Un estudio reciente publicado en el Journal of Early Adolescent explora las experiencias de retraimiento social entre niños y adolescentes. Los investigadores pretendían comprender cómo las diferentes motivaciones para el aislamiento social se relacionan con los sentimientos de soledad y soledad, y cómo estos sentimientos, a su vez, contribuyen a internalizar problemas como la ansiedad social y la depresión.
Los hallazgos indican que la timidez está fuertemente relacionada con la soledad y los problemas de internalización, mientras que la insociabilidad se asocia principalmente con la soledad e indirectamente con la depresión.
La transición de la niñez a la adolescencia está marcada por importantes cambios sociales. Los compañeros se vuelven cada vez más importantes y los niños desarrollan un mayor deseo de conformidad con sus pares y autonomía de sus familias. Sin embargo, este período puede ser particularmente desafiante para los niños socialmente retraídos, quienes pueden tener problemas con una participación social deficiente y enfrentar riesgos de desarrollar problemas de internalización como ansiedad social y depresión.
El nuevo estudio tuvo como objetivo investigar las diferentes razones por las que los niños se retraen socialmente y cómo estas motivaciones impactan su salud mental posterior. Es importante destacar que los investigadores distinguieron entre timidez e insociabilidad, y soledad y soledad.
La timidez se caracteriza por un deseo de interacción social junto con ansiedad y miedo sociales, lo que lleva al abandono de las oportunidades sociales. Por el contrario, la insociabilidad está marcada por una preferencia por la soledad y el disfrute de actividades solitarias sin la presencia de miedo social.
Por otro lado, la soledad se refiere a la insatisfacción con la cantidad y calidad de las propias relaciones sociales, reflejando una necesidad insatisfecha de pertenencia. La soledad, un concepto más nuevo, denota insatisfacción con la cantidad de tiempo que se pasa solo, lo que indica una necesidad insatisfecha de soledad.
Al diferenciar estos constructos, los investigadores pretendían comprender mejor las vías únicas a través de las cuales los diferentes tipos de retraimiento social pueden conducir a distintas experiencias emocionales y resultados de salud mental en niños y adolescentes.
En el estudio participaron 459 niños y adolescentes tempranos, con edades comprendidas entre 8 y 14 años, con una edad media de 11,24 años. Los participantes fueron reclutados en escuelas primarias y secundarias de diferentes regiones de Italia, incluidas las partes norte, central y sur del país. Aproximadamente el 53,8% de los participantes eran niñas y alrededor del 14% eran de origen inmigrante.
Se pidió a los participantes que completaran cuestionarios de autoinforme en línea. Estos cuestionarios midieron la timidez, la insociabilidad, la soledad, la ansiedad social y la depresión. Las escalas utilizadas incluyeron el Cuestionario de timidez infantil, la Escala de preferencia por la soledad, la Escala de soledad e insatisfacción social de los niños, la Escala de soledad y soledad, la Escala de ansiedad social para niños – Revisada y el Inventario de depresión infantil – Segunda edición.
La timidez se evaluó como un rasgo temperamental caracterizado por cautela y timidez en situaciones sociales. La insociabilidad, por otro lado, se definió como una preferencia no temerosa por la soledad. La soledad se midió como insatisfacción social, lo que refleja una brecha entre las relaciones sociales deseadas y reales. La soledad era una construcción más nueva, que se refería a la insatisfacción con la cantidad o calidad del tiempo pasado a solas.
El estudio reveló una compleja red de asociaciones entre los subtipos de retraimiento social, la soledad y los problemas de internalización. La timidez se asoció fuertemente tanto con la soledad como con problemas de internalización, como la ansiedad social y la depresión. Este hallazgo se alinea con investigaciones anteriores que indican que los niños tímidos, que desean la interacción social pero están inhibidos por el miedo social, a menudo se sienten solos y tienen un mayor riesgo de sufrir ansiedad y depresión.
La insociabilidad, aunque generalmente se considera una forma benigna de retraimiento social, también estaba relacionada con la soledad y la soledad. Curiosamente, si bien la insociabilidad no se asoció directamente con problemas de internalización en el modelo completo, sí se relacionó indirectamente con la depresión a través de su asociación con la soledad. Esto sugiere que incluso los niños que prefieren la soledad podrían tener problemas con sentimientos de depresión si perciben que no tienen suficiente tiempo de calidad a solas.
Además, el estudio encontró que los niños mayores reportaban niveles más altos de soledad, soledad, ansiedad social y depresión. El impacto de la timidez en la soledad y, posteriormente, en la ansiedad social y la depresión, fue más fuerte en los primeros años de la adolescenciamas que en los niños más pequeños. Esto pone de relieve las crecientes presiones sociales y expectativas de interacciones con pares durante la adolescencia temprana, lo que hace que este período de desarrollo sea particularmente desafiante para los niños tímidos e insociables.
Los hallazgos del estudio tienen implicaciones importantes para los programas de intervención destinados a ayudar a niños y adolescentes socialmente retraídos. Muchas intervenciones actuales se centran en mejorar las relaciones con los pares para aliviar la soledad. Sin embargo, este estudio sugiere que abordar la necesidad de soledad y la calidad del tiempo a solas también podría ser crucial.
Adaptar las intervenciones para reconocer y apoyar las diferentes motivaciones del aislamiento social podría mejorar los resultados socioemocionales de estos niños, ayudándolos a navegar mejor en sus mundos sociales y reducir el riesgo de internalizar problemas.
Si bien el estudio proporciona información valiosa, tiene varias limitaciones. El diseño transversal limita la capacidad de sacar conclusiones causales. Investigaciones futuras podrían emplear diseños longitudinales para explorar las relaciones temporales entre estas variables. La dependencia de medidas de autoinforme también podría inflar las asociaciones debido a la variación del método compartido. Incluir a múltiples informantes, como padres, compañeros y profesores, podría proporcionar una comprensión más completa.
Además, el estudio se realizó en Italia, lo que potencialmente limita la generalización de los hallazgos a otros contextos culturales y grupos socioeconómicos. Replicar el estudio en diferentes países y entre poblaciones diversas ayudaría a validar los hallazgos.
«Una mejor comprensión de las diferentes motivaciones subyacentes para pasar tiempo a solas, así como el reconocimiento de que algunos niños retraídos pueden beneficiarse de pasar más tiempo a solas, puede ayudar a mejorar los resultados socioemocionales de los jóvenes retraídos», concluyeron los investigadores.
Fuente: Journal of Early Adolescent
Articulo original: Titulo: “Loneliness and Aloneliness as Mediators of the Associations Between Social Withdrawal and Internalizing Problems in Late Childhood and Early Adolescence”. Autores: Matilde Brunetti, Stefania Sette, Emiddia Longobardi, Fiorenzo Laghi y Robert J. Coplan.