Estamos rodeados de eventos aleatorios a diario. ¿Subirá o bajará la bolsa mañana? ¿El próximo penalti en un partido de fútbol irá a la izquierda o a la derecha? ¿Ganará finalmente tu billete de lotería?
A menudo, experimentamos estos eventos no como sucesos aislados, sino como parte de una secuencia. En estas secuencias, nuestro cerebro anhela certeza y patrones.
A veces hay algo realmente significativo detrás de los patrones que observamos. Pero, a menudo, simplemente interpretamos la aleatoriedad.
¿Cómo podemos diferenciarlos? Es importante recordar la idea de eventos independientes. En probabilidad, esto significa que el resultado de un evento no influye en el de otro.
La falta de comprensión de la independencia está en el centro de dos fenómenos famosos: la falacia del jugador y la “mano caliente” en los deportes.
Cuando entendemos la independencia, podemos tomar mejores decisiones en un mundo lleno de incertidumbre.
La falacia del jugador
El 18 de agosto de 1913, en el Casino de Montecarlo, los jugadores presenciaron una de las rachas de ruleta más extraordinarias de la historia. La bola cayó en negro una, dos, cinco, diez veces… y así sucesivamente.
Imagina que estás ahí, viendo cómo sale el negro 15 veces seguidas. ¿Qué harías? ¿Apostarías al negro, pensando que la racha continuará? ¿O apostarías al rojo, convencido de que está destinado a salir?
Esa noche, la mayoría de los jugadores eligieron el rojo. Para el giro número 20, la mesa estaba repleta de jugadores que lo apostaban todo al rojo, convencidos de que la racha negra no duraría para siempre.
Pero la bola seguía desafiándolos, cayendo en negro una y otra vez. No fue hasta el giro 27 que finalmente apareció el rojo; para entonces, muchos jugadores habían perdido una fortuna.
Si bien no está documentada la cantidad exacta que perdieron los jugadores durante el torneo de ruleta de Montecarlo de 1913, se informa que colectivamente perdieron millones de francos.
Esta noche histórica es ahora un ejemplo clásico de la falacia del jugador: la creencia errónea de que los acontecimientos pasados influyen en la probabilidad de resultados futuros en una secuencia de ensayos independientes.
En realidad, la ruleta es justa, lo que significa que cada giro es aleatorio e independiente del anterior. Las probabilidades de caer en rojo, negro o verde se mantienen siempre, sin importar lo ocurrido antes.
Loterías, niños y patadas
Estas trampas de aleatoriedad no solo nos atrapan en la ruleta. También caemos en ellas en otras situaciones.
Los jugadores de lotería suelen asumir que un número ya está «debido» tras semanas de ausencia. Esto suele generar debates sobre cuándo cambiar las predicciones según los patrones observados en sorteos recientes.
Los padres que han tenido varios hijos del mismo sexo pueden creer (erróneamente) que tienen más probabilidades de tener después un hijo del sexo opuesto.
Los porteros de fútbol también caen en la falacia del apostador. Un estudio que analizó 37 tandas de penaltis en partidos de la Copa Mundial y la Eurocopa reveló que los porteros tenían un 70 % más de probabilidades de lanzarse en dirección contraria después de tres tiros consecutivos hacia el mismo lado, creyendo que la racha debía equilibrarse. Curiosamente, los delanteros no aprovecharon este comportamiento predecible, ya que la dirección de sus tiros fue aleatoria.
El fenómeno de la «mano caliente»
No todas las secuencias de eventos aleatorios son independientes. A veces, los eventos de una secuencia pueden influirse entre sí, creando patrones reales, no imaginarios.
Esto nos lleva al fenómeno de la «mano caliente». Se trata de la creencia generalizada de que los jugadores que tienen un buen rendimiento, como anotar tiros consecutivos en el baloncesto, tienen más probabilidades de mantener un buen rendimiento.
Pero ¿existe realmente la mano caliente o es solo otro ejemplo de nuestra tendencia a imponer patrones a eventos aleatorios? En resumen: es complicado.
A diferencia de la falacia del jugador, que puede descartarse mediante principios estadísticos claros, el fenómeno de la mano caliente se resiste a ser descartado definitivamente.
No hay forma de demostrar que los tiros consecutivos de baloncesto sean completamente independientes. La habilidad, la confianza o el impulso podrían influir en la creación de rachas reales.
Sin embargo, la evidencia empírica sigue siendo mixta y dependiente del contexto. Algunos estudios han observado efectos leves en ciertos deportes, pero otros lo han descartado.
Si bien la pregunta se originó en el baloncesto, investigaciones posteriores se han extendido a otros deportes, como el béisbol, los dardos, el tenis y los bolos. La mayoría de los estudios sugieren que el efecto, de existir, es mucho menor de lo que creen muchos jugadores, entrenadores y aficionados.
¿Qué significa todo esto?
Como humanos, estamos programados para buscar patrones y tendencias para comprender el mundo y tomar decisiones. Pero a menudo, solo tenemos acceso a pequeñas cantidades de información, lo que puede llevarnos a interpretar la aleatoriedad de forma errónea.
Un error común es asumir que las rachas o grupos de resultados similares indican algo inusual o manipulado. En realidad, estos grupos son características normales de la aleatoriedad.
La equidad o el equilibrio solo surgen en un gran número de eventos, no en muestras pequeñas. Los eventos independientes, como el lanzamiento de una moneda, carecen de memoria. Cada resultado es independiente, independientemente de lo anterior.
Esta tendencia a ver patrones donde no los hay, también conocida como la ilusión de agrupamiento, a menudo puede alimentar supersticiones como » la mala suerte viene de tres en tres «. Es el mismo sesgo que nos lleva a esperar que una mala racha en el casino termine pronto, o a creer que una serie de desgracias no relacionadas en la vida significa que nos espera buena suerte.
Sin embargo, los eventos no siempre son independientes. A veces, un conjunto de buenos resultados, como una serie de éxitos profesionales, puede reflejar genuinamente la habilidad, el impulso o las circunstancias cambiantes, y podría indicar oportunidades futuras.
Así que la próxima vez que te encuentres con una serie de acontecimientos, ya sean buenos o malos, haz una pausa y reflexiona. Si no hay motivos para creer que los eventos estén relacionados, resiste la tentación de sobreinterpretarlos. Comprender la aleatoriedad puede liberarnos de preocupaciones innecesarias o falsas esperanzas, permitiéndonos centrarnos en decisiones basadas en la realidad.
Fuente: The Conversation
Articulo original:
Título: The ‘hot hand’ and the gambler’s fallacy: why our brains struggle to believe in randomness.
Autor: Milad Haghani