Uno de los tipos más comunes de interacciones sociales implica el acto básico de brindar ayuda. La ayuda podría ser práctica, como mostrarle a alguien que parece estar perdido cómo llegar a su destino. También podría ser de naturaleza emocional, como tratar de ayudar a un cliente en un supermercado para sentirse mejor después de que accidentalmente choca contigo con tu carrito. La vida diaria está llena de casos en los que las personas intentan ayudar a regular las emociones de los demás, especialmente cuando esas otras personas parecen necesitar ayuda.
Quizás hayas llegado a creer que en realidad eres bastante bueno dando respuestas a los problemas de otras personas, no sólo a los extraños. Te enorgulleces de poder leer sus sentimientos antes, durante y después de haber intervenido con lo que consideras consejos útiles. Sin embargo, ¿puedes realmente estar seguro de que tus habilidades como ayudante están realmente justificadas?
El efecto ilusorio de ayudar
Según una nueva investigación realizada por Kit Double y sus colegas de la Universidad de Sydney (2024), el “efecto de densidad de resultados” podría ser un factor importante que sesgue los juicios de las personas sobre su capacidad para brindar ayuda. En pocas palabras, esto significa que si eres parte de una situación en la que un resultado ocurre frecuentemente por sí solo (independientemente de lo que hagas), lo más probable es que pienses que tú causaste que sucediera. En el caso de brindar consejos útiles, esto podría llevar a las personas a “pensar que están ayudando a alguien que normalmente es feliz cuando (en realidad no están ayudando)” y viceversa.
Entonces, pensando en la última vez que le diste un consejo a alguien, ¿cómo puedes estar seguro de que causaste el resultado positivo que presenciaste? Las personas que generalmente tienden a ver el lado bueno de la vida pueden pedirte ayuda para afrontar una situación difícil. Efectivamente, su alegre respuesta reemplaza el paso temporal sobre su frente de una nube de preocupación. Sin embargo, es posible que se hubieran recuperado sin que tu intervención tuviera nada que ver con ello. Los investigadores australianos creen que la creencia de que tu causaste el resultado podría contribuir a una falsa sensación de eficacia sobre tus habilidades de ayuda. En última instancia, esto te convertirá en un peor ayudante.
Prueba del efecto de densidad de resultados
Para probar si las personas podían verse inducidas al efecto de densidad de resultados, los investigadores de la Universidad de Sydney idearon un paradigma experimental en el que los participantes recibían retroalimentación manipulada sobre su capacidad para brindar consejos útiles. A través de dos experimentos en línea, los participantes brindaron consejos destinados a ayudar a una persona con la que creían que estaban emparejados. Los participantes pensaron que estaban recibiendo comentarios en tiempo real de ese otro participante, pero los comentarios se generaron experimentalmente.
Los participantes reales recibieron un mensaje que tenía la siguiente forma: “Tu pareja está a punto de ver una imagen negativa. Utiliza el cuadro de texto a continuación para brindar consejos”. Luego, el participante podía ver la respuesta emocional de su pareja en una escala de caritas sonrientes de color verde (feliz) a rojo (triste).
Esta configuración permitió al equipo de investigación diseñar resultados que variaban en la proporción de caras verdes y rojas. En la condición de tasa base positiva alta, la pareja a menudo mostraba una respuesta verde, lo que indica que se sentía feliz. Al calificar su propia eficacia como dar consejos, los participantes se convencieron de que realmente estaban marcando una diferencia con su pareja.
Este fue el primer paradigma experimental, y aunque demostró que se puede hacer que las personas piensen que son útiles solo por la tasa base, no estableció un vínculo entre el resultado y las percepciones de eficacia. El segundo experimento varió tanto la tasa base de emociones positivas/negativas junto con las variaciones en la contingencia. Ahora, los participantes podían comparar el resultado de sus consejos en ensayos en los que mostraban que la pareja se sentía peor versus cuando la pareja respondía sintiéndose mejor.
Cuando se les presentó la evidencia de que sus consejos condujeron a un peor resultado en su pareja, no tuvo un impacto real en las calificaciones que los participantes dieron sobre su propia eficacia. Si la pareja tenía constantemente una tasa base alta de emociones positivas, no importaba si el consejo de un ensayo determinado aparentemente hacía que su pareja se sintiera peor. Por el contrario, en la condición de tasa base baja, cuando las emociones positivas ocurrían raramente en la pareja, los participantes solo calificaron su eficacia como alta si podían ver un vínculo positivo entre sus consejos y el resultado.
Tres consejos que te ayudarán a ayudar a los demás
Estos hallazgos tienen algunas implicaciones potencialmente perturbadoras, que sugieren que es posible que nunca puedas juzgar cuán útil eres cuando das consejos a alguien que generalmente tiene una disposición plácida y feliz. De hecho, muchos estudios sobre cognición social (cómo piensan las personas sobre otras personas) muestran que los individuos pueden llegar a muchas conclusiones erróneas sobre lo que otros piensan y sienten. Sabiendo que las tarifas base pueden acecharte fácilmente en este importante ámbito de interacción social puede brindarte herramientas para separar los efectos de las acciones de la personalidad básica de las personas a las que intenta ayudar.
Los participantes en el estudio no tenían socios reales ni antecedentes con los socios que pensaban tener, una situación muy parecida a la que se encuentra en el escenario del supermercado. Cuando no conozcas muy bien a alguien, no saques conclusiones precipitadas sobre lo bueno que eres para aliviar la miseria de otras personas. Con las personas que conoces, al menos tienes la ventaja de saber si en general son sombríos o gruñones. Ten cuidado de no sobrevalorar tu propia eficacia.
Al traducir los resultados del estudio en formas en las que puedes ayudar a tus propias habilidades de ayuda, aquí están las 3 conclusiones:
- Te sugerimos estar dispuesto a utilizar las señales no verbales que otros te brindan para ayudarte a evaluar tu impacto en ellos. ¿Parecen respirar mejor o muestran signos de alivio en sus ojos?
- Escucha atentamente sus palabras. ¿Recibes un superficial «Gracias» o el destinatario es específico acerca de cómo lo hiciste sentir mejor?
- Es aconsejable a que estés dispuesto a aprender de las veces que tu consejo parece funcionar, pero también de las veces que no. Si tienes la sensación de que realmente no mejoró el estado de ánimo de alguien, piensa en cómo abordarlo de manera diferente la próxima vez que intentes ayudar.
En resumen, el acto de ayudar a otros a sentirse mejor es un componente universal de todas las interacciones sociales. Examinar detenidamente el resultado de tus consejos te ayudará a ser verdaderamente eficaz en este importante ámbito social.
Fuente: Psychology Today