¿Cómo funciona la psicoterapia a base de danza?

En todas las sociedades humanas podemos encontrar pruebas de la utilización de la danza como terapia. La danza ha representado un medio para alcanzar estados mentales anormales (por ejemplo, las danzas de posesión y trascendencia de los chamanes y derviches asiáticos), así como un medio de curación (por ejemplo, los cultos del África occidental). Desde sus orígenes, la danza ha estado relacionada con la liberación de energía, con la unificación del espíritu y del cuerpo, y con el principio estático de Ia evolución a través del movimiento.

Originalmente Rudolf Laban se dedicaba a la danza teatral en Alemania en el siglo XIX; al estallar la guerra huyó a Inglaterra, donde se dedicó a los aspectos educativos y terapéuticos de la danza. Laban creó el concepto de la individualidad integral de los movimientos humanos, y creía que la danza podía producir un efecto benéfico sobre las dolencias mentales de las personas. «El hombre debe ser suficientemente consciente para ocuparse de los medios de recuperación que son tan apreciados por los seres vivientes, en especial mediante la danza.» Así, creó nuevas y más libres formas de danza que implicaban al individuo en el proceso, haciendo de la mente y el cuerpo un conjunto armónico. Así, la danza se convirtió en un arte vital que se preocupaba de la autenticidad, de la conciencia del cuerpo, de las sensaciones y de la individualidad.

La clave bajo el concepto de que la danza es una psicoterapia consiste en considerar que cada paciente es un individuo único con su propia gama de movimientos de energía y su propia forma de expresión. Cada persona organiza esta energía de manera diferente, y la característica del movimiento puede ser modificada y reconocida por el terapeuta.

 Existen otras concepciones de terapia a base de danza, aparte de la creada por Laban. Algunas ponen un énfasis especial en el acompañamiento rítmico de la música y su efecto socializan te, mientras que otras se basan en ejercicios generales de danza.

Esa terapia tiene lazos con otras terapias creativas utilizadas en el campo de la psiquiatría, tales como la música y otras artes. Todas tienen en común el aspecto diagnóstico de la forma artística. Al igual que se puede analizar a un sujeto a través de una pintura hecha por un paciente, la teoría del esfuerzo analiza el contenido del movimiento. Otro aspecto común lo constituye la emoción catártica liberada.

La exploración del inconsciente es una parte esencial de la psicoterapia. Como decía Jung, el inconsciente representa al menos la mitad de la vida de un individuo; así, cuantas más formas tengamos para explorar el inconsciente, más claro resultará el análisis. Las artes también implican el acto de creación, una actuación que puede reforzar el yo.

Recientemente se han creado dos fundamentos psicológicos de la teoría de la terapia a base de danza:

1) La imagen corporal. La construcción correcta de una imagen mental del cuerpo, que a su vez forma el ego corporal, la base del concepto de sí mismo. Por ejemplo, una persona depresiva tiene una imagen corporal y un concepto de sí misma debilitados; el esquizoide a menudo carece de una imagen de sí mismo y de una identidad. El poder de la danza terapéutica reside en la intensa relación entre la vida personal y la vida corporal.

 2) Comunicación no verbal. La comunicación no verbal constituye la expresión más auténtica del hombre: «Si sus labios guardan silencio, charla con la punta de sus dedos. Todos sus poros le traicionan» (Freud). En caso de desorden mental, la comunicación no verbal se distorsiona y lleva a una retroalimentación negativa con respecto a los demás. El movimiento puede ser la mejor manera de restablecer las relaciones vitales. Si el paciente puede relacionarse con mayor efectividad es más accesible a la psicoterapia, y su concepto de sí mismo se ve reforzado.

Otros aspectos que forman parte del contenido de una sesión de danza terapéutica son: la liberación emocional, intentos de incorporar la fantasía a la danza, patrones de movimiento regresivo y una nueva experimentación de las acciones, el equilibrio de los opuestos de la personalidad tales como la creación de relaciones abiertas/cerradas, excitadas/apáticas, dentro de la sublimación de la danza.

Una breve descripción de una sesión de danza terapéutica ilustrará algunas de estas ideas. Imaginemos un grupo de diez pacientes deprimidos. La finalidad de la sesión consiste en dar un sentido a sus vidas, un sentido de finalidad y de identidad positiva. La sesión de danza puede empezar ejercitando las sensaciones cinestésicas del cuerpo (por ejemplo, levantándose y agachándose usando el suelo como sostén, y levantando la cabeza hacia arriba). Ejercitando las interacciones (por ejemplo, ejecutando un ritmo musical con una sola parte del cuerpo, aunque al principio sólo sea un dedo), las relaciones pueden crecer a través de todo el cuerpo y del grupo, creando una pertenencia al unísono.

Un grupo con cierta experiencia puede continuar con una secuencia simple de movimientos al ritmo de una música apropiada que tenga un atractivo cinestésico o imaginario: tocando las yemas de los dedos de un compañero, aumentando la presión de las manos … Uno conduce, y el otro sigue formando gradualmente una simple danza de encuentro y separación, plena de confianza.

En gran parte, debido a la naturaleza personal de la situación, la eficacia de la terapia depende de las características del terapeuta. Éste debe ser sensible, flexible, positivo y alegre. Resulta necesario que pueda identificarse con el paciente sin perder objetividad, y que sea suficientemente hábil para poder controlar la interacción.

La danza terapéutica es un fascinante medio para conseguir el desarrollo personal; no obstante, es necesario perfeccionarla para incrementar sus beneficios: mejorar la instrucción de los terapeutas, poner un énfasis especial en la selección de éstos, construir una base teórica firme, y» realizar una amplia comprobación práctica que demuestre la eficacia de esta terapia. (A este respecto, hay que tener una buena dosis de escepticismo terapéutico.)

La danza terapéutica aún despierta ciertas aprensiones. Sólo a base de persistencia y de trabajar con muy buena voluntad, o aceptando la etiqueta de «profesor de gimnasia reductiva», se tiene posibilidad de practicar en un ambiente apropiado y de convertir así a los incrédulos. En Estados Unidos, en cambio, la danza terapéutica es aceptada como parte integrante del tratamiento, y en muchas instituciones psiquiátricas existe un terapeuta de danza dentro del equipo clínico profesional.

Dentro de este contexto, la danza terapéutica no sólo constituye un medio de aliviar los síntomas clínicos, sino también una forma de recuperar la alegría de existir como ser humano.

Fuente: www.todamedicinaalternativa.com

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