Aumentan los problemas de salud mental entre los estudiantes universitarios, según un informe

Las investigaciones al respecto evidencian que el período entre los 16 y los 25 años se asocia con una serie de factores de riesgo que pueden afectar a la salud mental de una persona joven.

A este respecto, según indica el informe, el acceso a la Universidad implica varios períodos de transición (admisión, primer año, mediados del segundo año universitario, y mediados del tercer año), que pueden requerir una adaptación significativa, causar angustia y afectar a la salud mental y el bienestar de los jóvenes. De forma específica, esta angustia se relaciona con el estrés (65% de los estudiantes), la ansiedad, la soledad y la sensación de incapacidad para hacer frente a las demandas (43% de los estudiantes), la depresión y la nostalgia (33% de los estudiantes) y los pensamientos suicidas (8% de los estudiantes).

Estos síntomas autoinformados de depresión, ansiedad, problemas de relación social y síntomas somáticos de los estudiantes (por ejemplo, «sensación de agotamiento»), son más elevados durante el segundo año de universidad. En opinión de los autores del informe, las posibles razones para ello, giran en torno a los cambios significativos que experimentan los jóvenes durante el segundo año, tales como cambiar de residencia y/o de compañeros, la menor estructuración en los sistemas de orientación universitaria para los estudiantes de segundo año, o la mayor presión en el rendimiento académico, entre otros.

De acuerdo con las investigaciones existentes, los factores de riesgo para los estudiantes universitarios incluyen el estudio y las demandas académicas, la ansiedad relacionada con las carreras futuras, la experiencia social, la vida en la Universidad y las presiones económicas. De hecho, tal y como señalábamos en el párrafo anterior, hay períodos particularmente de riesgo para la salud mental de los estudiantes, especialmente, la transición a la Universidad y durante el segundo año de curso universitario.

Asimismo, hay algunos colectivos vulnerables que enfrentan un mayor número de riesgos y experimentan desafíos únicos que afectan negativamente a su salud mental y a su bienestar. Estos colectivos incluyen estudiantes con problemas de salud mental previos, personas de entornos desfavorecidos, estudiantes extranjeros y estudiantes LGTBi+. A este respecto, los autores subrayan la limitada evidencia que rodea las necesidades de salud mental de estos grupos y ponen de relieve la trascendencia de incrementar la investigación al respecto.

Con respecto a la búsqueda de ayuda, la evidencia sugiere que un número creciente de estudiantes pide apoyo en los servicios de orientación universitaria; sin embargo, siguen existiendo numerosas barreras en esta búsqueda, entre ellas, el estigma (lo que lleva a los estudiantes a creer que serán tratados de manera diferente o se les verá como «débiles»), una comunicación inadecuada sobre la ayuda disponible y una falta de conocimiento o comprensión entre el personal académico.

En relación con los grupos de opinión, la percepción general es que en los centros escolares de Educación Primaria y Secundaria el enfoque hacia el bienestar de los alumnos es más personal, junto con una inquietud manifiesta a que esto se pierda en la Universidad. Se detecta también una preocupación por los estudiantes con problemas previos de salud mental y aquellos con Necesidades Educativas Especiales y/o discapacidad.

En opinión de los jóvenes encuestados, y en línea con los datos anteriormente expuestos, son varias las presiones que enfrentan cuando pasan a la Universidad y que afectan a su salud mental y bienestar: la presión en torno a los logros académicos, a la hora de mudarse a una zona nueva, el hecho de valerse por sí mismos, hacer amigos nuevos e intentar tener una “buena vida social”, lidiar con un mayor acceso al alcohol y las drogas, así como las preocupaciones económicas, junto con la necesidad de trabajar para costearse los estudios. La mayoría manifiesta su temor al fracaso, lo que dificulta que pidan ayuda o expresen su angustia, principalmente, entre compañeros.

El documento finaliza esbozando ejemplos prometedores para un mejor apoyo a la salud mental de los estudiantes, y recogiendo una serie de recomendaciones para tal fin, entre ellas, las siguientes:

  • Las Universidades deben fortalecer el papel del orientador para ofrecer un apoyo más frecuente.

  • Los servicios de bienestar universitario deben ofrecer una amplia variedad de formas de involucrar y trabajar con los estudiantes.

  • Los Colegios de Educación Superior y Universitaria deben preguntar a los estudiantes de manera proactiva sobre su bienestar y alentar positivamente la búsqueda de ayuda. Asimismo, deben llegar a los jóvenes con necesidades educativas especiales y discapacidad, y ofrecer a los estudiantes con problemas de salud mental o necesidades especiales toda la ayuda necesaria durante la transición a la universidad, con apoyo adicional en caso necesario.

  • Elaborar un sitio Web independiente donde se expongan recursos útiles sobre el tema de la transición a la vida universitaria, de cara a ayudar a aliviar la ansiedad de los jóvenes sobre este tema.

  • El Sistema Nacional de Salud y los grupos de Comisionado clínico deben garantizar la continuidad de la atención para los jóvenes en los Centros de Atención a la Salud Mental durante toda su educación, incluyendo la transición a la universidad.

El informe completo se encuentra disponible en la página Web del Centro, o bien directamente a través del siguiente enlace:

Mental health and moving from school to further and higher education

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