Las posturas dominantes o erguidas pueden ayudar a las personas a sentirse, y tal vez incluso comportarse, con más confianza. Un nuevo análisis realizado por la Universidad Martin Luther Halle-Wittenberg (MLU), la Universidad de Bamberg y la Universidad Estatal de Ohio ha confirmado lo que pequeños estudios ya habían sugerido.
El equipo evaluó los datos de alrededor de 130 experimentos con un total de 10.000 participantes. Los resultados también refutan la controvertida afirmación de que ciertas poses influyen en los niveles hormonales de una persona.
La postura y el lenguaje corporal son herramientas populares utilizadas en psicología. «En la terapia, pueden ayudar a las personas a sentirse seguras y experimentar sentimientos positivos», dice el psicólogo Robert Körner de Universidad Martín Lutero (MLU) y la Universidad de Bamberg.
La investigación de la pose de poder se ocupa de la medida en que las poses muy audaces pueden influir en los sentimientos y la autoestima de una persona. Un ejemplo común es la pose de victoria con los brazos extendidos que, según varios estudios, está destinada a aumentar la confianza en sí mismo.
«Sin embargo, muchos de estos estudios no son concluyentes y se realizaron con muestras pequeñas. Además, los estudios a veces tienen resultados contradictorios», añade Körner.
Por lo tanto, el equipo realizó una revisión metaanalítica (cuantitativa) en la que combinaron los datos de alrededor de 130 experimentos de estudios publicados y no publicados. Se utilizaron métodos estadísticos complejos para reevaluar los datos de casi 10.000 personas.
Los investigadores querían averiguar si la postura influye en la autopercepción, el comportamiento y los niveles hormonales de una persona.
El equipo encontró una conexión entre una postura erguida y una pose de poder y una autopercepción más positiva.
«Una pose dominante puede, por ejemplo, hacerte sentir más seguro de ti mismo», dice la investigadora de personalidades Profesora Astrid Schütz de la Universidad de Bamberg.
El equipo encontró una correlación similar con el comportamiento, por ejemplo, la persistencia de tareas, el comportamiento antisocial, pero estos efectos fueron menos robustos.
Por otro lado, la afirmación de que ciertas posturas pueden aumentar la producción de efectos fisiológicos, por ejemplo, hormonas, como la testosterona y el cortisol, que se habían afirmado en investigaciones anteriores, no fue respaldada.
«Los hallazgos sobre los efectos fisiológicos de la pose de poder no son robustos y no han sido replicados por grupos de investigación independientes», explica Schütz.
A través de su trabajo, el equipo también pudo identificar algunas limitaciones en investigaciones anteriores. Por ejemplo, la mayoría de los estudios funcionaron sin un grupo de control; se pidió a los participantes que adoptaran una postura dominante, abierta o más sumisa. Los grupos sin esas poses rara vez se incluyeron.
«Debido a eso, no es posible decir de dónde provienen las diferencias, ya que solo una de las dos posturas puede tener un efecto», dice Robert Körner.
Además, casi todos los estudios se han realizado hasta ahora en las llamadas sociedades WEIRD (occidentales, educadas, industrializadas, ricas y democráticas), por lo que no está claro si los hallazgos se pueden aplicar a otras culturas.
Las diferencias entre hombres y mujeres y entre los diferentes grupos de edad, por otro lado, no fueron significativas.
Fuente: Universidad Martín Lutero
El estudio se publicó en Psychological Bulletin.