Cuando el dinero no compra tranquilidad

Cuando el dinero no compra tranquilidad

Un nuevo estudio francés publicado en Epidemiology and Psychiatric Sciences revela que no es la cantidad de dinero que se tiene, sino cómo se percibe la situación financiera, lo que influye con mayor fuerza en el riesgo de sufrir depresión. Sorprendentemente, el efecto es más notable entre las personas con altos ingresos.

Durante la pandemia de COVID-19, investigadores liderados por Gustave Maffre Maviel analizaron a más de 14 mil personas mayores de 15 años entre 2020 y 2022, dentro del estudio EpiCov. Los participantes respondieron encuestas sobre sus síntomas depresivos y su percepción de dificultades económicas, clasificadas como leves, moderadas o graves.

Los resultados fueron claros: quienes sentían dificultades económicas moderadas tenían un 40% más de probabilidades de desarrollar síntomas depresivos moderados o graves, mientras que quienes reportaban dificultades graves tenían más del doble de riesgo.

Lo más llamativo es que este vínculo fue más fuerte en los hogares de ingresos altos. Según los investigadores, esto podría deberse a que las personas más adineradas no están acostumbradas a enfrentar problemas financieros, por lo que una pérdida repentina o una deuda inesperada puede generar un mayor impacto emocional. En cambio, las personas con menos recursos suelen convivir de forma más constante con la inestabilidad económica, lo que podría atenuar la relación entre sus finanzas y la depresión.

El estudio también halló que sentirse presionado económicamente tiene un efecto duradero: no se observó una mejora significativa en la salud mental incluso cuando las circunstancias económicas se estabilizan.

Aunque los resultados son sólidos, los autores advierten que algunos participantes abandonaron el estudio, lo que podría haber reducido la precisión de los datos. Aun así, los hallazgos subrayan un mensaje importante: la percepción subjetiva del bienestar financiero puede ser tan determinante para la salud mental como los ingresos reales.

En resumen, la manera en que cada persona interpreta sus finanzas influye directamente en su equilibrio emocional. Sentirse en riesgo, aunque no lo esté objetivamente, puede ser suficiente para activar o agravar síntomas depresivos —una lección valiosa para todos los niveles socioeconómicos.

 Referencias:

Título: Experience of financial hardship and depression: a longitudinal population-based multi-state analysis.

Autores: Gustave Maffre Maviel, Alexandra Rouquette, Camille Davisse-Paturet, Arthur Descarpentry, Arnaud Sapin, Nathalie Bajos, Jean-Baptiste Hazo, Anne Pastorello, Josiane Warszawski, M. Melchior, Cecile Vuillermoz y the EpiCov Study Group..

Publicado en: Epidemiology and Psychiatric Sciences.

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