La forma en que expresamos la ira podría afectar la salud de nuestro corazón

La forma en que expresamos la ira podría afectar la salud de nuestro corazón

Un nuevo estudio sugiere que la forma en que manejamos la ira podría ser un factor oculto en la salud cardiovascular. Los hallazgos, publicados en Physiology & Behavior, indican que las personas con mal carácter, especialmente aquellas que lo reprimen, pueden experimentar respuestas cardiovasculares inusuales al estrés, respuestas que podrían afectar su riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas.

Investigaciones anteriores han demostrado que la ira está relacionada con un mayor riesgo de enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y otros problemas cardiovasculares, y algunos investigadores creen que la forma en que las personas responden a la ira podría desempeñar un papel en estos riesgos para la salud. Al examinar cómo la ira afecta las respuestas cardiovasculares, los científicos esperaban descubrir nuevos conocimientos sobre por qué la ira podría conducir a estos problemas de salud.

“Los tipos de personalidad relacionados con la ira se han asociado sistemáticamente con resultados adversos para la salud cardiovascular, y las respuestas de estrés atípicas actúan como una vía clave que conduce a la enfermedad. Nos interesaba especialmente identificar si la forma en que las personas expresan su ira también era un factor importante para comprender esta relación”, afirmó el autor del estudio, Adam O’Riordan, profesor adjunto de psicología en la Universidad de Texas en San Antonio.

Para probar sus hipótesis, los investigadores analizaron datos de 669 participantes del conjunto de datos de Desarrollo de la mediana edad en Estados Unidos (MIDUS, por sus siglas en inglés), que se sometieron a una prueba de estrés controlada mientras se les controlaba de cerca la presión arterial y la frecuencia cardíaca. Examinaron dos facetas específicas de la ira: el temperamento iracundo (la tendencia a sentir ira espontánea y no provocada) y la reacción de ira (ira desencadenada por situaciones específicas, como un trato injusto o una crítica). También midieron cómo cada participante expresaba típicamente su ira, categorizada como «ira interna» (represión de la ira), «ira externa» (dirigir la ira hacia afuera) o «control de la ira» (manejo y regulación de la ira).

Para simular el estrés psicológico, los participantes completaron dos tareas que se sabe que inducen respuestas de estrés: una tarea de aritmética mental y la tarea Stroop. La tarea de aritmética requería que los participantes resolvieran problemas matemáticos bajo presión de tiempo, mientras que la tarea Stroop retaba a los participantes a identificar el color de una palabra que nombraba un color diferente (por ejemplo, la palabra «azul» escrita con tinta roja). Ambas tareas se administraron a través de una computadora, que registró las respuestas de los participantes y ajustó la dificultad en función del desempeño para mantener un nivel constante de estrés.

La presión arterial (sistólica y diastólica) y la frecuencia cardíaca se controlaron de forma continua durante estas tareas mediante un dispositivo Finometer, que medía las respuestas cardiovasculares latido a latido. Además, antes y después de las tareas de estrés, los participantes calificaron sus niveles de estrés en una escala del 1 al 10, lo que les permitió conocer su estrés percibido en respuesta a cada tarea.

Los resultados mostraron patrones distintos en la forma en que los rasgos y estilos de expresión relacionados con la ira influyeron en las reacciones cardiovasculares. Las personas que sentían ira con frecuencia en muchas situaciones (clasificadas como personas con un temperamento iracundo) tendían a mostrar una respuesta “atenuada”, es decir, su frecuencia cardíaca y presión arterial aumentaron menos de lo esperado en situaciones de estrés. Sin embargo, estas personas informaron sentirse más estresadas, a pesar de que sus cuerpos mostraban una respuesta cardiovascular más baja.

Curiosamente, el efecto del temperamento iracundo sobre la respuesta cardiovascular dependía de cómo expresaba la persona su ira. Aquellos que reprimieron su ira con frecuencia (enojo hacia adentro) mostraron aumentos aún menores en la presión arterial cuando experimentaron temperamento iracundo, lo que sugiere que contener la ira no provocada podría reducir aún más la respuesta cardiovascular.

Los participantes que tendían a sentir ira como reacción a desencadenantes específicos, como la frustración o la injusticia, tuvieron diferentes respuestas cardiovasculares según cómo expresaran su ira. Aquellos que normalmente expresaban su ira abiertamente o tenían un control limitado sobre su ira mostraron una reactividad cardiovascular menor cuando sintieron que la ira se desencadenaba. Por el contrario, aquellos que controlaban su ira (alto control de la ira) mostraron respuestas cardiovasculares más fuertes, con mayores aumentos de la presión arterial y la frecuencia cardíaca durante las tareas de estrés.

Esta respuesta controlada sugiere que tener una forma saludable de manejar la ira puede conducir a una reacción cardiovascular más “normal”, lo que algunos investigadores creen que podría ser beneficioso para la salud cardíaca a largo plazo. Por otro lado, las respuestas cardiovasculares atenuadas se han relacionado con posibles problemas de salud, incluida la falta de motivación, dificultades psicológicas y factores de estilo de vida que pueden contribuir a la enfermedad cardiovascular.

Los hallazgos del estudio destacan que la forma en que las personas experimentan y expresan la ira puede tener efectos significativos en sus reacciones fisiológicas al estrés. Si bien el temperamento iracundo (ira rápida y no provocada) se asoció con respuestas cardiovasculares más bajas en general, este efecto se intensificó en quienes reprimieron su ira.

“Los hallazgos clave de este estudio sugieren que, si bien cada individuo varía en cuanto a la forma en que experimenta la ira, es sumamente importante considerar cómo expresan su ira. En particular, el efecto adverso del temperamento iracundo sobre la fisiología del estrés parece ser mayor entre los individuos que suprimen esta ira”, afirmó O’Riordan.

Si bien el estudio arroja luz sobre cómo la ira puede afectar el corazón, tiene algunas limitaciones. Las tareas de estrés utilizadas en el experimento, como los problemas de matemáticas y las combinaciones de colores y palabras, pueden no reflejar por completo las situaciones de la vida real que suelen provocar ira, como las discusiones o el trato injusto.

Las futuras investigaciones podrían explorar cómo reaccionan las personas en situaciones más realistas que inducen la ira. Además, podrían examinar cómo la exposición repetida al estrés afecta las reacciones cardiovasculares, ya que el estudio actual solo se centró en eventos estresantes únicos. Este tipo de investigación podría ayudar a revelar patrones en cómo los cuerpos de las personas responden a situaciones estresantes recurrentes y mostrar si diferentes técnicas de manejo de la ira pueden promover una respuesta cardíaca más saludable.

Fuente: Physiology & Behavior

Articulo original:

Título: “Examining the moderating effects of anger expression style on the association between facets of trait anger and cardiovascular responses to acute psychological stress”.

Autores: Adam O’Riordan y Aisling M. Costello.

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