De un 5 a un 10% de la población ha tenido o tendrá problemas psicológicos o mentales relacionados con el confinamiento, a corto y medio plazo-Entrevista a Elisardo Becoña

Elisardo Becoña es Catedrático de Psicología Clínica en el Departamento de Psicología Clínica y Psicobiología de la Facultad de Psicología de la Universidad de Santiago de Compostela. Asimismo, es especialista en el campo de los trastornos adictivos (etiología, prevención y tratamiento psicológico) y en la evaluación y difusión de los tratamientos psicológicos eficaces.

En la siguiente entrevista, nos hablará en profundidad sobre este interesante libro:

ENTREVISTA

A modo de introducción, ¿cómo surge la idea de escribir este libro? ¿a quién va dirigido y qué objetivos persigue?

El libro “Lo inesperado en nuestras vidas” surge de modo casual. Hay acontecimientos en nuestra vida, que no imaginábamos que pudiesen ocurrirnos, y que nos van a marcar en ese momento o durante toda la vida. El COVID-19 ha sido uno de ellos y, especialmente, el confinamiento obligatorio. Ha sido una experiencia inesperada, dura para todos y para algunos excesivamente dura, lo que les ha acarreado importantes problemas psicológicos o se los producirá en el inmediato futuro. En este contexto, el libro lo comencé a escribir al inicio de la pandemia. Tenía previamente mucha información recopilada y escrita sobre sufrimiento psicológico, catástrofes, confinamientos, y otros procesos psicológicos que vemos en nuestros pacientes. Por ello, decidí escribir un libro en forma de relato de lo que la mayoría hemos pensado, sentido y hecho a lo largo del confinamiento. Se mezcla, por ello, en el libro lo personal, lo psicológico y lo divulgativo sobre un acontecimiento extraordinario, desde una perspectiva de la Psicología Clínica y de lo que es el ser humano, en sus debilidades y fortalezas.

A lo largo del libro se van desgranando distintos procesos psicológicos que utilizamos los humanos ante una situación como ésta y lo que sabemos desde la Psicología del Confinamiento. Por ello, el subtítulo, Manual de supervivencia psicológica, atañe a las estrategias que utilizamos en un acontecimiento como éste, u otros (ej., la muerte repentina de un ser querido, perder el trabajo, comunicarnos una enfermedad grave) para afrontarlo y superarlo del mejor modo posible. Pretende que el lector pueda comprender mejor cómo se ha sentido en el confinamiento, qué es lo normal y lo patológico, y que conozca algunas de las estrategias de que disponemos para afrontar una situación como ésta si vuelve a ocurrir. Finalmente, a lo largo de todo el libro subyace una perspectiva optimista, que nos caracteriza a los humanos, de lo que va a ser el futuro.

Como experto, ¿qué impacto ha tenido en las personas algo tan “inesperado” como la pandemia del COVID-19? ¿De qué modo esta situación ha podido afectar a sus prioridades?

El confinamiento ha sido una experiencia nueva, dura para casi todos los que tienen un comportamiento “normal”. La mayoría de las personas lo han podido manejar y hacerle frente. Pero no ha sido inocuo para todos. Casi todos hemos vivido el miedo y la incertidumbre desde el inicio de la pandemia. Más de una persona ha perdido lo que conocemos como seguridad psicológica.

Cuando tenemos seguridad psicológica percibimos que nuestro ambiente es seguro y libre de daño o amenaza tanto física como emocional. A lo largo del confinamiento se han incrementado, en personas normales, los problemas de sueño, preocupación, ansiedad, soledad, bajo estado de ánimo, etc. En personas con psicopatología previa ésta ha aumentado en muchos casos. Y, en personas vulnerables psicológicamente una parte de ellas se ha roto. A ello hay que añadir la muy frecuente preocupación por la salud, real en este caso por el riesgo de contagio, los problemas de pérdida de trabajo en muchas personas, el miedo e incertidumbre por el futuro, el incremento del consumo de alcohol como sedante, entre otras.

Sabemos que un confinamiento empeora tanto la salud física (ej., dormir peor, diarrea, dolor de cabeza, peor dieta, menor ejercicio, etc.) como la mental (se incrementa el estrés postraumático, la evitación y la ira, ansiedad, peor estado de ánimo, etc.), y aparecen la preocupación, la frustración, la ansiedad, la ira, el aburrimiento. A esto hay que añadir los problemas económicos, lo que hace que si están presentes se agrave lo anterior. Aquí es central la elasticidad psicológica que tenga la persona para afrontar esas nuevas y duras situaciones y su capacidad de encarar de modo optimista el futuro. Por ello, de un 5 a un 10% de la población ha tenido, o va a tener, problemas psicológicos o mentales relacionados con el confinamiento, a corto y medio plazo. Algunos serán manejables, otros precisarán ayuda profesional. Sabemos que si mejora la situación en el plazo aproximado de un año remitirán muchos de ellos, sobre todo cuando las personas tienen ayuda profesional. De ahí la relevancia de monitorizar lo que va pasando.

Este es un bache importante en el transcurrir histórico que va a afectar a muchas personas. La Psicología tiene aquí un papel esencial para ayudar a los vulnerables.

¿Podría explicarnos brevemente qué aspectos aborda el libro a lo largo de sus páginas?

El libro se ha escrito en un formato ágil, directo, claro, didáctico para que le sea útil al lector. Aborda múltiples cuestiones, de modo breve, como el miedo, la ansiedad, la angustia, el estrés, la incertidumbre, la soledad, el bajo estado de ánimo, la depresión, la tristeza, el sufrimiento psicológico, el suicidio, la preocupación, las falsas creencias o creencias irracionales, la resiliencia, el aburrimiento, la nostalgia, la frustración, el enfado, la ira, la relajación, el apoyo social, la habituación, el duelo, la muerte, la distopía, el placer, el olvido, etc. Se incluyen vivencias personales, relacionadas con el confinamiento, algunos hechos que todos hemos vivido, explicados desde la perspectiva psicológica, y la información de la que disponemos sobre lo que ha pasado, igualmente desde la perspectiva psicológica. También otros aspectos, como el sentido de la vida, lo racional y lo irracional, las fases del confinamiento, dormir mal, el autoengaño, los recuerdos, el consumo de alcohol, la selección natural, el autoengaño, la atención selectiva, las diferencias culturales, el futuro. En suma, un amplio conjunto de temas para comprender lo que hemos vivido. Y siempre con una idea optimista de que podemos comprender y afrontar lo que nos ha ocurrido.

¿A qué se refiere el subtítulo “Manual de supervivencia”? ¿Qué novedades puede encontrar el lector con respecto a otros trabajos relacionados con la situación de pandemia?

Se insiste a lo largo del libro que han sido tres los elementos centrales que nos han permitido afrontar la situación por la que hemos pasado. El primero ha sido la resiliencia, que es la adaptación exitosa de un individuo a pesar de haber pasado por situaciones adversas o traumáticas en la vida, sobre todo en la infancia. Este proceso entra en funcionamiento en las situaciones límites como la que hemos vivido. El segundo es el optimismo, el cual es un rasgo de personalidad, que consiste en la expectativa de que los resultados que podemos obtener serán generalmente buenos y positivos. Ha sido clave en este confinamiento, y lo sigue siendo ahora, el optimismo realista. Y, en tercer lugar, el apoyo social, que todos hemos vivido y agradecido, tanto como apoyo mutuo como a través del altruismo. Y, sin olvidar que los elementos anteriores son aspectos centrales para nuestra supervivencia social, para nuestra supervivencia como especie. Esto a veces lo olvidamos.

¿Qué consecuencias psicológicas conllevó o conllevará el confinamiento?

En función de la información que tenemos de otros confinamientos, de otras catástrofes previas, y de los primeros datos de investigación sobre el COVID-19 que se han publicado de China, sobre todo, de otros países, incluyendo el nuestro, así como de lo que vamos conociendo desde la clínica, hay cuatro grupos de personas a las que les ha afectado el confinamiento, y todo lo que ha pasado, en su salud mental. Estos han desarrollaron, o pueden desarrollar, trastornos de estrés postraumático, cuadros ansiosos o depresivos, problemas de adicciones o trastornos adaptativos, entre otros.

El primer grupo es el de los profesionales sanitarios más relacionados directamente con los pacientes con COVID-19, que tuvieron que atender a los casos más graves, que vivieron el desborde de la situación al inicio y que vieron morir a muchas personas en la fase álgida de la pandemia. También a otros profesionales y personal de apoyo del campo sanitario y otros vinculados al proceso sanitario y a la pandemia (ej., fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, ejército, voluntarios, etc.).

El segundo grupo es el de los enfermos recuperados de las UCIs y de hospitalización con estancias largas en el hospital por COVID. Para muchos ha sido una experiencia traumática que les va a seguir a lo largo de su vida.

El tercer grupo es el de los familiares de personas muertas, sobre todo de COVID, que no han podido enterrar adecuadamente a sus familiares, elaborar el duelo como se venía haciendo, o de otros familiares que les murieron en el periodo de confinamiento de muerte natural, pero vivieron tales restricciones. También familiares de enfermos con largas convalecencias. Y por todo lo que sufrieron en esos días de tanta incomprensión para ellos.

El cuarto grupo es el de las personas con vulnerabilidad psicológica previa a los que les ha afectado el confinamiento, o el mismo agravó sus problemas de salud mental. Este es el grupo más importante de todos por número de afectados. Algunos recayeron en sus patologías mentales, otros afloraron, otros incrementaron su vulnerabilidad.

Es aventurado dar cifras de las personas que van a estar afectadas por lo que ha ocurrido, y está ocurriendo, pero sí podemos asegurar que no menos de un 5% adicional de la población va a sufrir importantes problemas psicológicos por lo que ha pasado. Y puede incluso llegar al 10%. En el mejor de los casos esto será temporal, si aparece una vacuna o un tratamiento efectivo para la enfermedad en poco tiempo, sino esto se mantendrá en el tiempo. A muchas personas se les ha roto su mundo interior y su realidad exterior. Han chocado con una realidad inesperada.

A su juicio, ¿qué consecuencias psicológicas tendría para la población, tanto a nivel individual como social, un nuevo confinamiento?

Primeramente, esperamos que no tengamos que pasar por un nuevo confinamiento. Si ocurre, hemos aprendido mucho de éste y hemos desarrollado estrategias efectivas para superarlo, tanto a nivel médico, como psicológico y social. De darse, de nuevo surgiría el miedo y la incertidumbre. Y sí que se verían más afectadas las personas vulnerables a nivel psicológico. Además, ello llevaría a mayores problemas económicos, con lo que se agravaría el modo de afrontar el día a día. Esto ya está ocurriendo en miles de personas. De ahí, la necesidad de concienciar a toda la población, desde los jóvenes a los adultos y las personas mayores, de que sigan estrictamente las medidas sanitarias adecuadas para que no haya un nuevo rebrote. Prevenir es mejor que lamentar.

Para finalizar, ¿desearía añadir algún otro comentario al tema que nos ocupa?

Es muy importante que las personas sepan que, a pesar de que una parte de la población se ha visto afectada en su integridad física y mental por lo que ha ocurrido, y sigue ocurriendo, es a éstos a los que hay que ayudar ahora y en los próximos meses, por los problemas psicológicos que presentan. Y, al tiempo resaltar que la mayoría de los humanos tenemos capacidades biológicas y psicológicas para hacer frente a acontecimientos tan extraordinarios, graves y traumáticos como el que hemos vivido tan intensamente, y seguimos viviendo. Por todo ello, es clave potenciar, mejorar o entrenarse para tener una mejor resiliencia, un optimismo realista hacia el mundo, los demás y el futuro, y un adecuado apoyo social.

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