Un nuevo estudio publicado en The International Journal of Press/Politics sugiere que la desinformación política en redes sociales no es un producto generalizado de todas las corrientes ideológicas o movimientos populistas, sino que está desproporcionadamente vinculada a los partidos populistas de extrema derecha. Investigadores de la Universidad de Ámsterdam y la Universidad Libre de Ámsterdam analizaron más de 32 millones de tuits de parlamentarios de 26 países durante seis años y descubrieron que los populistas de extrema derecha son significativamente más propensos a compartir desinformación que sus homólogos de la corriente dominante o de izquierda.
El estudio surgió a raíz de un cambio en la comprensión académica de la desinformación. Si bien los trabajos iniciales se centraron en la propagación viral de información de baja calidad en las redes sociales, la atención más reciente se ha centrado en el papel de las élites políticas. Los políticos, en particular aquellos con grandes plataformas y seguidores leales, tienen la capacidad de influir en la opinión pública y moldear el discurso, lo que convierte su comportamiento en línea en un área de estudio crucial. Sin embargo, hasta ahora, existía poca evidencia transnacional que vinculara la ideología política con la propagación de desinformación por parte de funcionarios electos.
“La desinformación es uno de los fenómenos sociales más investigados de nuestra era y a menudo se considera una grave amenaza para las instituciones sociales y democráticas. Sin embargo, las causas de su auge siguen siendo controvertidas”, explicó el autor del estudio, Petter Törnberg, profesor asociado del Instituto de Lógica, Lenguaje y Computación y coautor de » Ver como una plataforma: Una investigación sobre la condición de la modernidad digital».
“Mi coautor y yo nos dimos cuenta de que teníamos algo que aportar. Ella es politóloga comparativa y yo, socióloga computacional. Al combinar nuestros dos enfoques, podríamos estudiar la desinformación desde una perspectiva novedosa: como fenómeno político y expresión de la política partidista”.
Törnberg y su coautora, Juliana Chueri, recopilaron una enorme base de datos con tuits de 8198 parlamentarios de 26 democracias, incluyendo países como Alemania, Canadá, Reino Unido y Estados Unidos. Los tuits, que abarcan desde 2017 hasta 2022, incluían más de 18 millones de URL compartidas. Para identificar información errónea, el equipo cruzó estos enlaces con dos bases de datos consolidadas: Media Bias/Fact Check y la lista de noticias falsas de Wikipedia. Estas fuentes califican la fiabilidad factual de los medios de comunicación en una escala de «muy baja» a «muy alta».
A partir de esto, los investigadores desarrollaron una «puntuación de factualidad» para cada partido político, que representa la fiabilidad media de las fuentes compartidas por sus miembros. Una puntuación baja indicaba que los miembros de un partido compartían con frecuencia enlaces a fuentes poco fiables o engañosas. El equipo también recopiló información detallada sobre la postura ideológica de cada partido utilizando conjuntos de datos de ciencias políticas existentes, registrando si un partido se inclinaba hacia la izquierda o la derecha, si adoptaba un discurso populista y si participaba en el gobierno.
El hallazgo principal fue que la ideología política por sí sola —o el populismo por sí solo— no predijo si un partido difundiría desinformación. Más bien, fue la interacción entre la ideología de derecha y la retórica populista la que incrementó la probabilidad de que un partido compartiera contenido poco factual. Los partidos con altos índices de populismo y una orientación de derecha fueron mucho más propensos a difundir desinformación que cualquier otro grupo. En cambio, los partidos populistas de izquierda y los partidos conservadores o progresistas tradicionales no mostraron niveles elevados de intercambio de desinformación.
Si bien el populismo suele implicar desconfianza hacia las élites y los medios de comunicación, solo su forma de derecha radical se asoció con el intercambio de información poco veraz. Los populistas de izquierda, que tienden a centrarse en la desigualdad económica y critican el poder corporativo en lugar de la identidad cultural o nacional, no se involucraron en la desinformación en la misma medida.
Esperábamos que la desinformación se vinculara tanto con el populismo de izquierda como con el de derecha. Sin embargo, descubrimos que solo el populismo de derecha radical predice la propagación de la desinformación.
Esta relación se mantuvo incluso después de considerar otros factores como la cohesión del partido, el estilo de liderazgo y si un partido estaba en el gobierno o en la oposición. Los modelos estadísticos multinivel del estudio controlaron las diferencias entre países, lo que refuerza la solidez de los hallazgos.
Uno de los ejemplos más claros provino del análisis de las «familias de partidos»: partidos políticos que comparten bases ideológicas similares. Los partidos de extrema derecha destacaron con las puntuaciones medianas de veracidad más bajas, significativamente por debajo de las de los partidos socialistas, verdes, liberales y demócrata-cristianos. Incluso en comparación con otros partidos conservadores, los grupos de extrema derecha eran mucho más propensos a compartir enlaces de fuentes conocidas por publicar información engañosa o falsa.
Los investigadores argumentan que este patrón refleja el uso estratégico de la desinformación como herramienta política. Los populistas de derecha radical suelen buscar socavar la confianza en las instituciones establecidas, incluyendo los medios de comunicación y el sistema electoral. Al difundir desinformación, pueden reforzar narrativas de corrupción de las élites, amenaza cultural y fracaso institucional, ideas fundamentales para su atractivo político. Estas tácticas son especialmente eficaces en un entorno mediático centrado en la atención, donde el contenido provocador se recompensa con interacción.
Es importante destacar que el estudio enfatiza que no se trata solo de políticos individuales que se comportan de forma irresponsable. Más bien, señala una alineación estructural entre la ideología populista de extrema derecha y los incentivos del panorama mediático digital. La desinformación se convierte en parte de una estrategia política más amplia, utilizada para movilizar simpatizantes, desacreditar a los oponentes y dominar la cobertura mediática.
“Creo que existe una comprensión común de la desinformación como una simple expresión de nuestro ecosistema mediático actual: la calidad de la información está disminuyendo debido a las redes sociales. Nuestro estudio muestra que esta podría no ser la forma correcta de abordar la desinformación. En cambio, parece ser un fenómeno político, vinculado al auge de políticos populistas de derecha radical durante la última década, que utilizan la desinformación como estrategia política”.
A pesar de su alcance y perspectivas, el estudio no está exento de limitaciones. Solo abarca el contenido compartido en Twitter entre 2017 y 2022, y se necesitarán investigaciones futuras para examinar plataformas más nuevas y tendencias más recientes. El análisis también se centra en las URL compartidas, en lugar del contenido de los textos de los tuits, lo que podría pasar por alto otras formas de desinformación. Además, si bien el estudio incluyó un conjunto diverso de democracias occidentales, no ofrece información sobre cómo opera la desinformación en contextos no occidentales o autoritarios.
Aun así, los hallazgos abren la puerta a un nuevo enfoque para estudiar la desinformación, no solo como un problema mediático o tecnológico, sino como un fenómeno arraigado en la política partidista. Al publicar sus datos, los investigadores esperan impulsar trabajos futuros que exploren con mayor profundidad el papel de la ideología, la estrategia partidista y la dinámica política global en la difusión de información falsa.
En definitiva, esta investigación replantea el debate sobre la desinformación. En lugar de tratarla como una consecuencia desafortunada de las redes sociales, los hallazgos sugieren que la desinformación suele ser una táctica política deliberada y calculada.
“Esperamos establecer un enfoque comparativo para el estudio de la desinformación, que nos permita comprender su inextricable vínculo con los partidos y movimientos políticos. Para abordar las limitaciones mencionadas, trabajamos en un proyecto a mayor escala en el que estudiamos la difusión de desinformación desde prácticamente todos los partidos políticos del mundo y utilizamos técnicas de IA para identificar la desinformación y la información engañosa. Creemos que esto nos proporcionará una comprensión mucho más completa de la arquitectura global de la desinformación política”, concluyo Petter Törnberg.
Fuente: The International Journal of Press/Politics
Articulo original:
Título: When Do Parties Lie? Misinformation and Radical-Right Populism Across 26 Countries.
Autores: Petter Törnberg y Juliana Chueri.