Las coincidencias (confluencias inesperadas de eventos que aparentemente desafían la probabilidad) cautivan a personas de todas las culturas y edades. Una nueva investigación publicada en Cognition arroja luz sobre los mecanismos cognitivos que sustentan el reconocimiento de las coincidencias y cómo estos mecanismos evolucionan a medida que envejecemos.
Se cree que los mecanismos cognitivos implicados en la representación de coincidencias forman parte de procesos más amplios de razonamiento causal. Las investigaciones sugieren que incluso los niños en edad preescolar demuestran capacidades de razonamiento causal flexibles, ajustando sus inferencias en función de cómo se generan los datos y explorando más cuando las relaciones causales son ambiguas. A pesar de estas capacidades que surgen a temprana edad, sigue sin estar claro si los niños pequeños pueden distinguir entre meras coincidencias y eventos vinculados causalmente, como lo hacen los adultos.
En el experimento 1 participaron 117 adultos angloparlantes de entre 18 y 74 años reclutados a través de Amazon Mechanical Turk y Prolific. Los participantes leyeron ocho viñetas breves, cada una de las cuales describía un conjunto de eventos concurrentes. Las viñetas estaban diseñadas para incluir o excluir información que pudiera explicar las coocurrencias.
El número de eventos concurrentes también varió entre las viñetas, con escenarios que involucraban dos, tres, algunos o todos los eventos concurrentes. Para cada viñeta, los participantes calificaron cuán sorprendentes encontraron los eventos (en una escala de 4 puntos), si consideraron que los eventos fueron una coincidencia y si creían que había una razón para la co-ocurrencia (en escalas binarias). También se recogió la información demográfica de los participantes y las respuestas a preguntas exploratorias adicionales sobre la creencia en poderes sobrenaturales, prácticas religiosas y frecuencia de notar coincidencias.
Qiong Cao y Lisa Feigenson descubrieron que los juicios de coincidencia estaban influenciados por la presencia de explicaciones y el número de eventos co-ocurrentes. Los participantes eran más propensos a juzgar los eventos como coincidencias cuando no se proporcionaban explicaciones. Cuando existían explicaciones, eran más propensos a creer que había una razón para la co-ocurrencia de los eventos y calificaban los eventos como menos sorprendentes. Cuando no había ninguna explicación disponible, las calificaciones de coincidencia aumentaron inicialmente con el número de eventos co-ocurrentes, pero luego disminuyeron cuando todos los eventos co-ocurrieron, lo que sugiere que demasiadas co-ocurrencias los impulsaron a inferir una explicación causal subyacente.
En el experimento 2 participaron 94 niños de entre 4 y 10 años, que fueron evaluados en un laboratorio de desarrollo infantil de una universidad o en un museo de ciencias local. Las viñetas utilizadas en el estudio 1 se adaptaron para niños y se redujo el número de viñetas a cuatro para mantener la atención. Las viñetas variaban en función de la presencia de posibles explicaciones y del número de eventos co-ocurrentes, de forma similar al estudio con adultos. Un experimentador las leía en voz alta, acompañadas de ilustraciones sencillas para ayudar a los niños a comprender los eventos. Después de cada viñeta, los niños calificaban lo sorprendentes que les parecían los eventos utilizando una escala pictórica que presentaba caras de dibujos animados y respondían si pensaban que los eventos eran una coincidencia y si había una razón para la co-ocurrencia.
Los resultados indicaron que incluso los niños más pequeños eran sensibles a la presencia de explicaciones y mostraban una comprensión básica de las coincidencias. Cuando no se proporcionaban explicaciones, los niños eran más propensos a juzgar los acontecimientos como coincidencias, a creer que no había ninguna razón para que ocurrieran simultáneamente y a encontrarlos más sorprendentes.
Sin embargo, sólo los niños mayores (de 7 a 10 años) mostraron una sensibilidad similar a la de los adultos al número de eventos concurrentes. Las calificaciones de coincidencia de los niños mayores aumentaron inicialmente con el número de eventos concurrentes, pero disminuyeron cuando todos los eventos ocurrieron al mismo tiempo, mientras que los niños más pequeños (de 4 a 7 años) no mostraron esta sensibilidad.
Estos hallazgos sugieren que los mecanismos cognitivos que subyacen al reconocimiento de coincidencias están presentes temprano en la vida, pero se vuelven más refinados con la edad y la experiencia.
Una limitación señalada por los autores es la dependencia de explicaciones y juicios verbales, lo que podría haber influido en las respuestas de los niños más pequeños debido al desarrollo de sus habilidades lingüísticas.
Fuente: Cognition
Articulo original:
Título: “Children’s Representation of Coincidence”.
Autores: Qiong Cao y Lisa Feigenson.