarbakhta Ashfaq, Zainab Younas, Eemaz Nathaniel, Abdur Rehman, Arzoo Siddiqi, Naveed Rasool, and Maaz Amir.

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